11/12/08

Con esta educación...




... nos acercamos a la extinción!!

9/12/08

El culto a los expertos (I): la pedagogía

Al hilo de dos recientes entradas de Jesús Zamora y Geógrafo Subjetivo comentando el artículo de El País "La estafa de enseñar a enseñar", no me resisto a compartir con vosotros el siguiente texto de Richard Feynman (Premio Nobel de física y lo más parecido para mi a un héroe personal) sobre la ciencia y la educación:

"[...] En la enseñanza en especial ustedes deben distinguir la propia ciencia de las formas o los procedimientos que se suelen utilizar en el desarrollo de la ciencia. [...] Es posible seguir las formas y llamar a eso ciencia, pero es pseudociencia. De esta manera todos sufrimos el tipo de tiranía que hoy se da en las grandes instituciones que han caído bajo la influencia de consejeros pseudocientíficos.
Por ejemplo, tenemos muchos estudios sobre didáctica en los que la gente hace observaciones y se hacen listas y estadísticas, pero esto no se convierte luego en ciencia establecida, en conocimiento establecido. Son simplemente una forma imitativa de la ciencia. Es parecido a lo que sucede con los habitantes de las islas de los Mares del Sur, que construyen aeropuertos, torres de radio, todo ello hecho de madera, esperando así que llegue un gran avión. Incluso construyen aviones de madera de la misma forma que los que ven en los aeropuertos de los extranjeros que viven a su alrededor, pero, de forma extraña, esos aviones no vuelan. El resultado de esta imitación pseudocientífica es producir expertos. [... ] Ustedes, profesores que están realmente enseñando a los niños en el nivel inferior, quizá puedan dudar de los expertos de vez en cuando. Aprendan de la ciencia que ustedes deben dudar de los expertos".
El texto es parte de una conferencia que Feynman dirigió ¡¡en abril de 1966!! a la Asociación Nacional de Profesores de Ciencias, en EEUU. Como en otras ocasiones, Feynman ponía en duda los estudios sobre los métodos de educación ya en esa época. Decía que si tratáramos de averiguar si hay una forma de enseñar, digamos, aritmética, mejor que cualquier otra, descubriríamos que había y sigue habiendo una enorme cantidad de estudios y de estadística, pero todos son inconexos y son mezcla de anécdotas, experimentos no controlados y experimentos muy poco controlados, de modo que hay muy poca información resultante.
En eso y en el culto a los "expertos", parece que no hemos avanzado mucho.

¿Aprenderán alguna vez los economistas?... y otras preguntas básicas

Al hilo de un pequeño debate entre Citoyen y yo en el blog de Jesús Zamora Bonilla, que empezó hablando de las dudas de la física y terminó, cómo no, sobre las dudas de la economía, no puedo evitar la pequeña maldad de aprovecharme de los últimos debates suscitados en prensa y en la blogosfera para señalar el que para mi es uno de los problemas principales que tienen los economistas a la hora de dotar de credibilidad a su materia: la excesiva ideologización, o la lucha entre las distintas escuelas.

Ahora que la crisis arrecia, es fascinante observar cómo se lanzan navajazos unos economistas a otros según la ideología a la que representen. Una vez más, se puede comprobar cómo sacan pecho un grupo de economistas ahora que los hechos les dan la razón, a costa de otros que parecen retirarse discretamente a sus cubiles... pero hasta hace poco los papeles estaban cambiados.

Resumámoslo mucho: durante años el paradigma neoliberal pareció dominar el panorama (ya sé que tal afirmación requeriría de algunas definiciones y muchas matizaciones). Las recetas keynesianas estaban encerradas bajo llave en el baúl de los recuerdos, denostadas por la ideología dominante y las más de las veces dadas por muertas para siempre. Ya sé que en el mundo real esto no fue tan así, y la casuística ha sido variada: desde el FMI aplicando indiscriminadamente sus recetas a diestro y siniestro, sin considerar casos particulares, y contribuyendo así al hundimiento de Argentina y Rusia, hasta el caso contrario de muchos gobiernos aplicando discretamente alguna medida de expansión de la demanda y déficit público. Sin embargo, podemos convenir que, al menos en el mundo occidental, se impuso lo que se ha dado en llamar "ortodoxia económica", con un férreo control de los precios por encima de todas las cosas, a cargo de los bancos centrales. Y no nos ha ido del todo mal, para qué negarlo. Pero hete aquí que la "ortodoxia" también tiene sus matices. No es lo mismo Alan Greenspan que Luis Ángel Rojo. El cáncer estaba creciendo dentro del sistema: algunos no supieron verlo, otros contribuyeron a su crecimiento y los más miraron para otro lado mientras se llenaban los bolsillos antes del fin de fiesta.

