11/11/08

Luis Ángel Rojo y la razón

(esta entrada es complementaria a la que titulé "Alan Greenspan y la fe")

Ahora que ZP ha conseguido finalmente su trona al lado de Sarcozy en la reunión del G-20, conviene hacerse eco de que el mismísimo The Wall Street Journal ha defendido la inclusión de España en dicho grupo, ya que ofrece a su juicio "un modelo a seguir para evitar que se repita la debacle" (ver aquí). También The Economist ha publicado recientemente un extenso reportaje sobre España donde se alaba el sistema financiero español en términos parecidos.

A esto le llamo yo justicia poética. Que el conservador TWSJ defienda ahora las medidas regulatorias implementadas en su momento (allá por el año 2000) por el Banco de España tiene su gracia. Porque además, estas medidas no fueron bien recibidas por los bancos españoles, que pensaron que eran innecesarias, les lastraban para competir e iban en contra de las tesis de la FED y de tantos otros que ya perdían el culo para situarse en primera línea de salida para la fiesta que se avecinaba.

Tiene por ello más valor, si cabe, la actuación del entonces Gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, que hace un repaso de lo que supuso ésa decisión a la luz de los posteriores acontecimientos en esta entrevista. El sistema de supervisión y de provisiones preventivas que impuso al sistema bancario, además, ha tenido continuidad en el tiempo, con independencia de quién estuviera al mando del Gobierno, y ha resultado ser hasta el momento lo que se ha mostrado más sólido en nuestra economía.

Hace falta tener valor y las ideas muy claras para mantener tus tesis en contra de la opinión dominante. En contra de los consensos establecidos, cuando éstos carecen de rigor (sí, lo sé, me estoy poniendo pesadito con lo de los consensos...).

Creo que este señor representa lo contrario de lo que yo denunciaba en mi entrada sobre Greenspan: el conocimiento, la prudencia y el rigor que se les exige a aquellos en los que la sociedad deposita una responsabilidad importante. Frente a la FE alocada de algunos, la historia ha dado la RAZÓN a Rojo.

7/11/08

El hombre delgado que no flaqueará jamás*

"La victoria de Barack Hussein Obama en las elecciones presidenciales de EEUU ha de poner punto final a uno de los períodos más tenebrosos de la historia del mundo, en donde la gobernación de los necios, cuando no de los canallas, se ha impuesto por doquier". Juan Luis Cebrián, América vuelve a ser América, El País, 06/11/2008

"Ha sido como curarse un cáncer". Antonio Banderas tras conocer la victoria del candidato demócrata, Barack Hussein Obama.


Es inevitable que, bueno o malo, en una bitácora como ésta quede un artículo sobre la victoria de Barack Obama. Es la maldición de 2.0, cualquiera puede opinar alegremente sin tener ni idea de lo que habla. Esta es mi aportación al cúmulo de despropósitos.

Todo rarito está obligado a tener rarezas si quiere que lo tomen en serio. Una de las mías es leer ciencia - ficción. Otra es estar completamente seguro de que este género ofrece predicciones más seguras, e infinitamente más divertidas, que la economía o la sociología. Lo digo porque el revuelo mediático posterior me ha recordado grandemente el cuento Un largo viaje para matar a Nixon ( A Cross-Country Trip To Kill Richard Nixon) de Orson Scott Card, donde el protagonista trata de matar a Nixon por considerarlo culpable de todos los males de la humanidad. Hoy todos quieren matar a Bush y mear en su calavera. Excepción hecha, supongo, de la FAES, conocida ONG que da cobijo a dinosaurios políticos abandonados a su justa extinción.

Incluso alguien con un pensamiento tan lineal como Iracundo (y no, lineal no es un elogio) debería aceptar con resignación que estos nuevos cruzados han sido la peor decepción para occidente desde tiempos de Saladino. Mal está tratar de dominar el mundo siguiendo la mejor tradición de villanos torpes de la Marvel, pero si encima pierdes la guerra entonces es peor que una maldad, es una estupidez.

