22/12/10

Negocios "innovadores": La Bruixa d'Or

Leo una entrevista que la revista Negocio & Estilo de Vida le hace a Xavier Gabriel, propietario de la administración de loterías La Bruixa d'Or, en la que el tipo afirma: "debemos nuestro crecimiento a la innovación y la tenacidad".

Creo que es necesario corregir a este buen hombre, del que no dudo que sea un empresario tenaz y avispado, y que haya sabido aprovechar el tren cuando pasó por su lado: la parte fundamental del crecimiento y el éxito de La Bruixa d'Or se debe a la irracionalidad de la gente. Ni más ni menos.

Como todo el mundo sabe, las ventas de billetes de lotería en dicha administración han ido creciendo espectacularmente desde que repartió un gordo en los años 80 y repitió poco después. Ni siquiera le ha hecho falta una gran campaña de marketing: con un logotipo atractivo, la potra de encontrarse en un pueblo que se llama "Suerte" en castellano, y unos medios de comunicación que ya le hacen la campaña de forma gratuita cada Navidad, el éxito está asegurado, aunque no seas tenaz, innovador... y ni siquiera demasiado avispado. A día de hoy, esta administración supone aproximadamente un 3% de las ventas totales de lotería del país, la mayoría a través de internet. Es lógico, por lo tanto, que reparta más premios a lo largo de los años que otras administraciones no tan populares.

Pero su éxito se basa en la incapacidad de mucha gente para entender que tiene exactamente la misma probabilidad de ganar comprando un décimo en dicha administración que si lo compra en cualquier otra: 1 entre 85.000.

Desde luego no se le puede acusar al tipo de nada censurable, como por ejemplo publicidad engañosa: si la gente es básicamente idiota y los medios de comunicación son más idiotas aún y trabajan gratis para tí, es muy posible que surjan grandes oportunidades para hacer negocio, eso sin duda.

Por lo demás, recomiendo fervientemente este interesante y lúdico artículo en Nada es Gratis sobre la lotería. ¡Feliz Navidad a todos!

25/11/10

Comentarios al post de Kantor “Gas&Petróleo: el escenario de sustitución”

Kantor ha escrito una interesante entrada en su blog analizando la evolución de las reservas de gas y petróleo en los próximos 30 años y posicionándose a favor del gas como sustituto del petróleo en el transporte. Os recomiendo su lectura.

Hay muchas partes de su entrada con las que estoy esencialmente de acuerdo y sobre ellas no me extenderé. Sin embargo otras partes sí merecen algún comentario, que por haberme salido un poco extenso lo he convertido en un post. Ya os habéis leído el suyo, ¿verdad?... ¿no? Pues venga, os doy 5 minutos más…

……..

Vayamos bloque por bloque del post de Kantor.

1.- Transición energética global: los próximos treinta años

En él dice Kantor:

Por otra parte, existe (ahora) un sustituto sencillo y barato para el petróleo en los motores de combustión interna; se trata del gas natural. Mientras escribo estas líneas el gas natural, un combustible solo un poco menos versátil que el petróleo se quema (criminalmente) en plantas de producción eléctrica, mientras algunos gobiernos (los mismos que han apoyado el timo de las renovables, y que por tanto apoyan el desperdicio atroz del gas) apuestan otra vez por la solución más cara y propagandística, tirando millones en el coche eléctrico, cuando el automóvil de gas natural (y su versión hibrida) pueden retardar el problema de los combustibles líquidos durante al menos tres décadas: las necesarias para disponer de un amplio parque de reactores nucleares de tercera generación (y los primeros breeders comerciales en funcionamiento) y baterías eléctricas de nanotubos de carbono, o en su defecto, una tecnología viable del hidrógeno como vector energético.”

Lo cierto es que la proliferación de Ciclos Combinados a gas natural (CC), en España y otros países, a partir de los años 90, fueron el resultado de unos incentivos que en ese momento empujaron a los agentes hacia esa tecnología de generación eléctrica: el desarrollo tecnológico y comercial de las turbinas de gas (con su consecuente reducción de costes) confluyó con la aparición de contratos de abastecimiento e infraestructuras de un gas natural que por aquél entonces ya se consideraba “sencillo y barato”. El elevado rendimiento de estas plantas, su (relativamente) bajo impacto ambiental y la rapidez de construcción (y bajos costes de inversión) eran la promesa de futuro para la generación eléctrica a la que todos se apuntaron, sobre todo ante unas centrales de carbón muy contaminantes y una (si no criminal, sí estúpida) moratoria nuclear. Posteriormente el gas subió de precio, y además empezaron a proliferar las renovables (sobre todo la eólica)… aunque Kantor considera que todo apoyo a las renovables es un apoyo implícito a la quema de gas en CC por su posicionamiento como energía de respaldo ante la intermitencia de aquéllas, lo cierto es que todas las compañías apostaron por el gas como “energía de base”… mientras que las renovables abocan al gas a ser mera energía de respaldo, con cada vez menos horas de funcionamiento pero con la necesidad imperiosa de disponer de dicha potencia instalada (ya lo analizamos en éste y éste post). Es decir, que ese supuesto “desperdicio de gas” que provocan las renovables, se da poco y cada vez menos… de hecho el verdadero problema es el “desperdicio económico” que supone este hecho para los que invirtieron en Ciclos Combinados.

Por lo tanto, la historia de los CC de gas fue como fue por una cuestión de incentivos, y no fueron los gobiernos sino las empresas privadas las que hicieron su elección, la que creyeron mejor en ese momento, sin prever el impacto futuro de las renovables y cómo éstas iban a comprometer dramáticamente la rentabilidad de los Ciclos.

En cuanto al penúltimo comentario sobre el coche eléctrico, desde luego es “caro y propagandístico” repetir el error que se cometió con la fotovoltaica, que es subvencionar la instalación (en el caso del coche, la compra) de tecnologías ineficientes y que están al comienzo de su curva de aprendizaje, en lugar de incentivar el I+D (en el caso del coche, sobre las baterías) que permita hacerlas comercialmente viables en, digamos, una década.

Efectivamente, sobre el papel (es decir, atendiendo sólo a las reservas y la tecnología disponible) estoy de acuerdo con Kantor en que el automóvil de gas natural podría retrasar unas décadas el problema de los combustibles líquidos… la cuestión es, de nuevo, si se dan los incentivos, que además son distintos en los diferentes países, para que dicha sustitución se dé en la práctica: en los países que ya disponen de un amplio parque de automóviles movidos por GNC (gas natural comprimido), éste no ha logrado sustituir más que a una parte del parque movido por combustibles líquidos (normalmente, taxis urbanos), a pesar de su menor coste de utilización. La razón fundamental entiendo que es su baja autonomía.
En el resto de países, que no tienen la infraestructura de surtidores de GNC (aunque ésta no me parece muy problemática) y, sobre todo, que tendrían que sustituir su parque automovilístico actual por otro con GNC o bien adaptar los motores de los automóviles, se me hace difícil pensar en qué tipo de incentivos podrían tener los usuarios particulares para acometer los costes de sustitución, perdiendo dramáticamente espacio de carga y aún más dramáticamente autonomía de uso… mientras diésel y gasolina sigan estando disponibles y a un coste aceptable. El reciente informe del MIT que comentábamos en éste post, le da un papel bastante insignificante al uso del gas para el transporte en los próximos años, aunque sí recomienda que los gobiernos faciliten su utilización.

Otro punto importante es la geopolítica de abastecimiento del GN, muy distinta a la del petróleo y que provoca que prácticamente los únicos usos relevantes del GNC como combustible vehicular se den en países con yacimientos de gas o acceso fácil a los mismos.

Aparte del coste de sustitución / adaptación de los motores actuales, y las cuestiones logísticas y geopolíticas, no olvidemos que la combustión del gas natural, aunque claramente más limpia que la de los líquidos, sólo reduce las emisiones de CO2 en un 26% frente a éstos, por lo que apenas puede considerarse como solución en cualquier escenario que considere necesaria una radical reducción de emisiones. Incluso sin considerar razonable un escenario tal, no es inverosímil que las sucesivas mejoras en los actuales motores diesel y gasolina logren una reducción de emisiones similar…

De todas formas, no quiero extenderme demasiado sobre este punto en particular, pues Kantor ha prometido hablar de ello en su próximo post, y como es un tío bien informado, seremos cautos y esperaremos su escrito con paciencia e interés.

Tan sólo decir para finalizar este bloque, que su último comentario sobre las baterías eléctricas de nanotubos y la tecnología de hidrógeno, también me parece apostar en demasía por un “deux ex machina tecnológico”… Para mostrarlo, fijaos bien en la siguiente gráfica, donde muestro la densidad energética de varios combustibles: se puede ver dónde están las baterías eléctricas, incluso considerando los límites teóricos conocidos hasta el momento y las baterías de nanotubos… y dónde está el hidrógeno, frente a los combustibles líquidos “al uso”. No olvidéis que el parámetro relevante para comparar la densidad energética es aquél en el que se va a usar el combustible, es decir, “por litro” en todos los líquidos y gases y “por kg” en el caso de las baterías o cualquier combustible sólido. Y sin olvidar, tampoco, que no es la densidad energética por sí sola, sino combinada con la facilidad (economía) de uso, transporte y almacenamiento a Tª ambiente, lo que convierte a los líquidos en elementos duros de pelar a la hora de ser sustituidos, tarea posiblemente titánica para las baterías y para el hidrógeno.

Por cierto: echad un vistazo a la posición del Gas Natural Comprimido, y entenderéis por qué la autonomía de dichos vehículos se ve tan penalizada frente a los diésel y gasolina, e incluso frente a los de GLP…


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3.-Un modelo (con “teorización implícita”) de sustitución entre gas natural y petróleo

Dice Kantor:

se espera que estos yacimientos no convencionales puedan alimentar la mitad de la demanda de gas natural”.

Es cierto, pero la explotación de yacimientos no convencionales de gas (y más aún de petróleo) implica un alto consumo de agua y energía y unas elevadas emisiones de CO2 y riesgo de contaminación de acuíferos. Su evolución futura depende mucho de las restricciones medioambientales que se impongan (que, una vez más, diferirán por país), pero en cualquier caso fueron catalogados por el MIT como “gestionables, aunque desafiantes”.

