31/12/09

Debatiendo en blogs ajenos sobre "productividad"...

Debate en el blog de Egócrata, “Materias Grises”:
ENDER:

Competir internacionalmente” es una de esas piezas de argot que deben ser desterradas

Totalmente de acuerdo con Citoyen. Esa idea de que los países compiten entre ellos en el “mercado internacional” por un trozo del pastel, y que quien se quede atrás se irá a la quiebra y poco menos que engrosará las filas del 3er Mundo, es una chorrada popularizada por ciertos consultores de empresa metidos a asesores de gobiernos que ha calado profundamente en la clase periodística, que la repite hasta la náusea.

Lo que tiene relevancia para el nivel salarial de un país es la productividad interna del país: si tú la haces crecer tu nivel salarial crecerá, independientemente del nivel relativo de dicha productividad frente a la del resto de países.

No olvidemos que la parte que representa el comercio internacional en el PIB es relativamente pequeña. No olvidemos tampoco que el objetivo del comercio internacional es importar, no exportar. Lo repito, por si alguien se ha sorprendido: lo que me hace a mi “más rico” es poder satisfacer fácilmente mi “necesidad” de una tostadora buena, bonita y barata, da igual si la hacen los chinos. Obviamente, un país tiene que buscar la manera de hacer cosas, lo más variadas posible, y que sean buenas, bonitas y baratas, esto es, con alta productividad, y luego vendérselas a quien las demanda, sea dentro o fuera del país.

Lole:
Lo que se está previendo para los próximos 5 años es desalentador: crecimiento moderado, acompañado de niveles de paro enormes. Se teme que las empresas no volverán a estar a máxima capacidad en años, y no volverán a contratar en mucho tiempo, después de haber soltado lastre estos dos últimos años. Este panorama es trágico para los jóvenes, y España lo sufre más que ningún país de su entorno. ¿Y aún creemos que no hay que hacer nada? Mi opinión es que la única opción que no existe es la de no hacer nada.

LOLE:

Ender
Lo que tiene relevancia para el nivel salarial de un país es la productividad interna del país: si tú la haces crecer tu nivel salarial crecerá, independientemente del nivel relativo de dicha productividad frente a la del resto de países.”

Y si un país contiene su nivel salarial también crecerá la productividad interna del país, ¿no?

KANTOR:

Lo que tiene relevancia para el nivel salarial de un país es la productividad interna del país: si tú la haces crecer tu nivel salarial crecerá, independientemente del nivel relativo de dicha productividad frente a la del resto de países.”

También importan los términos de intercambio, Ender. La productividad es “Producto por trabajador”. Pero “producto” es “Precio*cantidad” y el precio relativo de las cosas que producimos empeora conforme más gente las produce.

ENDER (a Lole):

Sí, pero ¿cuánto recorrido tiene esa medida?

Permíteme una pequeña digresión. Definamos Productividad (P) como el cociente entre el Valor Generado (VG) y los Gastos Operativos (GO) necesarios para generar dicho valor. Dentro de estos GO están, lógicamente, los costes fijos como los salarios.

Tenemos, entonces: P = VG / GO

En una empresa, si disminuyes los GO estás incrementando la P, está claro… éste es el “camino fácil” por el que optan muchas empresas (tanto más fácil cuanto más fácil sea despedir), pero tiene un recorrido limitado, pues llega un momento en que no puedes bajar más tus GO sin afectar gravemente al VG. El reto (y en lo que trabajamos algunos, por cierto) es en lograr incrementos del VG.

Traslademos el razonamiento a un país: aunque estos conceptos son más difusos, el principio sigue siendo válido: un país puede incrementar su P si disminuye sus “GO”… y como disminuir salarios no suele ocurrir fácilmente, esto se hace, y vaya si se hace, vía incremento del paro.
O puede incrementar su P aumentando el VG, lo que a su vez puede hacerse “movilizando factores” (capital, trabajo, tierras…) o “haciendo mejor las cosas”. Tanto las reducciones de GO como la movilización de factores suelen dar resultados espectaculares pero limitados en el tiempo. Por lo tanto el reto está en la mejora de la P vía incremento del VG “haciendo mejor las cosas”, pues es la manera de hacerlo sostenible en el tiempo.

En este punto yo distinguiría las situaciones de emergencia (como esta crisis) de las situaciones “normales”. En emergencias, un país se debería plantear la bajada de salarios como vía para aumentar productividad si no quiere incrementos alarmantes del paro. Sin embargo, como ya he dicho, no me parece una via sostenible en el tiempo… en situaciones “normales”, el reto de un país es lograr incrementos sostenidos del VG (lo que es bien difícil, pues es, en palabras de Solow via Kantor, “la medida de nuestra ignorancia”).

La importancia de una reforma laboral, particularmente para España, es por un lado:

- Evitar que los ajustes de productividad se produzcan masivamente vía incrementos del paro

- Favorecer en lo posible (no es la única tecla a tocar) el incremento sostenido del VG

No sé si te he respondido.