Mala suerte: su promesa de que los useños iban a ganar más y pagar menos impuestos ha demostrado ser mentira justo antes de las elecciones. La idea imperial ha costado mucho dinero y ha dado muchos disgustos a toda potencia que la haya pretendido sostener contra la historia, de eso nosotros sabemos mucho, y EEUU no iba a ser una excepción. Ahora que sus (nuestros) mercados se han ido al carajo no queda nada con que ocultar que el emperador está desnudo.

Es la hora del hombre delgado.

Contra todo lo que se ha venido escribiendo, creo que Barack Obama es bastante claro en su discurso. Que no se sepa dónde encasillarle es otro tema, pero sus intenciones parecen claras:

1.- Solucionar, si se deja, la crisis financiera. Si alguien tan poco sospechoso de socialismo como Bush ha dado carta verde a la intervención estatal, supongo que a Obama no le van a doler prendas a la hora de arremangarse y meter los brazos hasta los codos en la mierda. Y quizá incluso trate de hacerlo de común acuerdo con el resto de estados que cuentan. Más nos vale.

Aviso: se van a socializar pérdidas allá donde haga falta, la fiel infantería va a pagar lujosas jubilaciones de banqueros (en España quizá menos) y ya veremos si los activos con los que se queden los estados valen algo.

2.- Capear la recesión que se avecina y rezar para que no se convierta en depresión. Para ello tiene que reducir el déficit, y eso pasa por salir de Irak lo mejor y antes posible. Obama no parece una paloma, no creo que le importe mandar Abrams a aplastar casas de barro si no queda otra, pero para eso basta y sobra con Afganistán. Y por muchos años.

Con los milloncejos que ahorre en dejar de matar moros (vale, árabes, los iraquíes son árabes) y en dejar de subvencionar a los ricos tratará de empujar el consumo desahogando a las clases medias. Realizará inversiones en infraestructuras (ya están preparados varios programas) y respaldará algunos municipios y otras instituciones desesperadamente necesitadas.

Pero la cuestión de fondo es en cuánto déficit está dispuesto a sumergirse, así como los plazos de inversión y expansión monetaria. Me descorazonan las posibles similitudes con el estancamiento japonés de los 90, donde las políticas expansivas y de inversión se aplicaron tarde, mal y sirvieron de poco. Bueno, no me enrollo más: creo que será moderado, no veremos un nuevo capitalismo y todas esas zarandajas que cuentan por ahí, pero no tendrá un asco irracional a la intervención estatal. Será pragmático y sobre todo no será cobarde: si la situación lo demanda se meterá hasta el cuello en decisiones políticamente dolorosas. Será, eso espero, un bendito ortodoxo moderado que sabe que Keynes a veces tiene razón.


3.- La Sanidad Pública. No impulsará nada ni de lejos parecido a nuestro sistema de sanidad. Ni en broma. Y lo deja claro en su programa. Tratará de mejorar aspectos clave, como reducir costes mediante una liberación que aumente la competencia (romper barreras administrativas y de gestión de las aseguradoras, impulsar los medicamentos genéricos, poder comprar medicamentos al exterior); obligar a las aseguradoras a tragar con todo hijo de vecino, por poco apetecible que sea (¿y ese riesgo quién lo pagará? y si lo paga el estado ¿cuánto costará?); incentivar fiscalmente a las pequeñas y medianas para que ofrezcan planes de salud a sus empleados, como se hace con las grandes (más coste para el estado, pero se supone que con retorno); invertir en planes de prevención contra enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, etc. Es decir, parches. Que puede que funcionen, pero parches. Nada revolucionario.