En cualquier caso, el modelo de teorización implícita de Kantor se centra en mostrar que existen reservas combinadas (gas y petróleo) suficientes para el medio plazo, y que ello no debe ser motivo de preocupación inmediata… cuando el verdadero problema, en mi opinión, es lo que el modelo deja fuera: no es tanto la disponibilidad de reservas sino la garantía (o seguridad) de suministro lo que nos debe preocupar, y sobre ella hay fuertes dudas. Es decir, es un problema de “time to market”: la pregunta no es tanto la cantidad que queda por descubrir, sino si la industria será capaz de desarrollar las infraestructuras necesarias a la velocidad necesaria para abastecer el crecimiento de la demanda esperado.

La clave, es el ratio P/R del modelo de Kantor. Si bien dicho ratio no ha cambiado demasiado en los últimos años, parece haber consenso en que debería subir fuertemente en los próximos, ya que la demanda sigue creciendo y los nuevos descubrimientos no reponen el petróleo extraído (ver gráfica siguiente, que muestra la historia de los grandes descubrimientos y las reservas que han ido añadiendo, frente a la producción):



Más allá de que un P/R creciente, si se consigue, pueda reducir en algunos años la disponibilidad de reservas calculada por Kantor, están las serias dudas de que de facto este hecho se pueda conseguir, es decir, incrementar la producción al ritmo requerido. Los motivos son variados (tomado de Mariano Marzo.-Abril 2010):

- La exploración y producción es cada vez más cara
- La producción mundial de petróleo convencional está en declive
- Muchos países han sobrepasado el cenit de producción
- La producción convencional ajena a la OPEP ha superado el cenit
- Cada vez somos más dependientes de las exportaciones de la OPEP
- Y, sobre todo, las inversiones necesarias podrían no concretarse a tiempo, debido a:
  • Políticas de control del ritmo de extracción en países productores
  • Menos oportunidades de inversión para las compañías internacionales y petronacionalismo
  • Limitaciones políticas, conflictos bélicos y terrorismo,
  • Falta de personal cualificado
  • Un EROI (Energy Return of Energy Investment) cada vez más desfavorable.

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4.-Conclusión: pesimismo sobre la electrificación del transporte, incertidumbre sobre el petróleo y suficiencia de gas y petróleo

En cuanto a la sustitución del petróleo por el gas en la alimentación de los MCI (motores de combustión interna), esperaremos al próximo post de Kantor. Mientras tanto, reitero mis dudas de que se den los incentivos adecuados en la mayoría de países como para que se acometa tal transición y los importantes cambios en la geopolítica y la logística del GN que requeriría. Sí veo su posible aportación en algunos nichos: flotas de transporte (limitado por la escasez de autonomía) y trasporte urbano (taxis, autobuses, trenes…)

En cuanto a la producción eléctrica, difiero en que la producción de electricidad sea un problema resuelto. Por una parte, es un “problema” que difiere mucho de país a país. Por otra, si se establece definitivamente una tasa sobre la Tm de CO2 emitido que incorpore más o menos adecuadamente las externalidades de este tipo de combustibles, es más alta la probabilidad de que el gas sustituya al carbón en generación eléctrica que la probabilidad de que sustituya al petróleo en automoción.
Y, por último, la energía nuclear tiene sus propios problemas aún no resueltos, como hemos comentado (y comentaremos) en otras ocasiones.

En cuanto al aumento del peso del ferrocarril en el transporte de mercancías, totalmente de acuerdo, pero ¿cuánto MCI sustituirá en la práctica? Hay una cota superior en cada país por encima de la cual seguirá siendo imprescindible el transporte por carretera.

También de acuerdo con la electrificación, aunque requiere de la drástica reducción de las pérdidas en la red que todavía se dan.

En cualquier caso, y para ir finalizando, el escenario que plantea Kantor es factible. Sin embargo, existen otros escenarios posibles, sobre todo si nos tomamos el Cambio Climático en serio y entendemos que las renovables han llegado para quedarse. Un esbozo de cómo podría ser ese escenario:

Más nuclear (asumiendo que se crean modelos de mercado eléctrico que incentiven a las compañías a invertir en nucleares). Más renovables, pero combinadas con almacenamientos de energía eléctrica que compensen su intermitencia (centrales de bombeo y coche eléctrico) y con smart grids para su gestión... de modo que la capacidad instalada de CC de gas para respaldo sea mínima y se pueda dedicar a reemplazar las centrales de carbón. Y para el transporte, asumiendo que el coche eléctrico puro aún tardará y posiblemente se limite a flotas urbanas, desarrollo de los híbridos y sí, quizá GNC para transporte colectivo y de mercancías.

Queda por ver, en cualquier modelo, que pasará en países de fuerte crecimiento proyectado y con abundantes reservas de carbón, como China, si no somos capaces de desarrollar tecnologías de captura y almacenamiento de CO2 viables...

10/11/10

Otra de (los mismos) magufos...

Al pitoniso parece que se le han desalineado un poco los astros, según descubre ahora un redactor de El País.

Era algo que por aquí ya alertábamos que... ejem, quizás, sólo quizás, podría llegar a pasar... es lo que tienen las bolas de cristal, que se mueven, se caen, se enturbian, te deslumbran... vamos, que nunca se puede fiar uno de esas pequeñas cabroncitas...

En fin, menos mal que la cuenta corriente sigue bien, a base de libros, conferencias y presencia radiofónica abundante... esto da para comprar otras bolas y continuar con el negocio.

3/11/10

Los negacionistas y el debate de las pensiones

Me diréis que qué tiene que ver el Cambio Climático y el alargamiento de la edad de jubilación, en discusión estos días en varios países. La mayoría dirá que no mucho. Sin embargo, en ambos casos nos tenemos que enfrentar a la misma pregunta, que es necesario responder: qué políticas públicas es necesario implementar ahora, para hacer frente a un acontecimiento que tendrá lugar en un futuro lejano aunque con un elevado nivel de incertidumbre, pero con consecuencias potencialmente catastróficas.

Algunos diréis que las alertas sobre el cambio climático tienen mucha ciencia detrás (es cierto), mientras que los modelos económicos pueden no tener tanta, o al menos estar sometidos a mayor incertidumbre y a una mayor probabilidad de fallo en sus predicciones, como ha pasado a menudo (también es cierto). Sin embargo, el caso particular que nos ocupa admite un contraargumento poderoso: los modelos climáticos tienen también un elevado nivel de incertidumbre mientras que los cálculos sobre las pensiones son relativamente fáciles de hacer, pues la curva demográfica actual, que es el principal condicionante (aunque no el único) de las pensiones futuras, es bien conocida.

En el caso del cambio climático, ningún científico ni economista serio lo pone ya en duda, centrándose el debate en cuál es la mejor manera de enfrentarse a él, es decir, qué políticas públicas (en este caso a nivel planetario) son las más efectivas y que además no comprometan el desarrollo económico presente o el de las futuras generaciones. Y sobre ése debate, enconado, aún queda mucho por decir. Que nieguen el cambio climático sólo quedan los negacionistas, activistas que por ignorancia, ideología o más habitualmente, intereses económicos particulares, niegan la mayor como si fuera una invención de un grupo de científicos de las Naciones Unidas.

En el caso de las pensiones, un problema muchísimo más simple ya que afecta sólo a un grupo de países (los que defienden un determinado Estado del Bienestar y con una curva demográfica particular) y además lo puede resolver cada país a nivel individual, resulta que también actúan los negacionistas: no sólo discuten qué políticas son las más adecuadas para enfrentar el problema (lo cual sería legítimo) sino que niegan el mismo hecho de que las pensiones estén en peligro, desviando la atención hacia los motivos ideológicos u oscuros intereses que según ellos existen detrás de los que promueven el cambio.

Es común entre los negacionistas, a veces fuertemente ideologizados y otras veces fuertemente respaldados por otro tipo de intereses, acusar a sus rivales de lo mismo. Os adjunto un ejemplo que no sé si está respaldado por otros intereses, pero desde luego sí ideologizado: éste artículo de uno de los “negacionistas de las pensiones” más seguidos en los medios.

Pero no me interesa aquí enconar aún más el debate. Convengamos en que puede haber debate. Aceptemos que, a pesar de la curva demográfica, hay varios puntos que pueden afectar al futuro de las pensiones (inmigración, productividad…) sobre los que es difícil prever su evolución, y por tanto que admiten un cierto nivel de discusión. Podéis entrar en detalles en éste y éste post.

Lo que me parece importante resaltar aquí, sin embargo, es la manera que adoptan unos y otros, y sobre todo la que deben adoptar los gobiernos, para enfrentarse a este tipo de problemas, es decir, cuál debe ser la actitud sensata cuando un acontecimiento, a pesar de su nivel de incertidumbre, tiene un riesgo no despreciable de convertirse en catastrófico si no se hace nada. Ya veis, de nuevo el cambio climático…

Desde luego, no creo que apostar a ciegas por “los enormes avances tecnológicos” (en palabras de Viçent Navarro), como si éstos se dieran por necesidad, o apostar a ciegas por el crecimiento del PIB en base a históricos en los que no se tiene en cuenta qué los produjo y por tanto podrían no volver a suceder, etc., sea la actitud adecuada. Como no creo que apostar por enormes avances tecnológicos, revoluciones energéticas aún no vislumbradas y el cambio radical en la actitud consumista y derrochadora de la sociedad… sean maneras sensatas de enfrentar el cambio climático, aunque todo ello pudiera producirse de hecho (ojalá), pues en períodos prolongados de tiempo casi todo puede ocurrir. Fijaos que he dicho “casi”. Y también “puede ocurrir”.

Pero la actitud negacionista va más allá de su apuesta por “muchas cosas buenas ocurrirán con seguridad”. Se acusa a los que alertan del problema de que son peligrosos representantes de la ideología “neoliberal” comeniños, que defienden los intereses de la derecha y el capital y además (volved a la última parte del artículo de Navarro) de que tienen una enorme presencia en los medios que a los sufridos defensores del pueblo, como él, se les niega. Esta narrativa es particularmente nefasta porque cala fácilmente en una ciudadanía cada vez más machacada por la crisis, pues le presenta un enemigo, por más ficticio que sea, contra el que combatir.