ENDER (a Lole):

Pero en los trabajos de poca cualificación (quizás la mayoría en este país), partiendo de que la reducción del GO tiene efectos limitados en el tiempo no cabe otra opción que aumentar el VG incrementando la duración de la jornada, cobrando lo mismo.”

Incrementar la duración de jornada no implica necesariamente aumentar el VG… de hecho, creo que España es precisamente un ejemplo de esto: en los sectores de oficina se trabajan largas jornadas reales para muy poco VG.
Y, aunque incrementar la duración de jornada aumentara el VG, ése es otro caso de “movilización de los factores”, de recorrido limitado…

CITOYEN:

La verdad es que, si me permitís, lo que normalmente entendemos en economía por productividad no es lo que dice Ender. La productividad es una relación entre tecnológica entre inputs y output (cuantos comics puedes producir con X horas de trabajo del dibujante y tantas máquinas de edición), no entre gastos e ingresos. Bajando los salarios no aumentas la productividad, reduces los costes laborales unitarios.

Variación de los salarios= variación de la productividad+variación de los costes laborales unitarios.

ENDER:

lo que normalmente entendemos en economía por productividad no es lo que dice Ender

Ya estabais tardando Kantor o tú en salir a la palestra, je, je…

Veamos: hay varias formas de definir “productividad”, y estoy de acuerdo contigo en que la más adecuada es “output por hora trabajada”, por eso Kantor responde “no” a Lole y yo estuve tentado a responderle también “no” en un primer momento. Al fin y al cabo, si yo me paso 4 de mis 8 hs de trabajo produciendo y las otras 4 perdiendo el tiempo en internet, y de repente mi empresa me reduce el sueldo a la mitad… ¿soy yo más productivo? Realmente no, pues sigo aportando el mismo VALOR a mi empresa… pero lo cierto es que le cuesto menos a mi empresa, por lo que ésta podrá vender su producto más barato, es decir, le estoy aportando más BENEFICIO… acabo de hacer a mi empresa MÁS EFICIENTE, que si bien no es exactamente MÁS PRODUCTIVA, se parece bastante en ciertos contextos.

Para la duda que tenía Lole, me pareció adecuado ampliar la definición de Productividad para tener en cuenta los costes, y creo que ha quedado claro la relación entre las distintas variables… aunque quizás ésa definición de Productividad se use más en el mundo de la empresa, y más como sinónimo de Eficiencia.

¿Seguimos siendo amigos???

CITOYEN:

Bueno, en ese caso puedes hablar de los CLU (costes laborales unitarios) que miden cuanto le cuesta a la empresa el trabajador.

Seguimos siendo amigos, recuerda que cuando yo domine el mundo necesitaré ingenieros y especialistas en recursos humanos que hagan de capataces en las minas de sal.

[...]

Continuación del debate en el blog de Jorge Galindo, “Escritos de Jorge Galindo”:


ALNAIR:

Puntualizar que ciertos negocios se consideran más productivos (Banca) que otros (fabricar automóviles) pues el primero requiere de menos gastos operativos que el segundo, apartándose del concepto de productividad que pueda tener el común de los mortales (un mediocre trabajador de banca “produce” más que un buen operario de una factoría de automóviles).
Así que otra forma de aumentar la productividad (entendida en términos económicos) es cambiar el modelo productivo, esto es, menos agricultura, industria o construcción y más servicios.

ENDER:

Es importante la diferenciación de conceptos que hago en mi anterior comentario, pues la inclusión del término “costes”, o los Gastos Operativos (GO) en la definición de productividad, nos pueden llevar a error. El comentario de Alnair, con el que no estoy de acuerdo, creo que parte de un error de concepto relacionado con esto mismo.

Veamos: la PRODUCTIVIDAD no es el objetivo. Es sólo un MEDIO para conseguir otro objetivo. Por lo tanto, todas las industrias y todos los sectores deben tratar de aumentar su productividad. Distinguir entre “negocios más productivos” y “negocios menos productivos” creo que es un error que no conduce a nada: primero, porque uno de los principios que considero básicos para una economía sana es la DIVERSIFICACIÓN, es decir, un país debe dedicarse a sectores y negocios diversos, y tratar de ser lo más productivo posible en todos ellos.

Como tú mismo, Jorge, has defendido en tu blog, el tan denostado sector turístico es un sector fundamental en la economía de este país, y debe seguir siéndolo. Y también la construcción es un sector que debe aportar una parte importante del PIB… lo único que se está pidiendo (sobre todo para la construcción) es la reducción de su excesivo peso en el PIB, y adecuarlo al de países de nuestro entorno. Pero sería absurdo que España renunciara a sectores donde tiene una ventaja comparativa con otros países, como es el turismo… y esto es independiente de que sea un sector con menos productividad que otros. Porque el objetivo es el BENEFICIO, venga de donde venga, y no la PRODUCTIVIDAD en sí misma, aunque se entiende que hacerla crecer es la mejor manera de aumentar el beneficio de forma sostenida.

