20/8/10

La formación “humanista” de los ingenieros

Pedro Linares, profesor del ICAI, cuyo blog acostumbro a consultar con frecuencia porque me gustan los mismos temas que a él, por el interés de sus enlaces y, sobre todo, por la sensatez y coherencia de sus opiniones, nos habla de la necesidad de que los universitarios reciban una formación “humanista e integral”, centrándose particularmente en las escuelas de ingenieros.

Cito algunas de sus palabras:
 “hace falta dar valores a nuestros ingenieros para saber lo que deben hacer con su ciencia. Si no, iremos donde hemos ido siempre: a un uso no siempre apropiado de la tecnología

Tenemos que evolucionar hacia unas materias mucho más relacionadas y conectadas con su formación: filosofía de la ciencia, ética de la ingeniería, ingeniería para cambiar el mundo, impartidas por profesores que se hayan enfrentado a los problemas éticos y de valores a los que se enfrentarán nuestros ingenieros y que sepan guiarles en estas situaciones, que les enseñen cómo ver toda la tecnología desde esta óptica de valores.”

Y además, tenemos que complementarlas con otras materias humanistas:
- una asignatura de literatura: yo creo que sólo sabe escribir bien el que ha leído mucho. Si no conseguimos que nuestros ingenieros lean no sabrán escribir, y esto es fundamental en su vida profesional. Las asignaturas “normales” no tienen hueco para esto, bastante tienen con lo suyo…
- talleres de comunicación oral: al menos igual de fundamental, saber comunicar sus ideas y su trabajo, y hacer presentaciones públicas. Igual que antes, se puede practicar en las otras asignaturas, pero es difícil aprenderlo en ellas.
- liderazgo y trabajo en equipo, cualidades cada vez más valoradas en el mundo profesional. Esto puede aprenderse en los trabajos prácticos de las asignaturas “normales”, pero nunca está de más un seminario específico.”

Como ingeniero, formado en mi caso en la ETSII de la UPM, sé que tiene mucha razón en lo que pide, y que la ausencia de una formación “integral” es una carencia importante de nuestras escuelas de ingeniería, a pesar de que muchas de ellas (por ejemplo la ETSII) presume de no haberse rendido a la especialización absoluta y de dar una formación generalista y completa. Pero lo que entienden allí por formación “generalista” consiste básicamente en sumar asignaturas comunes a varias especialidades, pero desde luego falta la formación humanista y, sobre todo, falta dar contexto, otorgar al alumno una visión global de su formación, que sea algo más que una suma más o menos caótica de asignaturas.

Difiero un poco de Pedro Linares en los detalles, posiblemente porque entiendo de otro modo lo que significa una formación “integral. Pedro se centra mucho en su entrada en los “valores” personales del individuo, posiblemente porque da clase en una escuela privada jesuita, que defiende un determinado tipo de valores, los cristianos (o más bien los jesuitas, que no coinciden totalmente con los “valores cristianos” de otras congregaciones) que yo, particularmente, considero del todo punto irrelevantes para el ejercicio de la profesión de ingeniero. Sobre el tema de los valores, mis objeciones son dos:
  1. Creo que los valores y la ética personal del individuo ya están esencialmente formados cuando uno pasa por la universidad. Y, en cualquier caso, una escuela técnica no está para eso. Sí creo, sin embargo, que se debe dar importancia en las escuelas técnicas a asuntos relacionados con el trabajo en equipos grandes, la gestión de proyectos complejos, las relaciones interpersonales en el seno de organizaciones y la resolución de conflictos en el ámbito del trabajo. Cuestiones donde se ponen en juego, no lo voy a negar, los valores del individuo.
  2. Siempre he creído que cuestiones de esta índole se inculcan mejor al alumno predicando con el ejemplo más que con asignaturas concretas. Y aunque una cosa no quita a la otra, creo que en la mayoría de nuestras escuelas técnicas estamos aún en un nivel muy primitivo en cuanto a actuaciones éticas de los profesores para con el alumno como para pensar en una asignatura sobre ética: me estoy refiriendo a la actuación de los profesores durante las clases, en su manera de enseñar la profesión, durante los exámenes o en las revisiones, por ejemplo. Actuaciones despóticas o arbitrarias, temarios caprichosos o que son consecuencia de luchas internas de una cátedra, exámenes con una relación vaga con el temario de la asignatura, correcciones de exámenes draconianas o poco profesionales, falta de respeto al alumno en revisiones. Y sobre todo arbitrariedad: poco respeto a las reglas del juego, que se cambian a capricho. Que nadie me entienda mal: hay muchas excepciones a tales comportamientos, el problema es que no deberían ser excepciones. Tampoco estoy pidiendo que se relaje la exigencia de las escuelas técnicas, sino que dicha exigencia sea sobre los conocimientos y la responsabilidad del alumno, y no mediante palos y trampas al alumno que nada añaden a su formación (salvo desarrollar una paciencia inagotable y reforzar la voluntad de superación, claro).
Volviendo a temas más concretos de la entrada de Pedro Linares, estoy de acuerdo en que es esencial que un ingeniero sepa escribir (aunque también me parece excesivo una asignatura de literatura como tal). Es increíble la cantidad de universitarios españoles, ingenieros o no, que escriben dando patadas al idioma, y a veces de forma directamente ininteligible. Esto incluye a algunos profesores.
Tal desprecio por la escritura y el idioma viene sin duda heredado del bachillerato, y en las escuelas técnicas parece reforzarse la idea de que la manera de escribir no es importante para la profesión del ingeniero. No se dan cuenta del ridículo y la vergüenza ajena que produce ver los escritos de alguna gente que tiene una formación universitaria supuestamente de alto nivel. Y más importante si cabe que saber escribir, y en esto coincido también plenamente con Pedro, es aprender a hacer presentaciones públicas orales de tu trabajo. Aunque en el caso de los ingenieros, al menos en muchas especialidades de mi escuela, es requisito imprescindible presentar el Proyecto de Fin de Carrera ante un tribunal, pero este ejercicio es demasiado escaso y llega demasiado tarde como para que sirva como aprendizaje.