Esta parte final, no me resisto a comentarlo, es la más graciosa de todo el artículo de Navarro, veréis: en cuanto a los medios de comunicación españoles más serios (que supongo que son a los que él se refiere) se le ofrece tribuna a cualquiera (hasta a Niño Becerra) para decir casi cualquier patochada en igualdad de condiciones que a cualquier premio Nobel o científico serio, sin que el público lector tenga la más remota idea de cuál es el bagaje de unos y otros a la hora de ocupar tales tribunas. Por centrar un poco el argumento: qué más quisiéramos algunos que salieran más en prensa, radio y TV gente capaz de hacer análisis rigurosos y presentar debates un poco más alejados de la confrontación política y la ideología… Porque si volvemos a la última parte del artículo de Navarro, en la que presenta como ejemplo a seguir los “análisis” que defienden esa especie de subversores de la realidad agrupados en ATTAC , apañados vamos…

Pero no nos dispersemos, y volvamos al argumento fundamental del post: ¿vosotros fiaríais vuestro futuro a que “muchas cosas buenas pueden ocurrir”? ¿No sería más sensato poner los medios para resolver lo que tememos que pueda ocurrir si finalmente no pasan esas “cosas buenas”? Puesto que si finalmente pasan, rectificar la política sería sin duda menos costoso que si por inacción, dejamos que lo peor termine ocurriendo.

Ésta es, al menos, mi modesta opinión.

ACTUALIZACIÓN 09/11/10: Una relevante aportación al debate aquí... y las consideraciones sobre el tratamiento de la incertidumbre, aquí.

25/10/10

Un baño de realidad... y Richard Dawkins

Hacía mucho tiempo que no cogía el metro de Madrid para ir al trabajo. Hoy he tenido que hacerlo. Y en el corto trayecto de 40 minutos he tenido ocasión de darme un buen baño de humanidad, literalmente, pues en la hora punta de Madrid la humanidad se desparrama por los pasillos, por los andenes y dentro de los trenes, te rodea y te moja y a veces, hasta te ahoga.

No penséis que soy un remilgado: toda mi vida he usado el metro, y soy un gran defensor de este transporte público, servicio imprescindible, esencial y básico en toda gran ciudad. Pero conviene recordar que el metro en horas punta dista mucho de ser ése veloz y confortable medio de transporte que nos quieren vender en los anuncios (sobre todo en ciertas líneas y ciertos tramos) y puede convertirse en una pequeña tortura. Tanto, que mucha gente directamente lo rechaza y prefiere consumir minutos y minutos en el atasco, pero al menos cómodamente sentado, con el climatizador ajustado y escuchando música o la sabiduría que destilan los todólogos mañaneros de su tertulia radiofónica favorita.

El caso es que me disponía a disfrutar el trayecto haciendo eso que te permite el metro y no el coche: leer. Sin embargo, empezaron a ocurrir cosas.

Primero fue un carterista. Unas voces al fondo del vagón me hicieron apartar mi atención del fascinante experimento del doctor Richard Lenski con 45.000 generaciones de bacteria Escherichia Coli en su laboratorio de la Michigan State University, que muestra de manera espectacular, para desconsuelo de los creacionistas, los efectos de la selección natural delante de nuestros ojos y en un cortísimo espacio de tiempo.
Pero en un cortísimo espacio de tiempo y también delante de mis ojos un tipo con aspecto desaliñado se escabullía por el andén a los gritos de “caradura”, “jeta”, “sinvergüenza”… mientras un señor de cierta edad advertía a otro que el susodicho había estado a punto de robarle la cartera, y lo hubiera hecho de no ser por los gritos de alerta de este caballero.

Siempre me da por pensar en estos casos qué hubiera hecho yo si el carterista estuviera actuando a mi lado y yo lo advirtiera. Al fin y al cabo, el tipo tenía muy mala pinta, y podría revolverse con violencia ante un grito de alerta, sobre todo en un espacio cerrado en el que puede sentirse muy acorralado. Y, qué queréis que os diga, yo soy de los que piensan que la cartera de un desconocido, ni siquiera la mía propia, merece un navajazo. Posiblemente lo más inteligente sería dejar que actuara, bajarse con él en la siguiente parada y seguirle discretamente mientras avisas a la policía con el móvil (siempre que en dicha estación hubiera cobertura) o a alguna pareja de seguratas que te encuentres por allí y que no estuvieran ocupados amenazando a algún top-manta.

Sin terminar de resolver esta íntima duda moral que me reconcomía, volví a la lectura del libro de Richard Dawkins, diciéndome a mi mismo con alivio que así sería improbable que pudiera ver a ningún carterista actuando por muy cerca que éste estuviera.

Pero a los pocos minutos ocurrió algo más. Algo tan fascinante (aunque mucho más inexplicable) como el experimento del doctor John Endler con los peces guppies de Venezuela, un experimento que muestra a las claras como la Evolución (sí, esa peligrosa idea de Darwin) ocurre delante de nuestros ojos (ya sé que me repito), a veces a velocidades sorprendentes.

Una señora se levantó para apearse en la siguiente estación, dejando en el asiento el periódico gratuito que había estado leyendo. Uno no sabe si este gesto es una cortesía para que otro viajero pueda tomar el periódico y leerlo a su vez, o bien un ejemplo de la deleznable costumbre hispana de abandonar nuestras basuras en cualquier sitio para que otro las recoja. En cualquier caso, un orondo representante femenino de eso que podríamos llamar con cierta malicia “animal de polígono industrial” se sentó encima del periódico mientras hojeaba bruscamente su propio ejemplar. En el asiento de enfrente, al mismo tiempo, una joven vestida y peinada con el monótono estilo que un estirado observador (yo no, por supuesto) definiría como “típico de las chonis del sur” se dirigía a ella para pedirle si le podía acercar el periódico sobre el que se había sentado. Para pasmo de todos los que íbamos alrededor, la mujer gruesa reaccionó levantando el periódico para no ver la cara de la otra mientras mascullaba un improperio. La joven puso cara de sorpresa y masculló que la tipa debía de estar loca. La cosa no habría pasado de ahí si no fuera porque la primera seguía farfullando cosas ininteligibles, hasta que se oyó un sonoro insulto. En ese momento, la joven se levantó airada y se fue hacia la otra, recriminándole en voz alta el insulto e insultándola a su vez. A partir de aquí se inicia una “conversación” a gritos entre ambas, de lo más absurdo que os podáis imaginar, mientras los otros ocupantes del vagón ejercíamos de testigos mudos, malsanamente fascinados por el grado de violencia verbal que se estaba produciendo sin ningún motivo aparente.

Al final la chica consiguió su periódico y el tono de los improperios de ambas fue bajando hasta detenerse, momento en que todos los demás volvimos a lo que estábamos haciendo, pero con un poco menos de confianza en la racionalidad del género humano.

Para los que estamos convencidos del poder de la razón y de que las palabras sirven para entenderse, es un duro golpe observar comportamientos como éste. Siempre se puede decir que la señora estaba un poco loca, y que la chica era en exceso susceptible y, en fin, ambas un poco verduleras. Pero lamentablemente no es tan sencillo: posiblemente ambas eran gente “normal”, ciudadanas acudiendo a su puesto de trabajo, con cierto interés por las noticias del periódico, etc. Lo único que me dio por pensar, es que los “razonamientos” de los creacionistas, que el libro de Dawkins menciona a menudo, se me antojan un poco menos incomprensibles a la luz del material de desecho que hay dentro de algunos de nuestros cerebros. Y después de esta brillante conclusión, me sumergí de nuevo en la lectura, para buscar en el libro las claves de la Selección Natural que me permitieran entender el estúpido comportamiento de ciertas subespecies del homo-sapiens.

Sí, lo sé: esto es sólo una anécdota, un episodio casual que posiblemente no se repetirá en meses, del que no se pueden sacar conclusiones. Pero mirad, es lunes, comienza una dura semana de trabajo (para los que tenemos la suerte de tenerlo) y no me digáis que no es más entretenido empezarla con un poco de sociología amateur con pinceladas de psicología de barra de bar...

21/10/10

"Siete propuestas al Gobierno sobre energía eléctrica". Discusión

La Fundación de Estudios sobre Energía, vinculada a la UPM, ha enviado al Ministerio de Industria una propuesta de modelo eléctrico para España, dividida en 7 puntos fundamentales, cuyo resumen podéis leer aquí.

Como alguno de los firmantes fue profesor mío, y algún otro fue jefe mío, no puedo resistirme a comentarla, aparte de que trata temas de interés principal para este blog.

Creo no descubrir nada si digo que el modelo eléctrico español es kafkiano. Los sucesivos "no-modelos" y las decisiones poco meditadas de los diferentes gobiernos nos han llevado a una situación en la que la industria paga una energía posiblemente más cara de lo necesario (afectando a su competitividad), los consumidores están desinformados y poco dispuestos a asumir el "coste del bienestar" que supone la electrificación, y las empresas del sector se enfrentan a una inseguridad regulatoria indigna de un país desarrollado.

Los comportamientos que nos han llevado hasta aquí, y que prometen convertir la situación en desastrosa si persisten, los resumo de este modo:

  • Regulación. Cambios continuos de criterio, y a menudo de forma contradictoria, que hacen muy difícil a las empresas valorar sus inversiones. Tomemos como ejemplo la política de subvenciones: al mal endémico de subvencionar las instalaciones masivas de tecnologías que están al comienzo de su curva de aprendizaje (solar fotovoltaica o coche eléctrico en el momento actual) o sin comprobar que cumplen con el objetivo buscado (cogeneración en el pasado), se une el cambio continuo de criterio y la regulación "en base a ocurrencias" (a la que no es ajena la personalidad del actual Ministro de Industria) o para cubrir objetivos políticos de cortísimo alcance, como el reciente decreto del carbón. Añadamos también otro mal español: la ausencia de organismos reguladores con la suficiente influencia, en este caso la CNE, que la podría tener pero no se le permite.
  • Toma de decisiones en base a la ideología... como la moratoria nuclear en su momento, o la negativa a prorrogar la vida útil de las nucleares en contra de los informes de los técnicos... o por amiguismos y luchas de poder, como el caso Enel-Endesa.
  • Problemas económicos no del todo resueltos ni explicados, como los Costes de Transición a la Competencia en el pasado y el déficit de tarifa en el presente, que ningún gobierno quiere afrontar y que terminan pagando los consumidores.
  • Aspectos técnicos que necesitan reformas urgentes, como el funcionamiento del pool eléctrico y la difícil vinculación entre el precio de la electricidad y sus costes.
  • ...Y otros que seguro que me dejo en el tintero, y que reflejan en su conjunto una dramática falta de planificación de largo plazo y de objetivos claros "de país" que trasciendan los 4 años de legislatura.
Así las cosas, vamos con las 7 propuestas (que espero que hayáis leido en el enlace de más arriba): comentaré lo que me parece relevante de verdad, lo que cae en el "buenismo" y alguna que otra carencia importante...