En cuanto al comentario de Alnair, no estoy de acuerdo en que la banca sea más productiva que la fabricación de automóviles porque tenga menos gastos operativos, ya que eso depende del Valor Generado por uno y por otro. Se podrá decir, en todo caso, que es más EFICIENTE, porque requiere menos inputs para un output dado, pero para decir que es más productiva debería demostrarse que el Output por hora trabajada es mayor en la banca que en la fabricación de automóviles, lo que no sé si es cierto.

Lo que sí es cierto es que los sectores que tradicionalmente generan más “valor por trabajador” son precisamente las industrias pesadas tradicionales, esto es, las que requieren mucho capital, lo cual tiene toda la lógica del mundo, ej, el refino de petróleo…

Por último, esa recomendación de Alnair para aumentar la productividad abandonando sectores industriales para irnos al sector servicios es inaudita… no sólo la banca es sector servicios… también lo es el turismo, tradicionalmente sector de baja productividad.

CAMBIOSOCIALYA:

Pues me alegra que saquéis el tema de la productividad por aquí, porque también es uno de mis favoritos. Coincido en que Como queráis es un gran blog, de hecho lo tengo enlazado en el mío.

Dicho esto, mi reflexión viene por algo que me ronda la cabeza desde hace mucho tiempo, y que me gustaría comentar con vosotros, que seguro que tenéis muchos más conocimientos que yo para poder resolver mi duda, que tal vez se debe a mi falta de comprensión de este concepto básico.

Me refiero a que se me viene mucho a la cabeza el pensamiento de la relación (o posible relación) del sistema productivo, los sectores con más peso en una economía y la productividad. Lanzo la pregunta, arriesgándome a decir una barbaridad, caso en el cual espero que me corrijáis. ¿Una economía en la que prima el sector servicios…es más dada a tener una productividad más baja que otra en la que otros sectores tengan más peso? Os pongo un ejemplo cutre, pero con el que espero aclarar lo que quiero decir:

Supongamos un restaurante o un bar. Y apliquemos la definición de la productividad que dais a su actividad. Llega un momento en el cual, si su VG ya no da más de sí (cosa subjetiva, por otra parte) tampoco puede hacer mucho más con sus Gastos Operativos, si no es a costa de disminuir su VG. En el caso particular: si disminuye sus gastos, eso repercutirá en el servicio que se da, lo cual le llevará a perder productividad. Lo cual lleva a una especie de círculo vicioso, en el que la propia naturaleza de la actividad impide el incremento de la productividad. A parte de otra cosa, que no sé si influirá en el cálculo: el porcentaje de “factor ocioso” que implica el sector servicios, por ejemplo por su estacionalidad. En el mismo caso del restaurante…¿cómo afecta al cálculo de la productividad que hay momentos en los que no hay más remedio que los trabajadores no hagan nada, esperando a que lleguen clientes? Ya sé que el ejemplo puede parecer cutre o poco representativo, pero solo quería reflexionar un poco sobre estos conceptos desde un punto de vista práctico.

ENDER:

Hola, cambiosocialya.

Trato de responderte. Lo primero, léete los anteriores comentarios, donde hablamos precisamente de ese punto. Sobre tus dudas, mis reflexiones (y recuerda que no soy economista, soy ingeniero):

Productividad de una Economía según el peso de sus sectores: está claro que una economía donde predominen sectores intrínsecamente menos productivos arrojará valores agregados de productividad menores. Por suerte, eso no es lo importante. Simplificando mucho: si yo me dedico básicamente al turismo y mi país vecino se dedica básicamente a fabricar tostadoras, probablemente en valor absoluto mis valores de productividad sean menores que los suyos… sin embargo yo puedo vivir muy bien a costa de los turistas vecinos, y él puede estar jodido si no puede vender bien sus tostadoras. Compararme con él tiene poco sentido. Lo que yo tendré que hacer es ser más productivo en mi sector turístico, y él ser más productivo en su sector industria, si lo que queremos ambos es aumentar nuestro nivel salarial y por tanto nuestro nivel de vida.

Por tanto, primera conclusión relevante: lo que está relacionado con el INCREMENTO de los salarios (=nivel de vida) es el INCREMENTO de la productividad, no los valores absolutos de productividad, ni los valores relativos de unos países con otros.

En este punto entra tu segunda duda: sectores o negocios donde es condenadamente difícil lograr incrementos de productividad. Eso es lo que nos debe preocupar. Y sí, el sector turístico, y la construcción, son sectores donde variar la productividad es difícil, pues son intensivos en mano de obra y los métodos y tecnologías utilizados son, vamos a decir… cutres.