Ahora que el incendio se propaga por doquier, y la crisis recuerda al Crack del 29, los neokeynesianos resurgen con brío, y muchos aprovechan para atacar sin piedad a "sus oponentes". Ni siquiera Krugman se inhibe de este tipo de actuación, y no digamos el viejo Samuelson, que parece que estaba esperando su momento para cobrar algunas facturas. Sin negar que tengan muy buenas razones para ello, yo me pregunto: ¿no estamos repitiendo los viejos errores? ¿es necesario tratar de imponer una escuela sobre otra? ¿es conveniente dotar a lo que no es más que un conjunto de recetas de la categoría de "escuela económica"? ¿no tenemos suficientes muestras de que cada receta, o medida, tiene su momento y su aplicación concreta? ¿no es ya el momento de dejar de arrimar el ascua a tu sardina y apostar por la CIENCIA económica? Parece que todavía estamos lejos de esto...

Ahora que la depresión amenaza nuestro futuro inmediato, parece que para algunos lo más importante es discernir quién ofrece la mejor explicación para la crisis. Os enlazo, como ejemplo, un par de entradas de Citoyen y Egócrata donde polemizan con algunos "austríacos", pero es sólo un ejemplo. Para un observador externo, los austríacos ahora parece que vienen a decir: "mi receta es la mejor, yo ya lo dije, yo tenía razón y los demás estaban equivocados"... "ha llegado nuestra hora"...

Y yo me pregunto: ¿lo único importante es imponer mi escuela sobre otras escuelas? ¿mis recetas, por vagas e intangibles que éstas sean, sobre las otras recetas?

Que todo "hecho económico" se trate en función de la escuela económica o la ideología que más conviene a unos y otros refleja la verdadera naturaleza del drama: cómo reinterpretar los hechos para amoldarlos a mis teorías.

Otra fascinante cuestión que se puede seguir en los medios es ¿por qué nadie predijo la crisis? Sinceramente, para mi esa pregunta es retórica. Si algo así se pudiera predecir, no habría crisis. Realmente, muchos temían que pudiera pasar lo que ha pasado. Y varios avisaron: un caso paradigmático de predictor del desastre es el del economista Nouriel Roubini... que ya ha aprovechado su nuevo estatus de gurú para cobrar sus conferencias a precios millonarios.
La pregunta interesante para mi no es ésa, sino: ¿por qué nadie hizo nada para evitarla, o paliarla? ¿por qué se miró para otro lado? ¿por qué nadie quiso o pudo "sacar los pies del tiesto"? (salvo quizá Luis Ángel Rojo, con su cautela y sus medidas contracíclicas).

O más profundamente: ¿con qué incentivos se cuenta, dentro del sistema, para que alguien se juegue su prestigio o su carrera yendo contra el establishment? ¿o es que las incertidumbres son demasiado grandes y por tanto es demasiado costoso tomar medidas frente a algo que no se sabe realmente si ocurrirá?... en ese caso, ¿de qué sirve sacar pecho y afirmar "yo predije la crisis" (aunque sea cierto)? Sólo sirve para que te consideren un gurú y engordar tu cuenta corriente, pero, ¿y la próxima? ¿previste la crisis con un método que te permitirá (nos permitirá) prever la próxima, o simplemente tuviste más potra que el resto?

Preguntas todas ellas que deberá plantearse todo aquel que defienda el estatus de la Economía como Ciencia. Y a mi modesto entender, una Ciencia necesita dos cosas: método, y científicos. Parece simple, ¿verdad? Pues no lo es. Paréceme que la Economía tiene dificultades con el método, como las otras ciencias sociales, y paréceme también que muchos economistas no actúan precisamente como científicos, aunque sepan matemáticas.

11/11/08

Luis Ángel Rojo y la razón

(esta entrada es complementaria a la que titulé "Alan Greenspan y la fe")

Ahora que ZP ha conseguido finalmente su trona al lado de Sarcozy en la reunión del G-20, conviene hacerse eco de que el mismísimo The Wall Street Journal ha defendido la inclusión de España en dicho grupo, ya que ofrece a su juicio "un modelo a seguir para evitar que se repita la debacle" (ver aquí). También The Economist ha publicado recientemente un extenso reportaje sobre España donde se alaba el sistema financiero español en términos parecidos.

A esto le llamo yo justicia poética. Que el conservador TWSJ defienda ahora las medidas regulatorias implementadas en su momento (allá por el año 2000) por el Banco de España tiene su gracia. Porque además, estas medidas no fueron bien recibidas por los bancos españoles, que pensaron que eran innecesarias, les lastraban para competir e iban en contra de las tesis de la FED y de tantos otros que ya perdían el culo para situarse en primera línea de salida para la fiesta que se avecinaba.

Tiene por ello más valor, si cabe, la actuación del entonces Gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, que hace un repaso de lo que supuso ésa decisión a la luz de los posteriores acontecimientos en esta entrevista. El sistema de supervisión y de provisiones preventivas que impuso al sistema bancario, además, ha tenido continuidad en el tiempo, con independencia de quién estuviera al mando del Gobierno, y ha resultado ser hasta el momento lo que se ha mostrado más sólido en nuestra economía.