4.- Política energética. Aquí ya no me creo nada. Habla de independencia energética (¿en los EEUU?) y a mí me suena igual que si vendiera crecepelo en lo alto de un carromato. A no ser que incentive las nucleares de veras acercándose a un sistema a la francesa (y aún quedaría el peliagudo problema del transporte). Puedo creerme que subvencione las energías alternativas, que se invierta en tecnología para hacerlas más rentables, que impulse el ahorro energético, etc... medidas todas muy sensatas que ya son prácticamente el consenso de los expertos. Pero de ahí a la independencia energética. ¡Ja! Ni en ésta ni en la próxima legislatura. Ni en la próxima generación, qué coño. Yo creo que es una forma de vendérselo a los useños: ahorrad cabrones, no vayáis a comprar pan en el Hummer, haced patria que si no le tenemos que comprar el petróleo a los moros.

5.- La educación. Aquí sí que me lo creo. Por su trayectoria y porque es viable. Además me parece muy sensato en general:

- Dar prioridad a la educación primaria y su universalización real. Justifica la importancia que da a esta política explicando las mejoras sociales y económicas que puede traer: menor exclusión, menor tasa de delincuencia y mejor adaptación al mercado de trabajo.

- En la variedad está el gusto: libertad de elección del centro educativo, diversidad de programas, importancia de la evaluación personalizada, modernización tecnológica de los centros, etc...

- Aumento de recursos a centros y programas educativos que demuestran ser eficientes.

- Responsabilidad de los educadores.

- Créditos blandos a aquellos que quieran cursar estudios universitarios si tienen un currículum suficiente.

- Y sobre todo, inyección de fondos para que todas las buenas intenciones tengan recursos con que concretarse.

En resumen, opino que Obama es un reformista y no acabo de creerme lo que le han contado a Egócrata: eso de "1932, no 1992". Y no tiene que ser necesariamente malo. De hecho creo que la actitud del próximo presidente puede ser la más adecuada para capear el temoral que se avecina, al menos en el corto plazo: moderación, tranquilidad, unidad, antidogmatismo y, sobre todo, resistencia. Más o menos lo que le ha dado la victoria en su campaña.


* Verso de Pedro Casariego

5/11/08

Obama, presidente

... como les ha pasado a los chicos de La Página Definitiva, no me puedo resistir a poner el dibujo de Gallego & Rey en El Mundo:

3/11/08

IKEA y los viejos negocios

Al igual que Demócrito, mi compañero de fatigas por el blog, yo también me encontraba preparando un post de lo más serio (¿?), en este caso una breve incursión en el mundo de la energía, cuando un hecho inesperado vino a cruzarse en mi camino y provocó que ahora esteis leyendo esto. Me vi enfrentado a uno de esos eventos odiosos donde los haya, una necesidad tan inoportuna y desagradable como un retortujón, algo que evito siempre que puedo y que me provoca irritabilidad, desasosiego y, en general, me hace albergar sentimientos odiosos hacia mis congéneres. Sí, lo habéis adivinado: una visita al IKEA.

Mientras avanzaba por los pasillos intentanto esquivar a la masa pululante de niños y mayores que abarrotaba el lugar, cuyo único objetivo en la vida era interponerse en mi camino y golpearme con el carro, iba rumiando mi odio al diseñador del susodicho almacén, que te obliga a recorrer quieras o no toda la exposición, o a arriesgarte con uno de los supuestos atajos, que aparte de no servir para nada corres el riesgo de acabar dentro de un armario y ser adquirido por una simpática pareja de recién casados como decoración para su salón.

Mientras mi chica deambulaba por allí, busqué con ahínco un rinconcito donde apoltronarme con mi carro y observar el paso del ganado sin ser molestado. Iluso de mí, en el IKEA tal rinconcito no existe: siempre vendrá algún humanoide con cara de despistao a examinar precisamente el estante que tú tienes detrás… Al final, logré establecerme en un punto al parecer sin interés para la masa, poniendo cara de pocos amigos a cualquiera que se acercara por allí.