1.- Planificación del mix. Clarísimo, quizá lo más importante para empezar. Y anticipar problemas, algunos ya comentados en este blog, por ejemplo, aquí.

2.- Gestión de la demanda. Se centran en aplanar las puntas, mediante sistemas de almacenamiento como las centrales de bombeo y el vehículo eléctrico. Fundamental, sobre todo lo primero, pues lo segundo es más incierto y a más largo plazo. Pero las centrales de bombeo, que alguien me explique por qué este país no está volcado en construir estas centrales, de tecnología conocida y disponible, por todo el país pero sobre todo asociada a los parques eólicos, en lugar de tirar el dinero en huertos solares. Más centrales de bombeo ya!!!!
Sorprende sin embargo que no se hable de medidas de reducción de la propia demanda (ahorro y eficiencia), que a corto-medio plazo es la "fuente de energía" que tiene mayor potencial...

3.- Asegurar un parque eléctrico con suficiente potencia firme, no sometido a los vaivenes de las necesariamente presentes renovables. De tres modos: almacenamiento mediante centrales de bombeo (otra vez), prolongación de la vida útil de las nucleares y facilidad para posibles proyectos nucleares futuros, y "tecnologías de captura" para las centrales de carbón. En ésto último es donde creo que caen en el buenismo... porque el estado de las tecnologías de captura es preliminar, y las de almacenamiento de CO2 (necesario paso posterior) no digamos... sorprende una apuesta tan clara por una tecnología tan incierta.

4.- Renovables. Asumir que la apuesta por ellas lleva consigo la instalación de suficiente potencia de respaldo, avanzar en medios de almacenamiento (bombeo!!) y que aún así puede no ser suficiente para gestionar la variabilidad (ya hablamos de ello en este post). Por lo tanto, hay que aumentar la capacidad de interconexión internacional.
Un punto importante: no subvencionar implantaciones masivas!!!. Implementar los concursos-subasta para las tecnologías renovables y subvencionar la I+D para reducir sus costes.

5.- Política energética que apueste por la tecnología y apoye el I+D de las empresas (no sólo proyectos públicos), particularmente en estos campos:
- Confinamiento del CO2. Como he dicho antes, es la tecnología más incipiente e incierta.
- Almacenamiento de energía... por ejemplo baterías para coches eléctricos, uno de los pocos puntos donde tocan el tema del transporte, tan importante!.
- Redes inteligentes de transporte y distribución. Y me consta que las eléctricas se están moviendo en estos temas. Un apoyo público a estos proyectos me parece mucho más rentable que las subvenciones fotovoltaicas y al coche eléctrico en que nos movemos en la actualidad.

6.- Repensar el diseño y funcionamiento del mercado eléctrico y su regulación. Muy necesario, ya comentado, sin embargo se tocan en este epígrafe varios puntos que me parecen discutibles: para empezar, el grupo asume desde el principio que se debe buscar la disminución del coste de la energía eléctrica, sin embargo aboga por incluir las externalidades en el coste de la energía de origen fósil... me pregunto si ambos objetivos son reconciliables.
Por otra parte, hablan de "una retribución a la extensión de vida útil de las hidroeléctricas y nucleares que permita que se beneficien las empresas, los consumidores y los contribuyentes". Este punto es importante porque no está claro en qué sentido lo dicen, pero debemos dejar claro el sentido en que se debe decir: las extensiones de vida útil de centrales ya amortizadas, cuyos costes de inversión han sido pagados y garantizados (CTC...) por los consumidores, suponen un sobrebeneficio para las eléctricas si la electricidad se vende al precio del pool. Este sobrebeneficio es una apropiación indebida de recursos del consumidor, y debe ser urgentemente corregida. Las eléctricas deben devolver parte de este sobrebeneficio via reducciones de tarifa, por ejemplo.

7.- Reparto de objetivos entre los Ministerios de Industria (definición de la política energética) y de Ciencia e Innovación (investigación tecnológica en energía). Y, sobre todo, potenciación de la CNE como evaluador del sistema regulatorio y garante de su cumplimiento.

En resumen: una propuesta que toca casi todos los puntos importantes, pero poco novedosa en realidad, salvo por la propuesta de subastas para las tecnologías renovables, y que sorprende por la importancia que da a las tecnologías de captura de CO2, (en mi opinión muy optimistas) y lo poco que habla de medidas de ahorro y eficiencia energética (en mi opinión la mejor "fuente de energía alternativa" de la que disponemos a corto-medio plazo).

6/10/10

La "nueva izquierda" pega con fuerza...

... o "cómo multiplicar por diez el riesgo-país en un solo instante"

30/9/10

La influencia de la cultura en la economía: el recurso a las explicaciones fáciles

De un tiempo a esta parte leo en algunos artículos y escucho en algunas tertulias la vieja cuestión de hasta qué punto los factores culturales influyen en la economía, o más concretamente, en el nivel de desarrollo (la riqueza, en definitiva) de los distintos países.

Dada la crisis económica que vivimos, y los recientes problemas de España y otros países del grupo de los PIGS con su deuda, estas “agudas” reflexiones han proliferado en los medios. Recomiendo fervientemente que leáis este artículo de El País: “La Economía entiende muy poco de dioses”, ya que aunque el tratamiento es un tanto superficial y frívolo, pone sobre la mesa varias cuestiones interesantes y resume las posturas de varios economistas y sociólogos al respecto.

La cuestión es si la religión (y más en general, los aspectos culturales de una sociedad) tienen tanto peso como para condicionar el desarrollo económico de los países. Este tema se ha debatido desde hace tiempo, al menos desde que Max Weber defendiera las supuestas ventajas de la moralidad protestante frente a la católica a la hora de hacer negocios. Otras veces, sin embargo, y un tanto en contradicción con lo anterior, se ha hablado de las ventajas de las religiones “occidentales”, intervencionistas y materialistas, sobre las orientales (budismo, confucionismo…), que más bien empujan al individuo hacia el retiro, la introspección y el rechazo a lo material, deduciendo por ello que los países orientales nunca llegarían a ser potencias económicas y serían siempre avasallados por el empuje de los occidentales.

Mi postura al respecto está clara: no aceptar explicaciones que sirven para explicarlo todo, y por lo tanto, no explican nada. Para empezar, existen muchísimas excepciones a la tesis de que la religión influye en la riqueza de las naciones: las hay ahora, y las ha habido en casi cualquier momento histórico donde se nos ocurra “hacer la foto”. Entre otras cosas, porque el desarrollo económico de casi todos los países ha venido cambiando continuamente desde la Revolución Industrial, si bien de manera desigual y con acelerones y frenazos en según qué momento histórico y en qué lugar geográfico… pero con una tendencia general al crecimiento (con la excepción del África Subsahariana). Pues bien, parafraseando al economista Sala i Martin, “tú no puedes explicar algo que cambia rápidamente mediante factores que o bien no cambian o bien lo hacen muy lentamente” (como son la religión y la cultura). Dicho sea de paso, los términos “cultura” o “factores culturales” son suficientemente vagos como para dar cabida en ellos a cualquier cosa.

Hoy hay muchos países católicos que son más ricos que los protestantes de su entorno. Y las economías de Japón, Hong Kong, Taiwan o Corea del Sur, y cada vez más la de China, desmienten también la tesis de las “religiones orientales”.

¿Por qué razón, entonces, es tan persistente la idea de que la religión y la cultura influyen en la riqueza de las naciones? Muy sencillo: porque es una explicación fácil, muy a mano para los que no quieren hacer el trabajo duro, el trabajo científico… parece que de forma natural lo explica todo, aunque no explique nada, es decir, exactamente igual que las pseudociencias. Es una narrativa fácil de entender por todo el mundo y además alimenta nuestros prejuicios: los irlandeses son vagos y borrachos en comparación con los ingleses; los anglosajones protestantes son industriosos y emprendedores en comparación con los católicos mediterráneos, más dados a la resignación y a la sopa boba; los musulmanes son fanáticos y dados a la traición; los orientales son sumisos y carentes de liderazgo y de creatividad;… y, en fin, los negros son menos inteligentes aunque tienen el miembro más largo…

Tomemos como ejemplo la tesis defendida por del sociólogo Enrique Gil Calvo sobre los países europeos en el artículo enlazado: los tres “grados de bienestar” (nórdico-socialdemócrata, anglosajón-liberal y continental-democristiano), que el ínclito profesor relaciona directamente con la religión (luteranos, calvinistas, católicos), mezclando en la coctelera también el “grado de tolerancia a la corrupción”. No parece importarle mucho meter a los PIGS en el grupo de comportamiento “continental-democristiano” a pesar de que hay alguno no continental (Irlanda) y alguno no católico (Grecia). Lo dicho, todo vale si confirma nuestros prejuicios. Porque cuando a los PIGS les iba bien, (particularmente bien a Irlanda y a España) supongo que era porque sus ciudadanos dejaron de ir a misa.

¿Es posible dar alguna explicación alternativa a la situación de crisis de los PIGS, que no caiga en el “recurso fácil” de la religión y la cultura? Bueno, podemos hacer el intento… por ejemplo, os recomiendo este artículo de Javier Andrés en el blog NeG sobre los desequilibrios globales.

Hay que decir que pensadores a los que respeto más que a Gil Calvo también se apuntan desde hace tiempo a la “tesis de la cultura”. Como ejemplo, leed éste artículo del economista Jeffrey Sachs sobre el crecimiento en la “economía budista” de Buthan, que es, en efecto, una bonita historia. Se pueden encontrar historias de éxito similares (aunque escasas) en otros países que parecen destacarse poco a poco sobre el lúgubre destino de sus vecinos: los primeros que me vienen a la mente son Costa Rica, en Centroamérica, y Botswana, en el África Subsahariana. ¿Qué se puede decir para explicar su éxito? Pues, como diría la gente que se dedica a estudiar la Economía del Desarrollo, el problema es que se puede decir muy poco, o al menos ser muy cauteloso, a la hora de explicar por qué unos países tienen éxito y otros no… hay que observar, tomar datos, relacionar variables, construir un modelo y testarlo. Ya sé que no es fácil. Lo fácil es recurrir a la religión, a la raza, a la cultura negra, a la crueldad del pasado colonial… Pero si somos más cuidadosos, si tenemos en cuenta todos los factores que pueden influir, y que podemos observar incluso en el artículo de Sachs sobre Buthan (aunque él prefiera el budismo como explicación última), veremos cómo surgen del análisis cuestiones relacionadas con el buen gobierno, la apertura del mercado, el aprovechamiento inteligente de tus recursos naturales o de otras ventajas comparativas, la estabilidad institucional, etc… y, en definitiva, una correcta toma de decisiones político-económicas, que trascienden (por suerte) la cultura, la religión y hasta cierto punto, el entorno geográfico que te ha tocado.