Hace falta tener valor y las ideas muy claras para mantener tus tesis en contra de la opinión dominante. En contra de los consensos establecidos, cuando éstos carecen de rigor (sí, lo sé, me estoy poniendo pesadito con lo de los consensos...).

Creo que este señor representa lo contrario de lo que yo denunciaba en mi entrada sobre Greenspan: el conocimiento, la prudencia y el rigor que se les exige a aquellos en los que la sociedad deposita una responsabilidad importante. Frente a la FE alocada de algunos, la historia ha dado la RAZÓN a Rojo.

7/11/08

El hombre delgado que no flaqueará jamás*

"La victoria de Barack Hussein Obama en las elecciones presidenciales de EEUU ha de poner punto final a uno de los períodos más tenebrosos de la historia del mundo, en donde la gobernación de los necios, cuando no de los canallas, se ha impuesto por doquier". Juan Luis Cebrián, América vuelve a ser América, El País, 06/11/2008

"Ha sido como curarse un cáncer". Antonio Banderas tras conocer la victoria del candidato demócrata, Barack Hussein Obama.


Es inevitable que, bueno o malo, en una bitácora como ésta quede un artículo sobre la victoria de Barack Obama. Es la maldición de 2.0, cualquiera puede opinar alegremente sin tener ni idea de lo que habla. Esta es mi aportación al cúmulo de despropósitos.

Todo rarito está obligado a tener rarezas si quiere que lo tomen en serio. Una de las mías es leer ciencia - ficción. Otra es estar completamente seguro de que este género ofrece predicciones más seguras, e infinitamente más divertidas, que la economía o la sociología. Lo digo porque el revuelo mediático posterior me ha recordado grandemente el cuento Un largo viaje para matar a Nixon ( A Cross-Country Trip To Kill Richard Nixon) de Orson Scott Card, donde el protagonista trata de matar a Nixon por considerarlo culpable de todos los males de la humanidad. Hoy todos quieren matar a Bush y mear en su calavera. Excepción hecha, supongo, de la FAES, conocida ONG que da cobijo a dinosaurios políticos abandonados a su justa extinción.

Incluso alguien con un pensamiento tan lineal como Iracundo (y no, lineal no es un elogio) debería aceptar con resignación que estos nuevos cruzados han sido la peor decepción para occidente desde tiempos de Saladino. Mal está tratar de dominar el mundo siguiendo la mejor tradición de villanos torpes de la Marvel, pero si encima pierdes la guerra entonces es peor que una maldad, es una estupidez.

Mala suerte: su promesa de que los useños iban a ganar más y pagar menos impuestos ha demostrado ser mentira justo antes de las elecciones. La idea imperial ha costado mucho dinero y ha dado muchos disgustos a toda potencia que la haya pretendido sostener contra la historia, de eso nosotros sabemos mucho, y EEUU no iba a ser una excepción. Ahora que sus (nuestros) mercados se han ido al carajo no queda nada con que ocultar que el emperador está desnudo.

Es la hora del hombre delgado.

Contra todo lo que se ha venido escribiendo, creo que Barack Obama es bastante claro en su discurso. Que no se sepa dónde encasillarle es otro tema, pero sus intenciones parecen claras:

1.- Solucionar, si se deja, la crisis financiera. Si alguien tan poco sospechoso de socialismo como Bush ha dado carta verde a la intervención estatal, supongo que a Obama no le van a doler prendas a la hora de arremangarse y meter los brazos hasta los codos en la mierda. Y quizá incluso trate de hacerlo de común acuerdo con el resto de estados que cuentan. Más nos vale.

Aviso: se van a socializar pérdidas allá donde haga falta, la fiel infantería va a pagar lujosas jubilaciones de banqueros (en España quizá menos) y ya veremos si los activos con los que se queden los estados valen algo.

2.- Capear la recesión que se avecina y rezar para que no se convierta en depresión. Para ello tiene que reducir el déficit, y eso pasa por salir de Irak lo mejor y antes posible. Obama no parece una paloma, no creo que le importe mandar Abrams a aplastar casas de barro si no queda otra, pero para eso basta y sobra con Afganistán. Y por muchos años.

Con los milloncejos que ahorre en dejar de matar moros (vale, árabes, los iraquíes son árabes) y en dejar de subvencionar a los ricos tratará de empujar el consumo desahogando a las clases medias. Realizará inversiones en infraestructuras (ya están preparados varios programas) y respaldará algunos municipios y otras instituciones desesperadamente necesitadas.

Pero la cuestión de fondo es en cuánto déficit está dispuesto a sumergirse, así como los plazos de inversión y expansión monetaria. Me descorazonan las posibles similitudes con el estancamiento japonés de los 90, donde las políticas expansivas y de inversión se aplicaron tarde, mal y sirvieron de poco. Bueno, no me enrollo más: creo que será moderado, no veremos un nuevo capitalismo y todas esas zarandajas que cuentan por ahí, pero no tendrá un asco irracional a la intervención estatal. Será pragmático y sobre todo no será cobarde: si la situación lo demanda se meterá hasta el cuello en decisiones políticamente dolorosas. Será, eso espero, un bendito ortodoxo moderado que sabe que Keynes a veces tiene razón.