Pero aún así se puede hacer algo. Tomemos tu ejemplo del restaurante: es cierto que las medidas de reducción de los GO tienen un límite, básicamente puede ahorrar en energía eléctrica, calefacción y a/a, renegociar la compra de sus materias primas, y trabajar con el menor personal posible que no afecte al servicio ofrecido. Está claro que a partir de ahí sólo puede tratar de mejorar su VG (para no subjetivizarlo, vamos a cosiderarlo directamente como sus INGRESOS, y vamos a considerar que aumentar los precios no es una opción, para ponerlo más difícil). ¿Cómo puede un restaurante hacer esto?: haciendo que más gente coma en él. ¿Cómo? Mejorando la calidad de la comida (mejores materias primas, mejor cocinero…), diversificando el menú para adecuarlo a mayor nº de personas, estudiando lo que la gente prefiere comer, dando un trato al cliente mejor… mejorando su organización interna, de modo que no haya retrasos ni equivocaciones al servir las mesas, etc. etc. No estoy descubriendo nada nuevo: a menudo todas estas cosas que digo suponen la diferencia entre el fracaso y el éxito de un restaurante… lo cual nos lleva a otro debate interesante: la productividad está íntimamente relacionada con la calidad. Pero esto es otra historia…

ALNAIR:

Ender,
Quizás tú no estés de acuerdo conmigo, pero yo si lo estoy contigo. Más que una paradoja es que mi escueto comentario no explica suficientemente lo que quería expresar.

Parto que siempre me han sorprendido mucho las afirmaciones tales como España es un país con baja productividad, junto con otras tal que la factoría de coches de Opel española es de las más productivas de la compañía (incluidas las factorías alemanas).

Y esto es porque, como bien dices en tu comentario, la productividad de un país al final se mide en riqueza (o beneficios) generados por unidad de trabajo, y no por lo que todo el mundo entendería por productividad, esto es, que es si tu y yo hacemos zapatos y tu produces más cantidad que yo, entonces eres más productivo. Obviamente, si tú produces zapatos y yo calcetines, toda comparación de productividad (en el sentido de quien es mejor en su trabajo) tiene poco sentido.

Así, por ejemplo, se dice que Gran Bretaña tiene una mayor productividad que España, y sin embargo, en los últimos 20 años, la mayoría de sus factorías automovilísticas han tenido que cerrar por no ser competitivas (eso es, suficientemente productivas), a la par que en España se han ido abriendo más factorías.
Resumiendo, hay dos conceptos a los que llamamos productividad y que no deben confundirse. El primero, el que entiende todo el mundo, solo tiene sentido al comparar actividades similares. El segundo, de carácter economicista, quiere medir la productividad a nivel teórico como la ganancia generada por unidad de trabajo.
Si mejoramos la primera productividad, lógicamente también mejoramos la segunda. Pero se puede mejorar la segunda sin cambiar la primera.
Por ejemplo, si tengo un invernadero y contrato a 5 trabajadores con el sueldo mínimo, mi productividad será una.
Si les proporciono maquinaria para trabajar y con solo 3 trabajadores hago el mismo trabajo he mejorado la productividad en la primera acepción.

Si cambio de actividad, y en vez de un invernadero tengo un camping y 5 trabajadores (2 de limpieza, 3 recepcionistas con idiomas) y los beneficios son mayores, he aumentado la productividad en la segunda acepción, y no se puede afirmar ni negar nada sobre la productividad en la primera acepción.
En este ejemplo la primera mejora de la productividad ha disminuido el empleo (aunque si puedo vender más barato quizás pueda ampliar la producción y contratar más gente) y en el segundo se ha contratado a gente más cualificada y con mayores sueldos. Como se ve, ninguna de las dos formas tiene porqué ser mejor que la otra a priori.
Lo que sí está claro es que la primera forma de aumento de productividad tiene menos recorrido. Difícilmente se pueden aumentar los salarios de los trabajadores ya que la mejora de la productividad viene sobre todo por una mayor inversión de capital (maquinaria) y poco por una mayor capacitación del trabajador (aunque los trabajadores tengan un máster, esto no los hace más productivos en ese trabajo en concreto) y siempre habrá países con salarios más bajos que me pueden hacer la competencia ya que ellos también disponen de mano de obra suficientemente cualificada para ese trabajo.
En el segundo caso, si podré (deberé) pagar más a los trabajadores ya que su cualificación es parte importante de la productividad (si no saben idiomas no podré atender a clientes extranjeros) y hay menos países que puedan hacerme la competencia. Generaré más riqueza y por tanto se ha aumentado la productividad del país, sin que eso signifique que los trabajadores sean mejores o peores (más productivos en la primera acepción) en las tareas que desempeñan, si no que esas tareas tienen mayor valor añadido.

Espero haberme explicado mejor esta vez.

ENDER:

Sí, ahora sí estamos (más o menos) de acuerdo, je, je…

19/12/09

Energía de izquierdas y energía de derechas

Por si no os habíais dado cuenta: hay energías de izquierdas y energías de derechas. La energía nuclear, por ejemplo, es de derechas… ¿no es fascinante?

Yo no soy de derechas. Sin embargo, realicé mi Proyecto de Fin de Carrera en la ETSII de la Politécnica de Madrid, con un trabajo para ENUSA (Empresa Nacional del Uranio): siempre me sentí incómodo al defender la energía nuclear en ciertos foros, pues eso me convertía automáticamente en un peligroso derechista.

Las energías renovables, sin embargo, son energías de izquierdas.