Desde luego, la respuesta a la pregunta del por qué de la riqueza de las naciones está lejos de estar clara: es un campo de investigación apasionante de la Economía del Desarrollo. Y como tal campo de investigación, podría ser que finalmente asignara algún papel a los aspectos culturales o religiosos. Mi propia opinión al respecto no es la de despojarles absolutamente de algún papel: pienso que dichos aspectos, en el mejor de los casos, “modulan” la respuesta de una sociedad ante determinadas políticas. Es decir, podrían influir en el grado y facilidad de implantación de determinadas políticas y por lo tanto explicar pequeñas diferencias en la “manera de crecer” de unos países y otros. Pero no hasta el punto de condicionar su éxito o su fracaso. Pero esta es una hipótesis que, como todas, tiene que ser sometida al juicio empírico.

Mientras tanto, huyamos de las explicaciones fáciles sobre cuestiones que distan mucho de estar resueltas.


ACTUALIZACIÓN: Un estudio curioso relacionado con el tema del post lo podéis ver comentado en el blog Neoconomicón: "Democracia pluvial".

27/9/10

Políticos y método científico

Esta llamada de Santiago Lamas (investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa) a los políticos en El País para que usen el método científico en su acción política es tan enternecedoramente ingenua que no me resisto a reproducirla aquí: "Ciencia y Politica: superar el desamor"

... podría haberla escrito hasta yo, je, je...

20/8/10

La formación “humanista” de los ingenieros

Pedro Linares, profesor del ICAI, cuyo blog acostumbro a consultar con frecuencia porque me gustan los mismos temas que a él, por el interés de sus enlaces y, sobre todo, por la sensatez y coherencia de sus opiniones, nos habla de la necesidad de que los universitarios reciban una formación “humanista e integral”, centrándose particularmente en las escuelas de ingenieros.

Cito algunas de sus palabras:
 “hace falta dar valores a nuestros ingenieros para saber lo que deben hacer con su ciencia. Si no, iremos donde hemos ido siempre: a un uso no siempre apropiado de la tecnología

Tenemos que evolucionar hacia unas materias mucho más relacionadas y conectadas con su formación: filosofía de la ciencia, ética de la ingeniería, ingeniería para cambiar el mundo, impartidas por profesores que se hayan enfrentado a los problemas éticos y de valores a los que se enfrentarán nuestros ingenieros y que sepan guiarles en estas situaciones, que les enseñen cómo ver toda la tecnología desde esta óptica de valores.”

Y además, tenemos que complementarlas con otras materias humanistas:
- una asignatura de literatura: yo creo que sólo sabe escribir bien el que ha leído mucho. Si no conseguimos que nuestros ingenieros lean no sabrán escribir, y esto es fundamental en su vida profesional. Las asignaturas “normales” no tienen hueco para esto, bastante tienen con lo suyo…
- talleres de comunicación oral: al menos igual de fundamental, saber comunicar sus ideas y su trabajo, y hacer presentaciones públicas. Igual que antes, se puede practicar en las otras asignaturas, pero es difícil aprenderlo en ellas.
- liderazgo y trabajo en equipo, cualidades cada vez más valoradas en el mundo profesional. Esto puede aprenderse en los trabajos prácticos de las asignaturas “normales”, pero nunca está de más un seminario específico.”

Como ingeniero, formado en mi caso en la ETSII de la UPM, sé que tiene mucha razón en lo que pide, y que la ausencia de una formación “integral” es una carencia importante de nuestras escuelas de ingeniería, a pesar de que muchas de ellas (por ejemplo la ETSII) presume de no haberse rendido a la especialización absoluta y de dar una formación generalista y completa. Pero lo que entienden allí por formación “generalista” consiste básicamente en sumar asignaturas comunes a varias especialidades, pero desde luego falta la formación humanista y, sobre todo, falta dar contexto, otorgar al alumno una visión global de su formación, que sea algo más que una suma más o menos caótica de asignaturas.

Difiero un poco de Pedro Linares en los detalles, posiblemente porque entiendo de otro modo lo que significa una formación “integral. Pedro se centra mucho en su entrada en los “valores” personales del individuo, posiblemente porque da clase en una escuela privada jesuita, que defiende un determinado tipo de valores, los cristianos (o más bien los jesuitas, que no coinciden totalmente con los “valores cristianos” de otras congregaciones) que yo, particularmente, considero del todo punto irrelevantes para el ejercicio de la profesión de ingeniero. Sobre el tema de los valores, mis objeciones son dos:
  1. Creo que los valores y la ética personal del individuo ya están esencialmente formados cuando uno pasa por la universidad. Y, en cualquier caso, una escuela técnica no está para eso. Sí creo, sin embargo, que se debe dar importancia en las escuelas técnicas a asuntos relacionados con el trabajo en equipos grandes, la gestión de proyectos complejos, las relaciones interpersonales en el seno de organizaciones y la resolución de conflictos en el ámbito del trabajo. Cuestiones donde se ponen en juego, no lo voy a negar, los valores del individuo.
  2. Siempre he creído que cuestiones de esta índole se inculcan mejor al alumno predicando con el ejemplo más que con asignaturas concretas. Y aunque una cosa no quita a la otra, creo que en la mayoría de nuestras escuelas técnicas estamos aún en un nivel muy primitivo en cuanto a actuaciones éticas de los profesores para con el alumno como para pensar en una asignatura sobre ética: me estoy refiriendo a la actuación de los profesores durante las clases, en su manera de enseñar la profesión, durante los exámenes o en las revisiones, por ejemplo. Actuaciones despóticas o arbitrarias, temarios caprichosos o que son consecuencia de luchas internas de una cátedra, exámenes con una relación vaga con el temario de la asignatura, correcciones de exámenes draconianas o poco profesionales, falta de respeto al alumno en revisiones. Y sobre todo arbitrariedad: poco respeto a las reglas del juego, que se cambian a capricho. Que nadie me entienda mal: hay muchas excepciones a tales comportamientos, el problema es que no deberían ser excepciones. Tampoco estoy pidiendo que se relaje la exigencia de las escuelas técnicas, sino que dicha exigencia sea sobre los conocimientos y la responsabilidad del alumno, y no mediante palos y trampas al alumno que nada añaden a su formación (salvo desarrollar una paciencia inagotable y reforzar la voluntad de superación, claro).
Volviendo a temas más concretos de la entrada de Pedro Linares, estoy de acuerdo en que es esencial que un ingeniero sepa escribir (aunque también me parece excesivo una asignatura de literatura como tal). Es increíble la cantidad de universitarios españoles, ingenieros o no, que escriben dando patadas al idioma, y a veces de forma directamente ininteligible. Esto incluye a algunos profesores.
Tal desprecio por la escritura y el idioma viene sin duda heredado del bachillerato, y en las escuelas técnicas parece reforzarse la idea de que la manera de escribir no es importante para la profesión del ingeniero. No se dan cuenta del ridículo y la vergüenza ajena que produce ver los escritos de alguna gente que tiene una formación universitaria supuestamente de alto nivel. Y más importante si cabe que saber escribir, y en esto coincido también plenamente con Pedro, es aprender a hacer presentaciones públicas orales de tu trabajo. Aunque en el caso de los ingenieros, al menos en muchas especialidades de mi escuela, es requisito imprescindible presentar el Proyecto de Fin de Carrera ante un tribunal, pero este ejercicio es demasiado escaso y llega demasiado tarde como para que sirva como aprendizaje.

Por lo demás, no sé si Pedro está siendo demasiado ambicioso en su planteamiento. Coincido en que serían deseables asignaturas como “filosofía de la ciencia”, “ética de la ingeniería”, o “ingeniería para cambiar el mundo”, que él cita (aunque de esta última me gustaría saber el contenido, je, je…) Pero no se me ocurre cómo incorporar tantas asignaturas a un horario lectivo ya suficientemente cargado. Lo que yo eché mucho de menos en mi etapa universitaria es lo que comentaba al principio, algo así como una asignatura de “contexto de la ingeniería” o “visión global de la profesión de ingeniero”. Pedro también lo cita en su entrada:

“si no, los conocimientos se les fijarán sin saber interpretarlos, sin saber colocarlos en el marco adecuado.”

No es deseable que el ingeniero no sea plenamente consciente hasta mucho después de acabar la carrera, de la relación entre unos conocimientos y otros y la relación de sus conocimientos con el mundo de la empresa, con la investigación y en general con la sociedad en la que vive. En general se espera que el alumno vaya captando por sí mismo estas interrelaciones, pero insisto en que eso es mucho pedir con un horario lectivo sobrecargado y asignaturas duras de pelar sobre todo los primeros años (algunas fuertemente conceptuales: Álgebra, sobre todo, pero también Ecuaciones Diferenciales, Termodinámica o Geometría Descriptiva). Contribuiría mucho a la formación integral del ingeniero una asignatura en la que se explicara la importancia de estudiar en primer curso los determinantes, las matrices y la teoría espectral, para su aplicación posterior a la Resistencia de Materiales, la Física Nuclear o a mil cosas más. Cuál es la importancia de estudiar Geometría Descriptiva para dotar de visión espacial al ingeniero y entender posteriormente el funcionamiento de mecanismos. También situar la importancia de las ecuaciones diferenciales en cualquier problema dinámico, en particular la termodinámica y la mecánica de fluidos que se estudia más adelante, y a su vez estas dos para conocer los fundamentos de las máquinas térmicas e hidráulicas. Y que el mundo no es siempre lineal (de hecho no lo es casi nunca, aunque para muchos problemas del mundo bastan las aproximaciones lineales), y que los modelos numéricos de simulación por ordenador son útiles para tal cosa pero limitados para tal otra, y qué simplificaciones matemáticas encierran. Y mucho más inglés y técnicas informáticas son deseables, pues son los lenguajes en los que se habla en el mundo.