3.- La Sanidad Pública. No impulsará nada ni de lejos parecido a nuestro sistema de sanidad. Ni en broma. Y lo deja claro en su programa. Tratará de mejorar aspectos clave, como reducir costes mediante una liberación que aumente la competencia (romper barreras administrativas y de gestión de las aseguradoras, impulsar los medicamentos genéricos, poder comprar medicamentos al exterior); obligar a las aseguradoras a tragar con todo hijo de vecino, por poco apetecible que sea (¿y ese riesgo quién lo pagará? y si lo paga el estado ¿cuánto costará?); incentivar fiscalmente a las pequeñas y medianas para que ofrezcan planes de salud a sus empleados, como se hace con las grandes (más coste para el estado, pero se supone que con retorno); invertir en planes de prevención contra enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, etc. Es decir, parches. Que puede que funcionen, pero parches. Nada revolucionario.

4.- Política energética. Aquí ya no me creo nada. Habla de independencia energética (¿en los EEUU?) y a mí me suena igual que si vendiera crecepelo en lo alto de un carromato. A no ser que incentive las nucleares de veras acercándose a un sistema a la francesa (y aún quedaría el peliagudo problema del transporte). Puedo creerme que subvencione las energías alternativas, que se invierta en tecnología para hacerlas más rentables, que impulse el ahorro energético, etc... medidas todas muy sensatas que ya son prácticamente el consenso de los expertos. Pero de ahí a la independencia energética. ¡Ja! Ni en ésta ni en la próxima legislatura. Ni en la próxima generación, qué coño. Yo creo que es una forma de vendérselo a los useños: ahorrad cabrones, no vayáis a comprar pan en el Hummer, haced patria que si no le tenemos que comprar el petróleo a los moros.

5.- La educación. Aquí sí que me lo creo. Por su trayectoria y porque es viable. Además me parece muy sensato en general:

- Dar prioridad a la educación primaria y su universalización real. Justifica la importancia que da a esta política explicando las mejoras sociales y económicas que puede traer: menor exclusión, menor tasa de delincuencia y mejor adaptación al mercado de trabajo.

- En la variedad está el gusto: libertad de elección del centro educativo, diversidad de programas, importancia de la evaluación personalizada, modernización tecnológica de los centros, etc...

- Aumento de recursos a centros y programas educativos que demuestran ser eficientes.

- Responsabilidad de los educadores.

- Créditos blandos a aquellos que quieran cursar estudios universitarios si tienen un currículum suficiente.

- Y sobre todo, inyección de fondos para que todas las buenas intenciones tengan recursos con que concretarse.

En resumen, opino que Obama es un reformista y no acabo de creerme lo que le han contado a Egócrata: eso de "1932, no 1992". Y no tiene que ser necesariamente malo. De hecho creo que la actitud del próximo presidente puede ser la más adecuada para capear el temoral que se avecina, al menos en el corto plazo: moderación, tranquilidad, unidad, antidogmatismo y, sobre todo, resistencia. Más o menos lo que le ha dado la victoria en su campaña.


* Verso de Pedro Casariego

5/11/08

Obama, presidente

... como les ha pasado a los chicos de La Página Definitiva, no me puedo resistir a poner el dibujo de Gallego & Rey en El Mundo:

3/11/08

IKEA y los viejos negocios

Al igual que Demócrito, mi compañero de fatigas por el blog, yo también me encontraba preparando un post de lo más serio (¿?), en este caso una breve incursión en el mundo de la energía, cuando un hecho inesperado vino a cruzarse en mi camino y provocó que ahora esteis leyendo esto. Me vi enfrentado a uno de esos eventos odiosos donde los haya, una necesidad tan inoportuna y desagradable como un retortujón, algo que evito siempre que puedo y que me provoca irritabilidad, desasosiego y, en general, me hace albergar sentimientos odiosos hacia mis congéneres. Sí, lo habéis adivinado: una visita al IKEA.

Mientras avanzaba por los pasillos intentanto esquivar a la masa pululante de niños y mayores que abarrotaba el lugar, cuyo único objetivo en la vida era interponerse en mi camino y golpearme con el carro, iba rumiando mi odio al diseñador del susodicho almacén, que te obliga a recorrer quieras o no toda la exposición, o a arriesgarte con uno de los supuestos atajos, que aparte de no servir para nada corres el riesgo de acabar dentro de un armario y ser adquirido por una simpática pareja de recién casados como decoración para su salón.

Mientras mi chica deambulaba por allí, busqué con ahínco un rinconcito donde apoltronarme con mi carro y observar el paso del ganado sin ser molestado. Iluso de mí, en el IKEA tal rinconcito no existe: siempre vendrá algún humanoide con cara de despistao a examinar precisamente el estante que tú tienes detrás… Al final, logré establecerme en un punto al parecer sin interés para la masa, poniendo cara de pocos amigos a cualquiera que se acercara por allí.