Por lo demás, no sé si Pedro está siendo demasiado ambicioso en su planteamiento. Coincido en que serían deseables asignaturas como “filosofía de la ciencia”, “ética de la ingeniería”, o “ingeniería para cambiar el mundo”, que él cita (aunque de esta última me gustaría saber el contenido, je, je…) Pero no se me ocurre cómo incorporar tantas asignaturas a un horario lectivo ya suficientemente cargado. Lo que yo eché mucho de menos en mi etapa universitaria es lo que comentaba al principio, algo así como una asignatura de “contexto de la ingeniería” o “visión global de la profesión de ingeniero”. Pedro también lo cita en su entrada:

“si no, los conocimientos se les fijarán sin saber interpretarlos, sin saber colocarlos en el marco adecuado.”

No es deseable que el ingeniero no sea plenamente consciente hasta mucho después de acabar la carrera, de la relación entre unos conocimientos y otros y la relación de sus conocimientos con el mundo de la empresa, con la investigación y en general con la sociedad en la que vive. En general se espera que el alumno vaya captando por sí mismo estas interrelaciones, pero insisto en que eso es mucho pedir con un horario lectivo sobrecargado y asignaturas duras de pelar sobre todo los primeros años (algunas fuertemente conceptuales: Álgebra, sobre todo, pero también Ecuaciones Diferenciales, Termodinámica o Geometría Descriptiva). Contribuiría mucho a la formación integral del ingeniero una asignatura en la que se explicara la importancia de estudiar en primer curso los determinantes, las matrices y la teoría espectral, para su aplicación posterior a la Resistencia de Materiales, la Física Nuclear o a mil cosas más. Cuál es la importancia de estudiar Geometría Descriptiva para dotar de visión espacial al ingeniero y entender posteriormente el funcionamiento de mecanismos. También situar la importancia de las ecuaciones diferenciales en cualquier problema dinámico, en particular la termodinámica y la mecánica de fluidos que se estudia más adelante, y a su vez estas dos para conocer los fundamentos de las máquinas térmicas e hidráulicas. Y que el mundo no es siempre lineal (de hecho no lo es casi nunca, aunque para muchos problemas del mundo bastan las aproximaciones lineales), y que los modelos numéricos de simulación por ordenador son útiles para tal cosa pero limitados para tal otra, y qué simplificaciones matemáticas encierran. Y mucho más inglés y técnicas informáticas son deseables, pues son los lenguajes en los que se habla en el mundo.

Otra cosa que se podría hacer es ejercitar, mediante casos prácticos al estilo de las escuelas de negocios, cómo enfrentar determinado tipo de problemas del mundo industrial, al menos cómo enfocarlos, y qué técnicas están al alcance del ingeniero para tratar de resolverlos. Tras más de 10 años de experiencia laboral, puedo afirmar que esto último es infinitamente más importante que muchas asignaturas de la carrera, que se olvidan rápido, y de paso algunos podrían ahorrarse el dinero de pagar un master en el que se enseñan cosas que debieran haberse enseñado en la Escuela.

Lamentablemente, y al menos en lo que se refiere a la universidad pública, no parece que todos estos asuntos estén en la agenda. Cabe preguntarse con preocupación, como ya hizo Nietzsche hace más de 100 años, cuál será el porvenir de nuestras escuelas (técnicas):

“Una sola boca que habla y muchísimos oídos, con un número menor de manos que escriben, tal es el aparato académico exterior, tal es la máquina cultural universitaria puesta en funcionamiento.”
Friedrich Nietzsche. 1872.

19/8/10

Tabla periódica de las magufadas

Sabiendo lo importante que es en ciencia ordenar y clasificar, os adjunto la "tabla periódica" de las magufadas, desde las más tradicionales a las new age, para saber de un solo vistazo cuando alguien te está soltando bulos o gilipolleces:



Propongo que se equipe con una de éstas a cada niño en la escuela, completándola con discusiones críticas y distendidas en clase sobre cada uno de los "elementos", incluidas las religiones. Es más barato (y posiblemente más efectivo) que equiparles con un ordenador.