Otra cosa que se podría hacer es ejercitar, mediante casos prácticos al estilo de las escuelas de negocios, cómo enfrentar determinado tipo de problemas del mundo industrial, al menos cómo enfocarlos, y qué técnicas están al alcance del ingeniero para tratar de resolverlos. Tras más de 10 años de experiencia laboral, puedo afirmar que esto último es infinitamente más importante que muchas asignaturas de la carrera, que se olvidan rápido, y de paso algunos podrían ahorrarse el dinero de pagar un master en el que se enseñan cosas que debieran haberse enseñado en la Escuela.

Lamentablemente, y al menos en lo que se refiere a la universidad pública, no parece que todos estos asuntos estén en la agenda. Cabe preguntarse con preocupación, como ya hizo Nietzsche hace más de 100 años, cuál será el porvenir de nuestras escuelas (técnicas):

“Una sola boca que habla y muchísimos oídos, con un número menor de manos que escriben, tal es el aparato académico exterior, tal es la máquina cultural universitaria puesta en funcionamiento.”
Friedrich Nietzsche. 1872.

19/8/10

Tabla periódica de las magufadas

Sabiendo lo importante que es en ciencia ordenar y clasificar, os adjunto la "tabla periódica" de las magufadas, desde las más tradicionales a las new age, para saber de un solo vistazo cuando alguien te está soltando bulos o gilipolleces:



Propongo que se equipe con una de éstas a cada niño en la escuela, completándola con discusiones críticas y distendidas en clase sobre cada uno de los "elementos", incluidas las religiones. Es más barato (y posiblemente más efectivo) que equiparles con un ordenador.

21/7/10

"Los reguladores también son humanos..."

El economista Edward Glaeser tiene la enorme virtud de escribir continuamente sobre temas que me interesan especialmente. En este caso lo hace sobre los "fallos del regulador", sobre todo cuando se trata de corregir problemas de racionalidad limitada.

La pregunta que se hace Glaeser es si la propensión de la gente a cometer errores y a tener comportamientos "irracionales" en determinadas decisiones económicas, hace más atractiva la idea de un "gobierno fuerte" que se ocupe de vigilar estos excesos privados. Cita como ejemplo la Oficina de Protección Financiera del Consumidor" que pretende lanzar el gobierno Obama.

Nos habla del comportamiento irracional de los agentes en la burbuja inmobiliaria en EEUU (el razonamiento es igualmente válido para España). Y comenta, muy acertadamente, que el comportamiento de los que piden un préstamo para comprar una vivienda que dudosamente pueden pagar, puede ser de hecho perfectamente racional: porque piensen que, en caso de insolvencia, será otro el que asuma su deuda. O bien, y esto lo añado yo, porque piensen que es una inversión, o bien porque asumen que el banco que le está prestando ya habrá medido los riesgos suficientemente. Glaeser afirma precisamente que lo más difícil de entender es efectivamente el comportamiento de los bancos, "tan alocados como para hacer este tipo de préstamos".

En mi opinión, sin embargo, también es discutible que el comportamiento de los bancos fuera "irracional". Como he defendido ya en alguna ocasión en este blog, el problema de las burbujas no es tan sencillo, o no se producirían: es un problema de incentivos perversos que provocan que prácticamente todos los agentes involucrados inflen la burbuja con comportamientos perfectamente racionales, lo que hace difícil que se puedan "descabalgar de ella":
  • Los compradores de pisos porque ven a sus vecinos ganar dinero comprando y vendiendo inmuebles, y no quieren ser menos. Además, el banco, supuesto principal interesado en vigilar el riesgo, les da el préstamo a bajo interés y con bajas exigencias. ¿Quién va a ser el "tonto" que no lo aproveche?
  • Los promotores, chanchulleando con los políticos para conseguir suelo y elevando los precios sin límite, puesto que ven que los compradores están dispuestos a pagar cualquier cosa y los bancos están felices de prestar alegremente tanto al comprador como al propio promotor. ¿Quién va a ser el "tonto" que no aproveche el negocio?
  • ¿Los bancos? Con objetivos explícitos de sus gestores sobre el nº de hipotecas concedidas, con tasas de morosidad bajísimas, mirando de reojo cómo crece el negocio del banco de enfrente... y algunos, sin preocuparse de las hipotecas de más alto riesgo, en tanto puedan paquetizar este riesgo y venderlo camuflado a otros incautos. En el caso de los bancos, al menos de algunos, no era tanto un juego irracional como un juego de tramposos. En cualquier caso, ¿quien va a ser el "tonto" que pierda negocio abandonando el comportamiento que tan bien le va a toda su competencia?
  • ¿Los Gobiernos y la Administración? Para los ayuntamientos jugar con el suelo les permitía resolver sus problemas de financiación. Para muchos políticos locales, enriquecerse corruptamente con las recalificaciones y las adjudicaciones. El gobierno, por su parte, veía cómo la tasa de paro bajaba a niveles históricos y podía presentarlo como un éxito de su gestión. ¿Quién va a ser el "tonto" que... ? No quiero insistir.
Por supuesto, flotan en todo el asunto un par de puntos dudosamente racionales, como son:
  • Expectativas no realistas sobre la evolución del precio de la vivienda (que seguirá subiendo de modo indefinido, que no puede bajar...). Pero esto, no lo olvidemos, era un escenario posible (aunque improbable) por el que todo el mundo apostó porque estaba ganando dinero al apostar por él.
  • Un comportamiento irresponsable de la mayoría de los agentes, consistente en algo así como "otro estará mirando los riesgos". Es decir, cada agente involucrado consideró que "alguien" estaría cuidándose de los riesgos, y mientras tanto ellos tenían vía libre.
Esto es como la parábola del precipicio: mucha gente avanza inexorable, entre la niebla, hacia un precipicio mientras ganan dinero a base de avanzar por la pendiente. Muchos creen que no hay precipicio... otros saben que debe de haberlo, pero que siempre podrán abandonar la carrera a tiempo. Desde luego nadie quiere abandonar la carrera mientras siga ganando dinero, nadie quiere dejar de ganar mientras el resto de corredores sigue ganando. ¿Es esto comportamiento irracional? Es discutible.

Pasando a analizar el asunto de una agencia reguladora que vigile el comportamiento irracional de los agentes, la opinión de Glaeser es que tales agencias también están sometidas al error y al comportamiento irracional, y ejemplos tenemos que lo demuestran. La solución por la que aboga es que dichas agencias tengan objetivos modestos y bien definidos, básicamente informar a los más vulnerables, y que tengan una baja burocracia en su funcionamiento. Quiere evitar que la agencia genere barreras de entrada y limite la innovación.

Y es en este punto, en las conclusiones, en donde yo no estoy de acuerdo con Glaeser. Entiendo que por lo que él aboga es algo de tan bajo nivel (algo así como la agencia que obliga a etiquetar el contenido calórico de los alimentos) que muy dudosamente servirá para algo.

En mi modesta opinión, lo que se necesita es una agencia con la suficiente capacidad como para establecer y seguir algún tipo de indicador de alerta contra el riesgo sistémico, y con capacidad para actuar "irracionalmente" (valga la boutade) y pinchar burbujas. Esto significa poca gente pero muy formada y bien pagada, con independencia política y de criterio, algo así como el Banco de España en la época de Luis Ángel Rojo, que fue capaz de cabrear a nuestros banqueros imponiendo provisiones contracíclicas en un momento en que esto parecía "irracional". Con la que ha caído y está cayendo, lo que menos nos debe preocupar es "que se limite la innovación"... todo lo contrario, vigilar la innovación es posiblemente, y a la luz de los acontecimientos, el objetivo.

Sobre las dificultades para configurar tales agencias, y sobre si debe o no debe ser el Banco de España una de ellas, Jesús Fdez. Villaverde lo ha discutido en el blog Nada es Gratis, en una serie (I, II, III y IV) cuya lectura os recomiendo fervientemente a pesar de ser bastante más técnica.


ACTUALIZACIÓN 22/07/10: Un artículo de Robert J. Shiller en el que aboga por un regulador fuerte y le asigna la responsabilidad a los bancos centrales.

14/7/10

El futuro del gas natural

El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) acaba de publicar un informe sobre el futuro del gas natural como fuente de energía, en la misma línea de los informes que ya sacó sobre energía nuclear, carbón y fotovoltaica. Os lo podéis descargar aquí.

Como el tema de la energía es uno de los favoritos de este blog, y además hemos dedicado algunas entradas recientes a la confrontación gas natural - renovables, voy a resumir lo que me parece más relevante o llamativo del informe.

El gas natural como fuente de energía "puente" hacia un mundo bajo en carbono

Los autores del informe centran sus estimaciones en el año 2050, y consideran al gas natural como una fuente de energía "puente" hacia un mundo bajo en carbono. Este mundo "bajo en carbono" estará formado por renovables, nuclear y también fósiles de gas y de carbón, pero éstas últimas dotadas con tecnologías de "captura y almacenamiento de carbono" (CAC)

Esto es llamativo, porque muchos consideran que la energía "puente" tendría que ser la nuclear, descartando de antemano el gas por ser energía fósil. En el informe del MIT se deja claro que dicha visión no es muy realista, dada la madurez de las tecnologías de generación eléctrica basadas en gas y la disponibilidad de reservas, que catalogan como suficientes para el presente siglo.

La importancia del gas natural, según el informe del MIT, es que previsiblemente reducirá las emisiones de CO2 de forma importante, pero siempre que se reemplace masivamente a las centrales de carbón más ineficientes por Ciclos Combinados de Gas. Más en detalle, el informe afirma que el gas natural reemplazará fuertemente al carbón en la generacion eléctrica en el 2050, siempre que las emisiones de CO2 se tasen lo suficiente para conseguir lo siguiente:
  • que los países industrializados lo reduzcan un 50% para 2050
  • que los países en desarrollo lo reduzcan un 50% para 2070
Asume también reducciones de precio de las alternativas: renovables, nuclear y CAC (estas últimas tecnologías, por cierto, están en fase incipiente y aún no está nada clara su viabilidad económica e incluso tecnológica en algún caso).