Fue en ese momento cuando me dio por pensar que quizá estaba siendo injusto con IKEA. Al fin y al cabo, un negocio con tanto éxito comercial y con tanta demanda debía, sin lugar a dudas, haber acertado con las necesidades de la gente. Y es así. Aparte de varios objetos inútiles, IKEA sí ofrece soluciones prácticas a la gente en mobiliario, decoración y almacenamiento. Y, sobre todo, lo hace a un precio asequible. Recordé entonces los comentarios despectivos en alguna tienda “tradicional” de muebles así como de algún conocido, sobre la falta de calidad de los muebles del IKEA y su escaso estilo, no aptos para una casa “de categoría”. Pero si nos paramos a considerar los márgenes con los que trabajan las tiendas tradicionales de muebles, que son capaces de venderte un año después el mismo mueble un 40 o un 50% más barato… pues qué queréis que os diga, no me provocan ninguna simpatía, que se queden con su supuesta calidad (luego hablaremos de esto de la calidad).

También me dio por pensar cuánto se parecían estos comentarios a otros de la misma naturaleza, y que podríamos enmarcar en las tradicionales críticas del pequeño comercio hacia la gran superficie. Cualquier aficionado y practicante de algún deporte, como el ciclismo y el montañismo (que son los míos) sabe perfectamente el daño que el Decathlon ha hecho a las pequeñas tiendas de bicis y de montaña que había en Madrid (y supongo que en otros lugares), algunas con años de historia a sus espaldas. Y mientras los dueños de estas tiendas y los aficionados más snob desprecian los productos de las grandes superficies por su baja “calidad”, otros con menos prejuicios y más acostumbrados a confrontar las cosas con la realidad, hace tiempo que disfrutamos de una bicicleta de alta gama del Decathlon, que a igualdad de cuadro y componentes cuesta infinitamente más en una tienda de bicis tradicional (al menos un 50% más cara si es americana, y al menos un 20-30% más cara si es marca nacional). Y, por si fuera poco, con un servicio post-venta excelente.

La continuación de la historia creo que todo el mundo la conoce: mientras las pequeñas tiendas van desapareciendo y los Ikeas y Decathlones van llenándose… ¿qué hacen los dueños del pequeño negocio tradicional? Veamos:

  • Echar la culpa a las grandes superficies, que compiten deslealmente…
    Echar la culpa al gobierno, por no ayudarles, y por permitir que el pez gordo se coma al chico…
  • Echar la culpa al capitalismo salvaje que nos invade (olvidando quizá que ellos también forman parte de él)
  • Echar la culpa a la pérdida de valores de la sociedad moderna, que ya no sabe apreciar lo bueno y estiloso…
  • Echar la culpa al consumidor, un desagradecido, que se deja engañar por la publicidad y los cantos de sirena, y que como es medio tonto no se da cuenta de la mierda que le están vendiendo en esos sitios…

Y mientras echan la culpa a todo dios en lugar de posicionarse para competir y buscar de qué manera dar el servicio que el consumidor de hoy requiere, nos hablan de la “calidad del servicio”, de la “atención personalizada”, etc. ¿Se han parado a considerar qué significa hoy “servicio” y qué “calidad” busca el consumidor? Servicio para muchos es poder ir a comprar a cualquier hora. Poder ir con el coche, pues traer una estantería o una bicicleta en el metro digamos que no es práctico. Y, por lo tanto, poder aparcarlo. La mayoría de la gente no es Juan Oiarzábal, por lo que no necesita unas botas súper especializadas para darse un paseo por el monte. A la mayoría de la gente apenas le llega para pagar la hipoteca, luego puede que le baste con una estantería de aglomerado, ya pensarán en el nogal en otro momento. ¿Que los dependientes de una gran superficie no saben asesorarte sobre lo que te están vendiendo? Puede ser, pero el semi-esclavizado dependiente de una zapatería o de una tienda de trajes… ¿sabe mucho más? Y si te atiende el dueño… caramba, te dice cualquier cosa que quieras oir con tal de venderte ese traje, aunque te siente como un tiro. Otra cosa que requiere el consumidor de hoy: un buen servicio post-venta, y poder devolver el producto sin que le pongan problemas. ¿Cuántas tiendas pequeñas pueden decir que ofrecen esto?