Haría bien el lector en no tomarse esto a choteo, porque la cosa tiene enjundia. Tanta, que últimamente la consideración de “energía de izquierdas” y “energía de derechas” se ha convertido en un criterio importante para nuestros representantes políticos, una variable que pesa tanto, al menos, como el coste de inversión, el precio y disponibilidad del combustible, el coste de operación, la seguridad del suministro, la diversificación de fuentes, la seguridad operativa y ambiental, la fiabilidad de operación, el coste de los residuos, etc… en fin, minucias.

Más allá del absurdo que todo esto supone, quiero indagar las causas que convirtieron a la energía nuclear en energía de derechas. Dejarme resumirlo en dos ideas-fuerza:

Su presentación en sociedad en forma de bomba atómica
El nacimiento y posterior desarrollo de la “big science”

Obviamente, lo que se expresa en el título de este post es un absurdo, una postura irracional y anticientífica. Pero, ¿alguien pretende que nuestro mundo, nuestra sociedad, es racional y científica?

Más allá de esta polarización absurda entre izquierda y derecha, mi intención es mostrar que existe una cierta lógica en la consideración social actual de la energía nuclear, y que estas razones, equivocadas o no, están grabadas desde hace tiempo en la psicología colectiva. Sólo mediante un esfuerzo consciente por conocer y entender esta fuente de energía, y una consideración serena de sus ventajas e inconvenientes frente a otras, lograrán los ciudadanos y sus representantes políticos librarse de los “fantasmas del átomo” y situar a la nuclear a la altura de cualquier otra fuente de energía en el debate energético.

La bomba atómica y el origen militar de la energía nuclear

Para ser precisos, el origen de la energía nuclear, que fue la aplicación más espectacular del desarrollo teórico de la Mecánica Cuántica durante el primer tercio del siglo XX, nada tuvo que ver con lo militar.

Sin embargo, quiso la suerte que cuando se empezaba a elucubrar con sus posibles aplicaciones, el mundo estuviera enfrascado en la II Guerra Mundial. Una vez descubierto que la reacción de fisión del núcleo atómico al ser bombardeado con neutrones, no sólo liberaba una enorme cantidad de energía, sino que liberaba más neutrones, era obvia la posibilidad de una reacción en cadena automantenida que, fuera de control, daría lugar a una explosión de una potencia nunca vista hasta ese momento.

Dados los escarceos de los científicos alemanes con esa posibilidad, EEUU encerró en un búnker en el desierto de Nuevo México a un grupo de genios de la física (aunque todo el Proyecto Manhattan involucró a miles de personas en muchas ubicaciones) con el encargo de fabricar una bomba atómica antes que los alemanes. Y así lo hicieron. La presentación en sociedad de la energía nuclear, por lo tanto, fueron dos espantosas explosiones en Hiroshima y Nagasaki con miles de muertos y otros daños que persistieron en el tiempo.

El mundo asistió, fascinado y asustado, a la creación de un pequeño Sol capaz de arrasar km y km cuadrados; a los efectos de la radiación en el cuerpo humano, sus quemaduras inmediatas y su persistencia en el tiempo, capaz de provocar mutaciones y otros daños biológicos susceptibles de provocar cánceres mucho tiempo después.

Nunca más la energía nuclear, no importa si con fines pacíficos, se librará de este estigma.

Durante el resto del siglo XX, y a pesar de ese gran logro de la mente humana, ese avance de la civilización, que supuso el ser capaces de controlar la reacción en cadena y generar con ella electricidad de una forma limpia y relativamente barata, los militares no dejaron de intervenir y estar ligados a la energía nuclear. Toda la carrera armamentística y la Guerra Fría no se entenderían sin la amenazadora presencia de las cabezas nucleares apuntándose mutuamente.

En España esto no fue una excepción: aunque empobrecida por la Guerra Civil y el aislamiento de la dictadura, aprovechó el Plan Marshall para poner en marcha algunas centrales nucleares desde muy temprano… en ese momento se empezaron a formar los excelentes profesionales del ramo que posteriormente fueron capaces de desarrollar una industria nuclear al mismo nivel que la de cualquier país desarrollado.

Se creó asimismo la Junta de Energía Nuclear, muy ligada a los militares. E incluso hubo un intento, un tanto descabellado, de crear una bomba atómica española… digo descabellado porque no acierto a comprender su utilidad para el país en aquel momento, no porque no hubiera conocimientos suficientes para haberlo conseguido.

En cualquier caso, y como resumen, tenemos aquí el primer, y uno de los más importantes, “estigmas derechistas” de la energía nuclear: el que la asocia al mundo militar.

La “big science” y el nacimiento del movimiento ecologista

También durante el siglo XX, sobre todo durante y después de la II Guerra Mundial, tuvo lugar el desarrollo de lo que se ha dado en llamar “big science”: desarrollos y aplicaciones científicas y tecnológicas a gran escala, dotadas de enormes presupuestos (a menudo respaldados por el gobierno), que involucran a una gran cantidad de científicos e ingenieros, laboratorios punteros, y máquinas grandes y complicadas.