Reservas

Sobre la cuestión de las reservas, el informe le da mucha importancia al gas "no convencional", cuyas reservas, apenas explotadas, se estiman superiores a las convencionales (tight gas, coal bed methane, gas shales) o muy superiores (hidratos). Sobre los hidratos hay grandes incertidumbres tecnológicas en cuanto a explotación, pero no así sobre las anteriores. El informe se centra bastante en los gas shales (asociado a rocas), cuyo principal problema de explotación es medioambiental. Para el MIT, sin embargo, los problemas medioambientales relacionados con el gas no convencional (básicamente contaminación de aguas superficiales y de acuíferos subterráneos) son "gestionables, aunque desafiantes".

Interacción con renovables en generación eléctrica

El informe alerta de que la introducción de mucha generación renovable intermitente podría tener un efecto indeseado a corto plazo: al reducir la generación con gas, podría forzar el arranque "en base" de centrales de carbón, y por tanto perjudicar, paradójicamente, las emisiones de CO2.

Sobre el problema de la intermitencia de las renovables ya alertábamos en ésta entrada, y sus efectos sobre las centrales de gas se comentan también en ésta otra. Este riesgo es aún mayor (esto lo digo yo, no el informe del MIT) en los sistemas que no apuesten por la nuclear como energía de base, como parece ser el caso de nuestro país (al menos a juzgar por las declaraciones de algunos, porque luego la realidad es tozuda...).

En el largo plazo, sin embargo, los autores del informe auguran un mundo en el que las renovables consiguen ser "energía de base", en cuyo caso el gas servirá para modular la demanda, es decir, servirá como soporte a las renovables en picos, funcionando en cortos períodos de tiempo. Esto requiere estructuras regulatorias que aseguren la confiabilidad del sistema y la instalación de la capacidad de gas necesaria, es decir, que aseguren la rentabilidad de las centrales de gas a pesar de éstas tengan un funcionamiento puntual.

Como decíamos en nuestras entradas enlazadas más arriba, éste problema ya se está produciendo aquí y ahora: aunque las renovables no son energía de base en el sistema español (lo es, todavía, la nuclear, y la hidroeléctrica en buenos años hídricos), entran al pool casi como si lo fueran, pues su entrada es preferencial por norma, lo cual desplaza a los ciclos combinados de gas a funcionar sólo unas pocas horas para cubrir la intermitencia de las renovables, convirtiendo en no rentables a centrales que se construyeron para funcionar muchas más horas. Ése es el problema que el MIT quiere ver resuelto a más largo plazo, mediante medidas regulatorias.
Además, en otros países sin suficiente generación nuclear, este problema puede provocar la entrada de centrales de carbón para cubrir la demanda de base, produciéndose el efecto contrario al deseado, como bien alerta el MIT.

Transporte

Una cosa que me llama especialmente la atención es el limitado papel que el informe otorga al gas natural en el sector transporte. Aunque entre las medidas recomendadas a los gobiernos aconsejan suprimir trabas administrativas al uso del gas en el transporte, en realidad casi lo descartan como solución global para el transporte, aduciendo el elevado coste de conversión de los vehículos para que puedan consumir gas.
Digo que me llama la atención porque, aunque yo mismo siempre había considerado dicha alternativa como "poca solución", hasta ahora nunca había leído una opinión tan cualificada que la casi-descartara tan claramente. No olvidemos que el transporte es el gran caballo de batalla del uso de derivados del petróleo, un problema no resuelto, y su paso a gas podría suponer también un "puente" hacia un mundo de vehículos privados eléctricos, por ejemplo. Teniendo en cuenta que se trata de tecnología conocida y utilizada desde hace tiempo en muchos países (Argentina, India...) su implantación masiva nunca sería tan cara ni dificultosa como la implantación masiva del vehículo eléctrico.

Sin embargo, posiblemente pese mucho en su contra la escasa reducción de emisiones de CO2 que se produce en la sustitución de carburantes líquidos por gas natural en los vehículos: apenas un 25%, mucho menos que cuando sustituyes carbón por gas natural en una central térmica... por eso digo que, si el objetivo es un mundo bajo en carbono, esta solución es "poco solución". Aunque los países que ya la tengan implantada podrán seguir aprovechándose de ella.

Abastecimiento y geopolítica

Se hace un comentario importante a la necesidad de cambiar el funcionamiento del mercado mundial del gas natural, principalmente para hacerlo más líquido y transparente.

Quien no sepa mucho del tema quizá no se haga una idea de la importancia de este punto, y de las enormes diferencias que hay entre el mercado del petróleo y el del gas. Trataré de resumirlo un poco:

El mercado del petróleo es muy líquido: hay muchos barcos de crudo navegando por el mundo en cada momento, que a menudo cambian de mano varias veces en función de intereses y necesidades de compradores y vendedores. Las cotizaciones internacionales de crudo y productos son conocidas y están abiertas a consulta para todo el mundo. Es cierto que persisten varios misterios, como cuánto petróleo queda y quién lo tiene, y sobre todo cómo se conforma el precio y quién y cómo influye en él en cada momento (digamos que a medio-largo plazo, la tendencia de los precios se explica suficientemente bien mediente la curva de oferta y demanda. A corto, sin embargo, miríadas de pequeñas variables y decisiones influyen en la variabilidad, que se parece mucho a un movimiento azaroso). Pero, para cualquiera que necesite comprar o vender petróleo crudo o productos, las reglas de funcionamiento de este mercado son razonablemente claras para todo el mundo: cualquier operador puede comprar un barco de crudo, enviarlo donde quiera o revenderlo mientras se acerca a su destino, y ponerse de acuerdo en el precio de la transacción: existe un mercado spot suficientemente desarrollado.

En el gas natural, sin embargo, esto no es así. Hay que entender que históricamente el gas natural se consideraba un subproducto del crudo sin valor económico, y se quemaba en boca de pozo sin ningún uso. Según muchos paises empezaron a utilizar el gas natural, se le empezó a asignar valor económico, pero para hacerlo efectivo era necesario que el yacimiento estuviera cerca de la demanda, pues construir un gasoducto es muy caro y las tecnologías para licuar el gas natural y transportarlo en barcos aún eran incipientes. Se impusieron, en este entorno, los contratos cerrados de abastecimiento a largo plazo entre un productor y un comprador de gas, que permitieran recuperar el coste de desarrollar las infraestructuras de transporte hasta el lugar de consumo, a menudo con cláusulas "take or pay" mediante las cuales el comprador paga lo que dijo que iba a consumir, lo consuma o no.

Es, por lo tanto, un mercado de contratos cerrados, donde apenas existe el mercado spot. Poco a poco, a medida que se desarrolla el GNL (gas natural licuado) ya que las distancias no permiten la construcción de gasoductos, y proliferean en nuestros océanos los barcos de GNL, es de esperar que empiece a generarse un mercado spot similar al del petróleo, con cotizaciones diarias abiertas a todo el mundo y no "escondidas" en contratos privados.

Para que el gas natural tenga el peso que merece como fuente de energía de uso global, desde luego el MIT considera este punto imprescindible, tanto como para recomendar que dicho objetivo forme parte de la agenda de asuntos exteriores del gobierno de EEUU... lo cual, si revisamos los acontecimientos recientes y cambiamos a Obama por Bush y al gas por el petróleo, no es demasiado tranquilizador...


Política industrial
 
Para terminar, el informe hace algunas recomendaciones relacionadas con la "política industrial", que merece la pena resaltar pues también están candentes en nuestro país y en muchos otros.
 
Si bien por una parte animan a favorecer mediante incentivos fiscales, regulación o subvenciones la implantación de ésta fuente de energía para sustituir al carbón, alertan del peligro de dichas políticas si no se miden muy bien. Resumiendo mucho, las ideas serían dos:
  • No favorecer a una fuente de energía con medidas que a su vez perjudiquen a otra, sobre todo si ambas persiguen objetivos similares en cuanto a eficiencia y reducción de emisiones.
  • Implantar un "coste del CO2" para todas, y que cada palo aguante su vela... y ninguna subvención a largo plazo.
Sencillo, ¿no?

2/7/10

Sobre huelgas de privilegiados...

Está habiendo muchas reacciones a la huelga de Metro en curso en Madrid, sobre todo a raiz del incumplimiento de los servicios mínimos por parte de los huelguistas los primeros días de la semana, que produjeron un caos en las horas punta de la ciudad.

La mayoría de las reacciones han sido muy críticas con la postura de los sindicatos y los huelguistas. Por ello José Rodríguez ha escrito un post, que recomiendo leer, tratando de aclarar algunos puntos importantes.

Me gustaría hacer dos comentarios:

1) El fondo del asunto: lo que ha provocado la huelga es la pretensión de la Comunidad de Madrid de aplicar a los trabajadores del Metro una reducción salarial en línea con la decretada por el Gobierno para todos los funcionarios públicos, ya que ésta reducción viola el Convenio pactado y vigente hasta 2012.
Hay que decir que la reducción gubernamental no aplica a los trabajadores públicos-no funcionarios, como los de Metro y Renfe, por ejemplo. Se podría considerar justa, desde este punto de vista, la protesta de los trabajadores, pues la pretensión de la CAM violaría el Convenio pactado.

Sin embargo, para mi esto sólo carga de razón a los que piensan (pensamos) que el mecanismo actual de negociación colectiva y la rigidez de los Convenios es un lastre a la hora de adaptar las condiciones salariales en una empresa a los vaivenes de la economía, debido a su comportamiento procíclico. Es inconcebible que en una situación de recortes generalizados y paro creciente, un grupo de trabajadores se aferre a un texto, por muy pactado que esté (en un momento en que no se preveía la situación actual) para excluirse del entorno general y mantener una situación que ahora ya se podría considerar de privilegio frente a otros trabajadores, ya que además sus puestos de trabajo están garantizados. Aunque la decisión sobre este punto corresponde a los propios trabajadores afectados, es muy difícil que el resto de trabajadores les otorgue la comprensión que piden, sobre todo si tenemos en cuenta el punto 2):

2) El incumplimiento de los servicios mínimos. Según la ley, los servicios mínimos los decreta la autoridad competente cuando el servicio se considera esencial (aunque se recomienda pactarlos). Y aquí está el problema: para la CAM el Metro de Madrid es un servicio esencial, para los representantes sindicales del Metro, no.
Para mi es evidente que el metro es un servicio esencial en las horas punta de una gran ciudad: no se trata sólo de "reducir la comodidad de los ciudadanos a la hora de ir al trabajo": la cantidad de problemas, económicos y de todo tipo, que genera la suspensión total del Metro en una ciudad como Madrid es incalculable. El Metro puede no ser un servicio esencial en Roma, donde sólo hay tres líneas cuya utilización es más o menos marginal, pero en Madrid, en Londres, en París, etc., es un servicio esencial, repito, en hora punta.