En fin, para qué vamos a seguir. El pequeño comercio sólo sobrevivirá si encuentra su mercado, si se posiciona para atender una demanda, y si piensa de verdad en el cliente. “¿Qué puedo hacer para que este tío no se vaya al Decathlon después de visitar mi tienda?” “¿Qué le estoy dando a este otro que el IKEA no va a darle?” Pero de verdad, sin demagogias como la del “trato personalizado”…

¿Creeis que no hay ejemplos? No creo que la pastelería de mi barrio pase por muchos apuros, a juzgar por las colas que hay a diario para comprar el pan… porque ése pan está cojonudo, y en el barrio lo sabemos. Y el frutero, lo mismo. ¿Creéis que Barrabés, una carísima tienda de montaña que empezó en Benasque y hoy vende por internet en todo el mundo, ve amenazado su negocio por la presencia del Decathlon? Me parece que no… ha sabido buscar su modelo de negocio.
Señores del pequeño comercio: la gente sólo acudirá a sus tiendas si ustedes ofrecen a la gente lo que ésta busca. No si ofrecen algo que nadie quiere. Basta ya de lloros y de lamentos. Pónganse a pensar en su modelo de negocio: todavía pueden salvarlo.

1/11/08

Un respeto a los mayores

En realidad esta entrada debería versar sobre el apasionante mundo de la epistemología, pero lo que llevo escrito se está haciendo largo y aburrido así que voy a intercalar un poco de periodismo amarillo.

Como lector habitual de Neoprogs, y antes de sus habituales tertulianos, no he podido dejar de observar que el último culebrón borbónico ha tenido respuesta por parte de Lüzbel. Parece quejarse el antedicho de que uno no puede cagarse a gusto en las muelas de la señora cuando a uno le da el apretón. No se modere, hombre, obre a su gusto que nadie le va a decir nada.

Por de pronto cada cual es muy libre, y no creo que ninguna institución haya puesto impedimento alguno, de criticar las declaraciones que Sofía de Borbón ofrece en ese libro que tan generosamente va a jubilar a Pilar Urbano. Aviso a navegantes que no debe pasar desapercibido, dicho sea de paso, pues ya son muchos los que no se fían de la Seguridad Social para adecentar su vejez.

En realidad la discusión no versa tanto sobre los límites de la libertad de expresión ante ciertas instituciones como en los límites que estas mismas instituciones han de respetar. Es decir que la Casa Real tiene como función la representación a máximo nivel del estado español, con el Rey a la cabeza como Jefe de Estado, y esto implica que sus miembros han de aceptar unas condiciones determinadas por la misma naturaleza de la institución monárquica: representatividad, neutralidad y no follarse a Camila Parker Bowles. Un presidente de república puede y debe tomar partido, un monarca no (y sí, opinar públicamente es tomar partido)

No creo que tengamos demasiado que reprocharle a nuestros monarcas al respecto. En general han hecho un buen trabajo y tienen gusto suficiente como para no vestirse de Nazis en sus fiestitas. Sí, el campechano se ha tirado unas cuantas rubias, pero con discreción y el eximente de que estaban buenas. Así que respecto al culebrón que se ha montado habría que decirle a Sofi que si ha permitido que estas declaraciones salgan a la luz, mal hecho, por ser un error. Y si le han engañado, peor, por ser una estupidez. Las reinas ver, oír y hacer obras de caridad.

Pero de ahí a definir a la monarquía como una institución “injusta en sí misma” van varios pueblos. Una de las opciones que se pueden elegir a la hora de determinar las funciones de un Jefe de Estado es el de no otorgarle poder político alguno. En tal caso que sea elegido, hereditario o que te toque en una tómbola es una mera cuestión de forma. En España se optó, muy atinadamente, por el "mejor no meneallo" y así no imponer una ruptura formal que aportaba poco y arriesgaba mucho. Se lograba superar un régimen autoritario para crear una democracia sin romper un plato, como Torcuato Fernández Miranda siempre quiso, fiel a la prudencia que trató de inculcar a su discípulo. Prudencia ésta que, en general y a pesar de ciertas excepciones, han mantenido él y su entorno.