Fue en ese momento cuando me dio por pensar que quizá estaba siendo injusto con IKEA. Al fin y al cabo, un negocio con tanto éxito comercial y con tanta demanda debía, sin lugar a dudas, haber acertado con las necesidades de la gente. Y es así. Aparte de varios objetos inútiles, IKEA sí ofrece soluciones prácticas a la gente en mobiliario, decoración y almacenamiento. Y, sobre todo, lo hace a un precio asequible. Recordé entonces los comentarios despectivos en alguna tienda “tradicional” de muebles así como de algún conocido, sobre la falta de calidad de los muebles del IKEA y su escaso estilo, no aptos para una casa “de categoría”. Pero si nos paramos a considerar los márgenes con los que trabajan las tiendas tradicionales de muebles, que son capaces de venderte un año después el mismo mueble un 40 o un 50% más barato… pues qué queréis que os diga, no me provocan ninguna simpatía, que se queden con su supuesta calidad (luego hablaremos de esto de la calidad).

También me dio por pensar cuánto se parecían estos comentarios a otros de la misma naturaleza, y que podríamos enmarcar en las tradicionales críticas del pequeño comercio hacia la gran superficie. Cualquier aficionado y practicante de algún deporte, como el ciclismo y el montañismo (que son los míos) sabe perfectamente el daño que el Decathlon ha hecho a las pequeñas tiendas de bicis y de montaña que había en Madrid (y supongo que en otros lugares), algunas con años de historia a sus espaldas. Y mientras los dueños de estas tiendas y los aficionados más snob desprecian los productos de las grandes superficies por su baja “calidad”, otros con menos prejuicios y más acostumbrados a confrontar las cosas con la realidad, hace tiempo que disfrutamos de una bicicleta de alta gama del Decathlon, que a igualdad de cuadro y componentes cuesta infinitamente más en una tienda de bicis tradicional (al menos un 50% más cara si es americana, y al menos un 20-30% más cara si es marca nacional). Y, por si fuera poco, con un servicio post-venta excelente.

La continuación de la historia creo que todo el mundo la conoce: mientras las pequeñas tiendas van desapareciendo y los Ikeas y Decathlones van llenándose… ¿qué hacen los dueños del pequeño negocio tradicional? Veamos:

  • Echar la culpa a las grandes superficies, que compiten deslealmente…
    Echar la culpa al gobierno, por no ayudarles, y por permitir que el pez gordo se coma al chico…
  • Echar la culpa al capitalismo salvaje que nos invade (olvidando quizá que ellos también forman parte de él)
  • Echar la culpa a la pérdida de valores de la sociedad moderna, que ya no sabe apreciar lo bueno y estiloso…
  • Echar la culpa al consumidor, un desagradecido, que se deja engañar por la publicidad y los cantos de sirena, y que como es medio tonto no se da cuenta de la mierda que le están vendiendo en esos sitios…

Y mientras echan la culpa a todo dios en lugar de posicionarse para competir y buscar de qué manera dar el servicio que el consumidor de hoy requiere, nos hablan de la “calidad del servicio”, de la “atención personalizada”, etc. ¿Se han parado a considerar qué significa hoy “servicio” y qué “calidad” busca el consumidor? Servicio para muchos es poder ir a comprar a cualquier hora. Poder ir con el coche, pues traer una estantería o una bicicleta en el metro digamos que no es práctico. Y, por lo tanto, poder aparcarlo. La mayoría de la gente no es Juan Oiarzábal, por lo que no necesita unas botas súper especializadas para darse un paseo por el monte. A la mayoría de la gente apenas le llega para pagar la hipoteca, luego puede que le baste con una estantería de aglomerado, ya pensarán en el nogal en otro momento. ¿Que los dependientes de una gran superficie no saben asesorarte sobre lo que te están vendiendo? Puede ser, pero el semi-esclavizado dependiente de una zapatería o de una tienda de trajes… ¿sabe mucho más? Y si te atiende el dueño… caramba, te dice cualquier cosa que quieras oir con tal de venderte ese traje, aunque te siente como un tiro. Otra cosa que requiere el consumidor de hoy: un buen servicio post-venta, y poder devolver el producto sin que le pongan problemas. ¿Cuántas tiendas pequeñas pueden decir que ofrecen esto?