Los servicios mínimos aceptables son, si no me equivoco, del 50% en hora punta y 0% el resto. No son abusivos. Reducir a la mitad el servicio en hora punta significa condiciones bastante penosas para los viajeros en muchas líneas del suburbano madrileño, ya sobrecargadas en situación normal, y retrasos para llegar al trabajo de la mayoría de la gente. Si la CAM pretendía otros servicios mínimos (70% en hora punta y 30% el resto, cita José en su post), el problema es que la ley le confiere esta facultad, y quien la inclumpla, se expone a sanciones. Y, en cualquier caso, creo que los trabajadores podían perfectamente haber decidido cumplir el 50-0, a sabiendas de que posteriormente un juez les daría la razón. La decisión de inclumplirlos por completo creo que es injustificable, y que no responde, a diferencia de lo que cree José, a una protesta contra los servicios abusivos pretendidos por la CAM, sino simple y llanamente al deseo de causar el mayor perjuicio posible, que saben perfectamente que lo sufre el ciudadano, no Esperanza Aguirre. Y lo hacen, seamos claros, porque pueden. Como lo han hecho en otras ocasiones. Como lo han hecho otras veces los maquinistas de Renfe. Y también los pilotos del SEPLA. Es una actuación típica de "sindicato privilegiado": saben que tienen el poder de colapsar Madrid y lo ejercen, lo demás son excusas.

Algún jurista, también funcionario público, llega incluso a cuestionarse el derecho a la huelga de los trabajadores públicos, con buenas razones (básicamente que el principal perjudicado no es la empresa contra la que protesta, sino el ciudadano, y además tiene el puesto de trabajo asegurado). Yo no voy a llegar a tanto. Pero sí pienso que cuando un grupo de trabajadores tiene ese poder tan importante, debe aplicar una gran responsabilidad a la hora de ejercerlo. Y explicar perfectamente a la opinión pública los motivos de su postura. Es lo único que puede hacer que el resto de ciudadanos, que son los que sufren la huelga, sean comprensivos: que entiendan bien cuál es la situación y las motivaciones, y que vean que se actúa con responsabilidad. Ninguna de estas cosas se ha dado en este caso: no hay más que oir las declaraciones de algunos representantes sindicales especialmente cabestros("vamos a paralizar Madrid", "esta señora va a saber quiénes somos", etc.), para dudar muy mucho de su responsabilidad y de que los perjuicios al ciudadano les importen un pepino.

Así las cosas, las medidas disciplinarias que pueda tomar la CAM contra los trabajadores del Metro me temo que serán aplaudidas por todo el mundo. Victoria política para Aguirre, oportunidad perdida de los sindicatos para demostrar la responsabilidad que en mi anterior post yo les otorgaba.

29/6/10

¿Qué me preocupa de la reforma laboral?

Leyendo lo que se viene escribiendo sobre la reforma laboral, tanto en los medios de comunicación como en muchos blogs que me gusta leer, hay una cosa que me empieza a preocupar: las posturas extremas.

Cuando uno defiende su postura con pasión, está convencido de que es la correcta, y lo hace durante un tiempo prolongado, se busca el blanco y negro y se olvida uno de los grises. Es decir, se tiende a insistir demasiado en los argumentos más inmediatos, llamativos y que refutan al “rival dialéctico”, en detrimento de otros, posiblemente más importantes, pero sujetos a discusión e incertidumbre.

En el proceso de reforma laboral que el gobierno está tramitando, lo anterior se traduce en lo siguiente: para unos, la reforma es la solución a la mayoría de nuestros problemas, no importa tanto su contenido: es necesaria una reforma y punto. Para otros, la reforma es un ataque a los derechos de los trabajadores, una consecuencia del sometimiento de los gobiernos al “imperio de los mercados”.

Llegados a este punto, es necesario recordar lo obvio:
  • La reforma laboral no es una receta para resolver un problema inmediato. No reconocer esto, incluso por sus más acérrimos defensores, y explicarlo bien al ciudadano, conducirá a frustraciones de algunos y a un clima de crispación en el que los otros enarbolarán el “yo ya lo dije” sin posibilidad de ser rebatidos.
La reforma laboral es una medida estructural o, como dirían mi compañero de blog, Demócrito, y Jorge Galindo, forma parte de un proceso, de un proceso social: debe poner las bases para facilitar un funcionamiento más ágil y racional de un mercado de trabajo, el español, que ha demostrado con creces su nivel de surrealismo. Debe acompañar el crecimiento económico cuando éste se produzca, probablemente (ojalá me equivoque) dentro de algunos años, y mientras tanto facilitar la salida de la crisis y que la próxima no tenga efectos tan brutales sobre el empleo.

A este respecto, no ayuda nada argumentar que el mercado laboral español es de los más flexibles según algún indicador que circula por ahí, obviando que lo es de forma agregada porque es tremendamente (e indeseablemente) flexible para un 30% de la población y relativamente rígido para el resto. Tampoco ayuda ver día sí y día no al Gobernador del Banco de España reclamando la reforma: está bien que una figura cualificada que dispone de mucha información ofrezca su opinión sobre el tema, pero tanta insistencia, cansa. Sobre todo porque aún estamos esperando que se ocupe de lo que debería, que es de la reforma financiera y de las Cajas de Ahorro.
  • El pim-pam-pum antisindical (en palabras de José Rodríguez), no debe exacerbarse. Cambiar el statu-quo no es fácil para nadie. Los sindicatos se enfrentan también ellos a un proceso: no se trata sólo de combatir una medida que consideran que daña sus intereses o los de sus representados, o su posición en el diálogo social… se trata de que los sindicatos deben redefinir su papel dentro de la sociedad, deben reinventarse, y eso no es fácil para nadie… además, “al enemigo hay que dejarle una salida”, si piensas que aún puede hacer daño. El hecho de que los sindicatos reciban palos por todas partes y estén cada vez más acorralados creo que no puede traer nada bueno. Yo, sin embargo, confío en que lo consigan y salgan de todo esto manteniendo posturas y actitudes menos ancladas en el pasado y los eslóganes. Confío mucho menos en que lo haga la CEOE: mientras que de los sindicatos se puede decir que han sido razonables en el pasado reciente, la CEOE aún mantiene como presidente a un despreciable mamarracho cuya actuación y actitud debería avergonzar a cualquier empresario de este país.

  • Otro punto que me preocupa de la reforma laboral es que se está olvidando lo importante, y centrando todo el debate, como siempre, en los costes del despido. Y se está olvidando exigir a la contraparte: se pone toda la presión en los sindicatos, y se pide un esfuerzo a los trabajadores... pero se nos está olvidando exigir al empresario que cumpla su parte. ¿Qué van a hacer las empresas para mejorar la productividad? La reforma no puede ser un cheque en blanco para las empresas y que éstas tampoco cambien el statu quo. Medidas para indexar los salarios a la productividad, por ejemplo, las empresas son las que tienen que crear mecanismos para aplicarlas con rigor… Otra medida posible que recuerde al empresario su responsabilidad es la de penalizar a las empresas según su historial de despidos. Seguro que hay otras: ¿qué se puede hacer para fomentar la tan traída y llevada innovación? Y hablo de innovación quitándole todo el glamour y el idealismo al proceso, como bien se argumenta aquí y aquí. Sobre todo estoy pensando en las miríadas de PYMES y autónomos que configuran la mayoría del tejido productivo de este país, para los que todo esto posiblemente suene a chino…
Antes decía que se está olvidando lo más importante que debería tener una reforma laboral. Otros han argumentado en detalle sobre el tema, por ej. aquí, aquí o varias veces aquí. Resumiendo mucho, para mi lo esencial es lo siguiente:
  • Eliminar la dualidad. No puede seguir habiendo un 30% de “parias”, la mayor parte jóvenes que sin estabilidad laboral no pueden tener proyecto de futuro. La multiplicidad de contratos eventuales fomenta el fraude (y no, aumentar el nº de inspectores de trabajo no es la solución), favorece la inversión en ladrillos y chiringuitos de playa y, sobre todo, conforma una especie de “reserva para los malos tiempos” para los empresarios, una bolsa de gente que saben que no tendrán problemas para despedir cuando las cosas se pongan difíciles, y por tanto que no tienen ningún incentivo para convertir en indefinidos e invertir en ellos.
  • Eliminar trabas burocráticas y confusión legal a los procesos de contratación y despido. (Y que los costes no dependan de la decisión de un juez, como argumenta Citoyen en el enlace anterior)
Los dos puntos anteriores se podrían resolver con un contrato único indefinido con indemnización creciente por antigüedad. Esto no lo contempla la actual reforma.
  • Reconfigurar la negociación colectiva. Este es un punto complejo, pero el objetivo debe ser claro: que los salarios no tengan un efecto procíclico: no pueden estar aumentando cuando la situación económica empeora. Como ya argumentaba en otra entrada, la reforma debe evitar que los ajustes de productividad se produzcan masivamente vía incrementos del paro, y debe favorecer en lo posible (no es la única tecla a tocar) el incremento sostenido del “valor generado”. 
  • Flexiseguridad: se nos vuelve a olvidar mirar a los países escandinavos, o dicho de otro modo: proteger al trabajador, no al puesto de trabajo. La protección debe aumentar, pero debe incentivar la búsqueda de empleo. Una idea que me gusta es la de incrementar los años de cobro del subsidio del desempleo, pero en cantidades decrecientes con el tiempo. El objetivo es evitar el paro de larga duración, con sus indeseables efectos sobre la productividad y la moral del parado. Pero mejorar la empleabilidad del trabajador exige algo más que su propio esfuerzo: también exige unos servicios de búsqueda de empleo y de formación y reciclaje del trabajador parado que funcionen y no sean meras oficinas administrativas para tramitar el cobro del subsidio.  
Como a nadie se le escapa, algunos de estos puntos son complejos, requieren un análisis bastante técnico, y en mi opinión es lo que debería estar ocupando las horas de estudio y negociación de nuestros agentes sociales, en lugar de las obviedades y los “derechos inalienables del trabajador”. Estudiar los detalles, acordar los mecanismos, probar y rectificar las políticas… pero con dos o tres objetivos claros.