6/2/09

Grandes soluciones para la crisis

Joder, luego dicen que nuestras Pymes no se estrujan la cabeza. El restaurante en el que como a diario ha decidido tomar la sartén por el mango (nótese lo bien traída que está la expresión) y plantarle cara a la crisis de la manera en que dicen los grandes gurús: ¡innovando!

"¿Cómo puedo incrementar mi margen?" -habrá pensado el valiente encargado. Y no ha necesitado un sesudo análisis de procesos, ni un off-site en El Escorial con toda su gente, ni una sesión de team-building, ni todas esas zarandajas a que nos tienen acostumbrados las grandes firmas... no, hombre, no, ¡si sólo hay que pensar un poco!... y hete aquí la primera solución, la que abrirá el camino para otras innovaciones, cómo no se les habría ocurrido antes:

LA TORTILLA DE ATÚN, SIN ATÚN.

Si a ustedes les parece que estoy de cachondeo, es que no han entendido la sutileza del asunto. Si la idea es tan buena, es porque comparte una característica fundamental con otras grandes ideas: perfecciona radicalmente algo que ya existe y ha sido ampliamente utilizado, pero con dudoso éxito, por otros restaurantes de toda índole: LOS GUISANTES CON JAMÓN, SIN JAMÓN.

¿En qué consiste el perfeccionamiento? Muy sencillo. Los guisantes con jamón, sin jamón, tienen un problema: el cliente detecta rápidamente que no hay jamón. Eso puede traer consecuencias indeseables que pongan en riesgo el incremento del margen: el cliente puede quejarse, puede pedir el jamón, o puede no volver al restaurante porque siente que le engañan (sí, sí, de radicales está lleno el mundo...).

Sin embargo, examinen ustedes la perspicacia del encargado: en la tortilla de atún, sin atún, el cliente no detecta si hay atún o no, al menos hasta que lleve comida media tortilla!!! Porque uno puede estar despistado, charlando animadamente con la nueva becaria de la oficina... o, fíjense en la sutileza, uno siempre puede pensar que el atún no está uniformemente distribuido y que lo encontrará en la segunda mitad de la tortilla... Y llegados a ése punto... ¿vas a discutir con el encargado si había o no había atún? El encargado siempre puede objetar que el atún estaba muy picadito, y que indudablemente ya te lo habías comido, y quizá no te hayas dado cuenta porque no haces más que mirarle los "ojos" a la becaria...

Señores, me quito el sombrero. Luego dicen que España no innova...

2/2/09

Hermanos, he visto la luz

Quiero ofrecer noticias que seguro conmocionarán a más de uno. A mí me han hecho perder toda la fe que tenía en los ideales progresistas que me inculcaron desde la infancia. ¿No habría sido mucho mejor aceptar la educación tradicional que me ofrecía, acompañada de muestras de afecto y tocamientos, mi colegio de curas?¿No habría sido mejor, digo, haber abrazado la fe cristiana cuando aún no sabía pensar?¿No debería haber aceptado los principios económicos neoliberales a pesar de poder leer, sumar y restar, conocimientos que me empujaron a desecharla sin darle una segunda oportunidad? Sí amigos, he descubierto que he sido engañado, han abusado de mi confianza y me siento sucia por haberle hecho el juego a esos progres perrofláuticos.

Quiero que lo sepáis: gracias a Intereconomía he visto la luz.

Intereconomía es una cadena de televisión que no cosecha el éxito que merece. Es una vergüenza que la conozcan tan pocos, que no la vea casi nadie y que ninguno se crea ni una palabra de lo que dicen. Como Casandras tumbadas por el crack, sus presentadores barbotean incoherencias que llevan en sí la semilla de la verdad. Aunque no lo parezca. Ni de coña.

Me enorgullece poder ofrecerles las últimas noticias de Intereconomía, en exclusiva y en prime time:

Andrés Boix Palop es un topo de la mafia moldava introducido en la Universidad de Valencia, cuyo objetivo es montar una red de tráfico de estupefacientes de síntesis química, fabricados en la República Checa bajo licencia. Su actitud independiente y sus denuncias constantes del clientelismo, la torpeza y la poca vergüenza del aparato universitario no son más que estrategias que buscan erosionar la disciplina, la tradición y la excelencia que tratan de inculcar nuestros venerables dinosaurios con cátedra.

Popota, además de un peligrosísimo rompedor de unidades patrias, es conocido por haber abusado de todas las ovejas del Baix Llobregat mediante el expeditivo método de meterles las patitas traseras en las botas de agua que siempre lleva puestas a tal efecto, impidiendo la huida del pobre animal.

Egócrata, oculto tras tan ampuloso nick, es en realidad el Dr. Horrible, embarcado en una conspiración judeo - masónica - internacional que complota para destruir los valores heredados de los founding fathers: cazar animales protegidos, comprar armas de repetición en el Wall Mart o ir a por pan en el Hummer de doce cilindros. Valores éstos amenazados por la retórica socialista de tan taimado personaje.

Citoyen, en una nueva demostración del colapso que sufre nuestro sistema de justicia, sigue libre. Y sigue libre a pesar de su empeño en buscar soluciones razonadas y rigurosas a los problemas económicos en vez de aceptar automáticamente los dogmas de la Santa Iglesia Austríaca, que todo lo sabe y todo lo puede por lo que uno deduce leyendo los blogs de tanto neoliberal, neocon y anarcocapitalista pirado que hay por estos mundos 2.0.

Lüzbel, como todo el mundo sabe, es el diablo. Pero además es un diablo ateo, amante de las porras y las gorras de cuero, inspirador directo del Satán de South Park. Y encima le gusta aplicar y que le apliquen electroshocks.

A mi compañero Ender ni Intereconomía ha podido encontrarle ninguna perversión: hace deporte, no fuma, no bebe, folla poco y sólo con su mujer... pero ya sabemos que los hombres con pocos jodidos vicios suelen tener pocas jodidas virtudes.

Y el último y más importante: el Gran Wyoming. Un notorio maltratador de becarias que tras abusar durante meses de su posición de poder, gritándolas, acosándolas y metiéndoles mano bajo la falda, finalmente las obliga a participar en vídeos falsos que los medios ultraconservadores utilizan alegremente para sepultar aún más profundamente su ya muerta y descompuesta credibilidad.

¡Felicidades Wyoming!