22/10/08

Cambio climático y consenso científico

En algunos de los blogs que me interesan (enlazados más arriba, a la derecha) se ha suscitado últimamente un debate sobre la metodología de las ciencias sociales y la bondad o maldad de los distintos métodos para explicar la realidad, sobre todo en Economía. Por supuesto, se habla de la Ciencia, sobre todo para comparar, y me parece bien, pues el Método Científico creo que es el camino a seguir, hasta donde se pueda o se deje. El Método Científico bien aplicado, se entiende, pero esto lo dejaré para otro momento...
Aparece un concepto, sin embargo, que me enciende particularmente, que es el del "consenso", sobre todo si se asocia a la ciencia. Se utiliza mucho últimamente esto del "consenso científico", o "el consenso entre los especialistas"... Mirad, si alguien trata de venderme una idea basándose en que hay un consenso sobre ella entre, pongamos, los psicólogos... o los sociólogos... o incluso los economistas... pues bueno, eso en sí no dice mucho... ya que esas disciplinas pretenden abarcar un ámbito de conocimiento realmente complejo donde infinitas variables tienen influencia, y tienen muy difícil aplicar el método científico en toda su extensión, por lo que se puede pensar que un cierto consenso entre especialistas significa que la idea puede ser buena. O no... el problema es que no tenemos una vara de medir.
Pero a lo que yo voy es que, en ciencia, eso no vale para nada. La ciencia no se hace por consenso. Es más, muchos de los grandes avances de la ciencia se han hecho en contra del consenso establecido en su época. Por lo tanto, cuando oigáis eso del "consenso científico", desconfiad... Si un grupo de científicos tienen que llegar a un consenso sobre algo, es que no han demostrado ese algo. No quiere decir que ese algo no sea cierto, o que no haya que tomar medidas sobre ese algo... quiere decir simple y llanamente que no se ha demostrado, y eso hay que tenerlo en cuenta. Si se hubiera demostrado, no haría falta ningún consenso.
El ejemplo más evidente y dramático que tenemos todos los días en los telediarios es el del Cambio Climático, no tanto si existe o no, sino si está causado por la acción humana (y por tanto qué medidas hay que tomar para frenarlo). Y digo dramático porque en pocas ocasiones se hace un uso tan lamentable de las informaciones científicas, ya sea por parte de los medios de comunicación o por partidos políticos, grupos de presión, etc. Se puede decir hoy, sin temor a equivocarse, que es IMPOSIBLE saber quién tiene razón, si los que niegan, o los que afirman, porque el debate está completamente ideologizado y tanto los que niegan como los que afirman creen lo que quieren creer... y detrás de unos y de otros hay poco científico y mucho propagandista. "Te equivocas", me diréis, "hay un Panel Intergubernamental del Cambio Climático formado por científicos"... y "el CONSENSO"- (Oh, Dios...)-"entre esos científicos es que el CC es causado por el hombre". Bien, no seré yo el que niegue que el CC está causado por el hombre... es más, CREO que así es... y que hay que tomar medidas. Pero tengamos claro que eso es lo que yo CREO, en base a la acumulación de evidencias... pero no lo que la ciencia ha demostrado. Eso todavía no lo ha hecho. El consenso en este caso, como en otros, no importa.

19/10/08

¿Quién era Milton Friedman?

Para todos los que queráis dar un vistazo rápido, pero profundo, a lo que ha sido la evolución del pensamiento económico del siglo XX, aquí tenéis este artículo de Krugman. Es largo, pero sencillamente TENÉIS que leerlo.

Si no lo hacéis, luego no me vengáis con lloros y rechinares de dientes...

13/10/08

Krugman ya es Premio Nobel...

... y ya era hora. Porque, ya que se lo terminan dando a todo el mundo, por lo menos que lo reciba alguien que de verdad se lo merece.
Bueno, no quiero pasarme de listo: en mi modesta opinión, el tipo lo merece, y supongo que el resto que lo han recibido también lo merecían. Pero me llama mucho la atención la diversidad de economistas que han recibido el Nobel, con teorías, modelos, trabajos... francamente contradictorios entre ellos. Por no hablar de los que han fallado estrepitosamente en su descripción de la realidad, o peor aún, en la aplicación de sus teorías a países o situaciones concretas.
Bien, convengamos que la Economía, como otras ciencias sociales, intenta abarcar una realidad vasta y compleja, donde las variables a tener en cuenta son muy numerosas y la posibilidad de diseñar experimentos y comprobar la idoneidad de la teoría, muy remota. Resumiendo, es una disciplina en la que, a pesar del uso generalizado de la estadística y otras herramientas matemáticas, tiene muy complicado poder aplicar el Método Científico en toda su extensión. De ahí su tradicional fracaso al intentar predecir lo que va a pasar (salvo honrosas excepciones) y de ahí también que se suele basar en modelos teóricos de la realidad, que son una aproximación de la misma y que de momento es la mejor herramienta de que dispone la Economía, y como tal, habrá que aceptarlo y desear que se siga perfeccionando. Otras disciplinas adolecen de las mismas dificultades, y no me quiero extender en el tema, aunque es bien interesante.

Pero como bien dice Citoyen en un reciente post sobre el Nobel de Krugman:
"cuando la teoría no comulga con los hechos, uno debe modificar la teoría, no reinterpretar los hechos. Y esto, la gente no se da cuenta, pero incluye salvar el estatus de la eocnomía como ciencia."
No puedo estar más de acuerdo. Es una lástima que los distintos modelos y escuelas económicas estén tan ideologizadas que se dediquen a reinterpretar la realidad para hacerla coincidir con el modelo, y no al revés. Y en este sentido, casi todos los Nobel-Economistas sacan pecho cuando los hechos parecen coincidir con sus teorías y predicciones, denostando los modelos de "la escuela contraria". Y, por supuesto, obvian el tema cuando la tozuda realidad les contradice, guardando silencio o poniendo cualquier excusa que no sería tolerada en una disciplina auténticamente científica. Incluso Kantor, que aún no es premio Nobel pero nos ha ofrecido una profunda e interesante explicación sobre la crisis, que recomiendo leer con atención, arrima el ascua a su sardina cuando, para describir lo que está pasando en los mercados financieros, utiliza referencias al "triunfo del monetarismo y de la escuela Austríaca" o el "eterno retorno de Von Mises", que no dejan de ser interpretaciones suyas como mínimo discutibles, pero que aunque fuesen acertadas desvían la atención y hacen perder credibilidad a su explicación, que es muy buena, por otra parte (para una explicación similar pero mucho más aséptica, recomiendo este artículo del Economist).
Por ello me congratulo del Nobel de Krugman, porque el tipo, aparte de ser una delicia leerlo en sus habituales artículos del New York Times o alguna traducción que recoge El País, es certero, tiene sentido del humor, no se corta tomando partido, pero argumenta con razones poderosas, y como bien dice Citoyen en su post, toma de las distintas escuelas lo que le parece acertado sin pisotear al contrario y sin considerar infalible ningún modelo.