Entra en juego el concepto de “gran proyecto científico”, a veces de varios años de duración, y en el que los conocimientos necesarios y los recursos involucrados no están al alcance de cualquiera. Ejemplos serían el desarrollo del radar, los láseres de alta potencia, los grandes aceleradores de partículas, el Proyecto Genoma, la carrera espacial… y por supuesto, el que quizá fue el iniciador de todos ellos: el Proyecto Manhattan (otra vez la dichosa bomba atómica).

Esta nueva forma de hacer ciencia encontró la oposición del recientemente aparecido movimiento ecologista, que no se limita a un ideario de protección del medio natural y de crítica a las actuaciones del hombre, particularmente de la industria, sobre el medio, sino que incorpora elementos de crítica social que lo identifica desde el principio con la izquierda.

Los primeros grupos ecologistas, además, eran ya fundamentalmente anti-nucleares, y su activismo se centraba en la lucha contra las pruebas nucleares en el Pacífico y los vertidos en el mar de residuos nucleares (dicho sea de paso, dos auténticos crímenes contra el medio ambiente que merecían ser combatidos). Por lo tanto, vemos que desde el principio el movimiento ecologista nace como antinuclear, mezclando ya para siempre en su ideario la aplicación pacífica y la aplicación militar de dicha forma de energía.

Pero me interesa resaltar aquí un efecto más sutil, a menudo olvidado, de cierto pensamiento ecologista en relación a su oposición a la big science: es aquél de “lo pequeño es hermoso”, el que defiende una cierta vuelta a la vida sencilla, rural, el que llama a conformarse con las pequeñas cosas que nos ofrece la Naturaleza, ése para el que toda industria es contaminante, sin importar las ventajas que ofrece a la sociedad, toda industria no es más que un horroroso amasijo de hierros y aceite que afea el paisaje, contamina el aire y el agua, modifica y pervierte los frutos del campo, “desnaturaliza” al ser humano y lo hace insensible, poco más que una máquina de consumir.

Este es un movimiento “antitecnológico”, y forma parte de la esencia del pensamiento ecologista, al menos hasta su próxima (y deseable) evolución. La utopía de un mundo feliz, la ilusión de un hipotético beneficio de “una vuelta a los orígenes”.

Nada más opuesto a este movimiento antitecnológico que la big science. Y la industria nuclear forma parte de la big science, y está necesariamente ligada al capital y a la gran empresa, aparte de requerir siempre de la participación de los gobiernos de uno u otro modo: el (falso) izquierdismo de este ecologismo radical encuentra, de este modo, un enemigo que lo aliente y lo justifique.

Resumen y conclusiones

¿Qué tenemos, al final de toda esta historia?: un movimiento ecologista antinuclear y antitecnológico, ligado a los grupos de izquierda, y una industria ligada al capital, a la gran empresa, a los gobiernos y a menudo a los militares.

Triste destino, el de la energía nuclear. ¿Quiénes son los que vienen a defenderla: Bush, el PP, la FAES en pleno, el gran capital, El Mundo-ABC-La Razón, y por supuesto los guardianes ibéricos de la esencia “liberal-libertaria” (Libertad Digital, Intereconomía, blogueros y grupúsculos asociados), también los militares… y no me extrañaría que también los curas, para completar el cuadro.

Con estos aliados, al átomo no le hacen falta ni enemigos…

Al otro lado están las renovables, las “energías del pueblo”, como todo el mundo sabe: Obama, Izquierda Unida, ecologistas varios (los activistas y los de salón), el PSOE, la Fundación IDEAS en pleno, El País… y por supuesto Zapatero, que aprendió economía en una tarde y aprendió de energía mientras cogía el sueño esa misma noche.

Yo defiendo las ventajas de la energía nuclear ante todo el que me quiere escuchar (a pesar de estar más ligado ahora al mundo del petróleo, movimiento personal que es, en sí mismo, paradigmático), y también sus inconvenientes, que los tiene… lo hago también con las energías renovables, faltaría más. Pero este no es el comportamiento habitual.

Triste situación la de una fuente de energía que supone un logro intelectual de la especie humana, que está llamada a jugar un papel importante en el cuello de botella energético que se nos viene encima.

Para finalizar, os dejo un artículo muy interesante de Mohamed ElBaradei, Director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, el tipo que no se dejó amedrentar por Bush y Cheney y siempre defendió que Irak no tenía armas atómicas. Nadie podrá decir que, a pesar del cargo que ostenta, este hombre no es objetivo...

9/12/09

Crónicas limeñas: impresiones de un viaje a Perú

Acabo de regresar de un viaje de trabajo de 2 semanas en Perú. No había vuelto a Lima desde el 2004, y tenía interés en observar si estos 5 años de una cierta estabilidad política, después de Fujimori, se habían dejado notar.