En fin, para qué vamos a seguir. El pequeño comercio sólo sobrevivirá si encuentra su mercado, si se posiciona para atender una demanda, y si piensa de verdad en el cliente. “¿Qué puedo hacer para que este tío no se vaya al Decathlon después de visitar mi tienda?” “¿Qué le estoy dando a este otro que el IKEA no va a darle?” Pero de verdad, sin demagogias como la del “trato personalizado”…

¿Creeis que no hay ejemplos? No creo que la pastelería de mi barrio pase por muchos apuros, a juzgar por las colas que hay a diario para comprar el pan… porque ése pan está cojonudo, y en el barrio lo sabemos. Y el frutero, lo mismo. ¿Creéis que Barrabés, una carísima tienda de montaña que empezó en Benasque y hoy vende por internet en todo el mundo, ve amenazado su negocio por la presencia del Decathlon? Me parece que no… ha sabido buscar su modelo de negocio.
Señores del pequeño comercio: la gente sólo acudirá a sus tiendas si ustedes ofrecen a la gente lo que ésta busca. No si ofrecen algo que nadie quiere. Basta ya de lloros y de lamentos. Pónganse a pensar en su modelo de negocio: todavía pueden salvarlo.

1/11/08

Un respeto a los mayores

En realidad esta entrada debería versar sobre el apasionante mundo de la epistemología, pero lo que llevo escrito se está haciendo largo y aburrido así que voy a intercalar un poco de periodismo amarillo.

Como lector habitual de Neoprogs, y antes de sus habituales tertulianos, no he podido dejar de observar que el último culebrón borbónico ha tenido respuesta por parte de Lüzbel. Parece quejarse el antedicho de que uno no puede cagarse a gusto en las muelas de la señora cuando a uno le da el apretón. No se modere, hombre, obre a su gusto que nadie le va a decir nada.

Por de pronto cada cual es muy libre, y no creo que ninguna institución haya puesto impedimento alguno, de criticar las declaraciones que Sofía de Borbón ofrece en ese libro que tan generosamente va a jubilar a Pilar Urbano. Aviso a navegantes que no debe pasar desapercibido, dicho sea de paso, pues ya son muchos los que no se fían de la Seguridad Social para adecentar su vejez.

En realidad la discusión no versa tanto sobre los límites de la libertad de expresión ante ciertas instituciones como en los límites que estas mismas instituciones han de respetar. Es decir que la Casa Real tiene como función la representación a máximo nivel del estado español, con el Rey a la cabeza como Jefe de Estado, y esto implica que sus miembros han de aceptar unas condiciones determinadas por la misma naturaleza de la institución monárquica: representatividad, neutralidad y no follarse a Camila Parker Bowles. Un presidente de república puede y debe tomar partido, un monarca no (y sí, opinar públicamente es tomar partido)

No creo que tengamos demasiado que reprocharle a nuestros monarcas al respecto. En general han hecho un buen trabajo y tienen gusto suficiente como para no vestirse de Nazis en sus fiestitas. Sí, el campechano se ha tirado unas cuantas rubias, pero con discreción y el eximente de que estaban buenas. Así que respecto al culebrón que se ha montado habría que decirle a Sofi que si ha permitido que estas declaraciones salgan a la luz, mal hecho, por ser un error. Y si le han engañado, peor, por ser una estupidez. Las reinas ver, oír y hacer obras de caridad.

Pero de ahí a definir a la monarquía como una institución “injusta en sí misma” van varios pueblos. Una de las opciones que se pueden elegir a la hora de determinar las funciones de un Jefe de Estado es el de no otorgarle poder político alguno. En tal caso que sea elegido, hereditario o que te toque en una tómbola es una mera cuestión de forma. En España se optó, muy atinadamente, por el "mejor no meneallo" y así no imponer una ruptura formal que aportaba poco y arriesgaba mucho. Se lograba superar un régimen autoritario para crear una democracia sin romper un plato, como Torcuato Fernández Miranda siempre quiso, fiel a la prudencia que trató de inculcar a su discípulo. Prudencia ésta que, en general y a pesar de ciertas excepciones, han mantenido él y su entorno.