Mi impresión, muy subjetiva, es de mejora. Ya en el trayecto desde el aeropuerto hasta San Isidro, durante el que uno puede observar los salvajes contrastes de una gran ciudad de un país en desarrollo, algunos detalles me sorprendieron, sobre todo un nuevo (y corto) trayecto de autopista, que promete ser de peaje, de aspecto en todo similar a la de cualquier país desarrollado. Y obra civil, mucha obra civil, a base de calles levantadas por toda la ciudad. Ya no fui testigo de una de las imágenes que más me impactaron la primera vez que visité la ciudad: la de niños de 6 o 7 años a cargo de sus hermanitos menores, pidiendo en las isletas de los semáforos, en el suelo, entre las dos calzadas repletas de vehículos y esas combis de colores que cogen y escupen viajeros de forma alocada tan características de la ciudad.
Lo que no quiere decir que los niños no sigan allí, en alguna parte.

Lo primero que advierte el primerizo cuando llega a Lima es que las casas tienen tejados planos. No hay tejados a dos aguas, salvo por adorno. Algunas de ellas, las más pobres, ni siquiera tienen tejado. Si uno es más observador, se dará cuenta también de que las calles no tienen bocas de alcantarilla. Entonces uno pregunta, ingenuo, a su interlocutor: ¿qué pasa cuando llueve?. La respuesta es la obvia: aquí no llueve. Bueno sí, me cuentan... una vez llovió. En los 70, dicen que fue. Todo lo más, un orballo a lo asturiano que apenas se percibe.

Lima es una ciudad gris, el color de la capa de nubes que casi permanentemente la cobija... "panza burro", la llaman allí, que es lo que uno ve cuando alza los ojos al cielo. Cuando sale el sol, sin embargo, algunos barrios resplandecen: San Isidro, Miraflores, San Borja, Barranco (y también el centro histórico)... pero eso es otra Lima, la Lima rica, la Lima de los pitucos, de las empresas extranjeras, de los hoteles caros, de las haciendas con seguridad privada recorriendo el barrio. Es la Lima por la que yo me muevo, la que me dicen que no abandone. Sin embargo uno es curioso, y sabe que aquello no es real, es una burbuja, un mundo protegido por un campo de fuerza que está dentro de otro que es el mundo real. Y me asomo, siquiera esporádicamente, al mundo real: Pueblo Libre, por ejemplo (con sus fantásticos museos arqueológicos, por cierto), y más hacia afuera: El Callao, y Ventanilla... allí donde mucha gente vive con 1$ al día.

Me cuentan que el Perú ha seguido creciendo, que apenas ha sufrido los efectos de la crisis (¿porque sus bancos y sistema financiero están aislados del mundo?¿Porque su nivel de pobreza le hace jugar "en otra división"...?)

Pregunto a algunos gerentes de mi empresa, peruanos todos, por la reciente evolución política del Perú. El relato que sigue, subjetivo, coloquial, chusco, no es una crónica rigurosa, no busquéis en ella el rigor histórico, sino más bien el costumbrismo de una conversación de café después de una comida. Es como sigue:

Después de los gobiernos militares apareció un joven Alan García como estrella en el firmamento: oratoria brillante, formado en el extranjero, con promesas de modernizar la economía del país sin olvidar a los más necesitados. Su gobierno, sin embargo, fue desastroso: un gasto social descontrolado, un intento de nacionalizar la banca... la economía entró en una hiperinflación escandalosa, a lo que no ayudó la escalada terrorista de Sendero Luminoso y una respuesta chapucera e indiscriminada de las Fuerzas Armadas.

Aquello propició la llegada de Fujimori al poder, que con unas políticas de choque logró sacar la economía del colapso y ponerla en el buen camino. Pero si Fujimori había llegado al poder en el 90, en el 92 ya había disuelto el Congreso. La deriva autoritaria, el autogolpe y la consecuente dictadura no impidieron, no obstante, que Fujimori fuera reelegido en el 95, y con más problemas en el 2000... hasta que él mismo "desertó" durante un viaje a Japón.

A pesar de lo negativo de esa época, me cuentan, el inefable Fujimori tuvo en su haber algo que se le debe exigir a cualquier político: no joder la economía con extraños experimentos. De hecho, los escasos dictadores que no joden sus economías para muchos años, se sirven de este hecho para legitimar su régimen (Pinochet, Franco en su última época...), apoyados generalmente por esas clases altas y medias que son las receptoras principales de estos beneficios y de otros privilegios... para las que nada importan los desheredados del país, los excluídos del tren económico... abocados estos últimos a una deriva izquierdista de la que ya nos habla nuestro compañero en Neoprogs Stanislao Maldonado, una deriva de cuyos planteamientos rancios y radicales es difícil librarse una vez que el país ha recuperado la normalidad.

Pero volvamos a nuestro relato. Pregunté a mis compañeros por qué Fujimori ganó las elecciones a Vargas Llosa, un tipo con prestigio, muy popular en el Perú... ¿sería quizá que la gente no se fiaba de la capacidad de un escritor para llevar las riendas de un país?. No fue eso, me dicen... lo que causó el rechazo de Vargas Llosa fue su discurso excesivamente "liberal", entendido en Perú como "ultraliberal": privatizaciones, liberalización de los sectores clave... demasiado radical para el electorado peruano.

Después del "affaire Fujimori" ganó las elecciones Alejandro Toledo, derrotando a un regresado Alan García. La descripción que mis compañeros peruanos hacen del tipo es casi caricaturesca: juerguista, borracho, putero... pero dotado de un fuerte encanto personal, donde radica, me dicen, el secreto de su éxito. Las anécdotas sobre su mandato son incontables. Sin embargo, hay que agradecerle, bien sea por dejadez, o por sensatez genuina, o por buen asesoramiento, que no tocara demasiadas cosas de la economía y dejara que lo que parecía ir bien, siguiera bien.

Sin embargo, el Perú no terminaba de salir de unos niveles de pobreza y de desigualdad altos incluso para la región. Perú, como otros países de la zona, es un país con regiones aisladas en selva y montaña cuya población, con fuerte presencia indígena, apenas se siente integrada en la modernización, porque la modernización tampoco cuenta con ellos. En una época en la que Venezuela, Bolivia y Ecuador comenzaban los movimientos indigenistas, populistas, con un falso discurso de izquierda, y potencialmente nocivos para el país, tenía que aparecer alguien como Ollanta Humala para reclamar su cuota de protagonismo en el reino de los Incas.

En este punto se produce uno de los hechos más sorprendentes para un observador lejano de la política de Perú, que es la aparición una vez más de un renacido Alan García, de tan infausto recuerdo, para disputarle y finalmente ganarle las elecciones a Ollanta Humala. "Renacido" a la luz de sus dos años de mandato, incluso físicamente, me cuentan, con el doble de peso y tamaño... y que no sólo no ha cometido los errores del pasado, sino que parece haber aprendido de sus prededesores a no estropear nada de lo que ya funcionaba.

Hoy, el Perú ha ralentizado, casi detenido, su crecimiento económico debido a la crisis internacional, sin embargo la percepción general es que no la está sufriendo demasiado, y sus perspectivas son volver a crecer con vigor los próximos años.

Me presentan la victora de Alan García sobre Ollanta Humala como una muestra de la sensatez del pueblo peruano que, a diferencia de sus vecinos, ha preferido "lo malo conocido" a la deriva indigenista de Ecuador, Bolivia y Venezuela.

Yo, que no creo en eso de "el pueblo peruano ha elegido", "el pueblo español ha hablado claro" y todas esas frases que interpretan los resultados de unas elecciones como si el electorado tuviera una identidad única, sino que creo que los resultados son el agregado de millones de voluntades y motivaciones individuales, no puedo dejar de notar que Ollanta Humala fue el ganador de la primera vuelta, y que si perdió la segunda, por escaso margen, seguramente fue por la mano que Alejandro Toledo le echó a Alan García conminando a sus partidarios a que no optaran por el "autoritarismo".

Pudiera ser que el pueblo peruano fuera más sensato que sus vecinos. Ahora bien, hay algo que ni Alan García ni sus predecesores parecen haber entendido: y es que mientras no integren en su crecimiento a toda la masa de probreza que existe en el país, indígena o no, el Perú no alcanzará el nivel de los países desarrollados, y el peligro de los Ollanta Humalla seguirá existiendo, y no se les podrá culpar por ello.

Un país que cuenta con uno de los índices más bajos del mundo en comprensión lectora, por ejemplo, tendrá muy difícil hacer sostenible la mejora económica, multiplicarla y hacerse un hueco entre los países desarrollados.

Hay que comprender, y es sólo un ejemplo que se replica en muchos países de Latinoamérica, lo que entiende por mejora económica cierta sociedad limeña: como un beneficio y una necesidad para el país, sí, pero en la medida que sirve a su propio bienestar, sin ninguna preocupación por la necesidad de disminuir la desigualdad. Para esta sociedad, los cholos son poco más que un animal molesto al que hay que esquivar por las calles... gente a la que pagas unos soles para que te aparquen y vigilen el coche, para que te empaqueten la compra y te suban las bolsas a casa, para que se ocupen de todas las tareas domésticas por el sueldo mínimo, para que te pongan gasolina, te limpien los cristales, te revisen los niveles y te vayan a la tienda a por tabaco, y así tú no pierdas el tiempo ni te manches las manos. "Menudo nivel de vida disfrutamos aquí", me espetó un ejemplar característico de la sociedad pituca de San Isidro, y no me extraña que lo crea así, con tanto personal dispuesto a servir sin rechistar a tus menores deseos.

¿Estarán dispuestos este tipo de peruanos a ceder parte de sus privilegios en aras de la mejora económica global? ¿Entenderán que la mejora económica, o llega en mayor o menor medida a todo el mundo, o no llegará? Con esta gran masa de excluidos de la modernidad, que no cuentan para nadie, ¿alguien se puede sorprender de que los Chávez y los Evo terminen ganando las elecciones?

¿A quién hay que culpar si Ollanta Humala termina ganando las del Perú? Seguramente, no será a la "irresponsabilidad del pueblo peruano".


ACTUALIZACIÓN  31/12/09: Interesante artículo del expresidente de Bolivia Carlos Mesa, que hace un repaso de los últimos acontecimientos de la región...