Que no se le suba a la cabeza.

12/10/08

Alan Greenspan y la fe

Siempre me he asustado cuando he detectado en el discurso de una persona, sobre todo si ésta ocupa un puesto de importancia en la sociedad, un cierto sesgo de iluminado, una especie de seguridad y convencimiento absoluto en lo que está diciendo y haciendo, que no admite réplica, que no deja opción a la duda ni mucho menos a la crítica. Y que no responde de sus actos ante nadie (salvo ante Dios y ante la Historia, como decía el otro).

No hace falta que me refiera a los más patéticos ejemplos de nuestra historia política reciente, desde el trío de las Azores (el “créanme, hay armas de destrucción masiva” de Aznar), hasta el desastre desencadenado por Bush con la guerra de Irak, pasando por cualquier situación en la que nuestros políticos se ponen delante de un micrófono, cuando aún no han tenido tiempo de reunir la información suficiente, y sueltan eso de “todo está bajo control, el gobierno ha tomado las medidas necesarias, no existe ningún riesgo”. Echaos a temblar.

Ahora que la recesión se extiende por el mundo sin que nadie acierte a prever las consecuencias, parece claro que su origen estuvo en gran parte en los EEUU, y el cáncer se venía fraguando desde hace años. Años en los que el gran oráculo del mundo financiero y económico, el dios protector de Wall Street, el amo del calabozo de la Reserva Federal, dictaba con pulso firme lo que se debía hacer y lo que no a todos los agentes económicos: Alan Greenspan.

No era suficiente que muchos economistas del mundo académico alertaran sobre el boom inmobiliario y el riesgo de las hipotecas subprime. No era suficiente que inversores tan avispados como Warren Buffet y George Soros avisaran de que el masivo recurso a los derivados financieros, digamos, “imaginativos”, era una bomba de relojería que podía arrastrar a todo el sistema. El Gran Oráculo, investido en su inmenso prestigio y carisma, borraba de un plumazo estas molestas interrupciones a lo que parecía una gran fiesta, el gran banquete al que todo el mundo se apunta y en el que la Historia reservaría para el mismo Greenspan un importante papel.

Os enlazo aquí un fantástico reportaje de Peter S. Goodman en El País:
http://www.elpais.com/articulo/semana/Greenspan/era/realmente/bueno/elpepueco/20081012elpneglse_7/Tes
Así podréis entender de lo que hablo: uno piensa de esta gente del mundo económico, que tanta influencia tiene en nuestras vidas, que realmente saben lo que hacen. Sus conocimientos están fuera del alcance del común de los mortales, su discurso es difícilmente entendible por la gente, tampoco por el mundo político (a diferencia del discurso político, que suele ser de un nivel tan deleznable que cualquier ciudadano sin demasiada formación puede entrar a discutirlo). Por lo tanto, los Greenspan, los Solbes y los Rato echan mano de su prestigio y de la buena consideración entre sus colegas, para generar tranquilidad a los agentes económicos y vender la idea de que ciertas decisiones están en buenas manos. Que son gente pragmática y sensata. Que se darán cuenta de los riesgos antes que nadie y tomarán medidas para atajarlos.

Bien, lo que asusta del reportaje de Goodman es comprobar hasta que punto influyen en las decisiones de estas personas, no diré ya su ideología, sino sus “creencias”, su Fe, así con mayúsculas, es decir, algo irracional en lo que uno quiere creer, y que es muy libre de creer, pero que debe reservarse para el ámbito privado y personal y no guiar la acción pública. En el caso de Greenspan, le llevó a silenciar todas las alertas sobre la necesidad de regular los mercados de derivados e introducir más transparencia. Asusta oir de su boca, una vez más, eso de “créanme, Wall Street se regula sola”, háganme caso, yo sé de lo que hablo y ustedes no, yo soy el gran gurú, no hay ningún riesgo para el sistema, cualquier regulación sólo traerá problemas.

Después de lo que ha pasado, no deja de ser un poco patético oir a Greenspan, en las pocas ocasiones en que se deja ver, explicando lo que ha pasado porque “algunos agentes han sido en exceso avariciosos”. A uno le da por pensar: joder, tanto prestigio y conocimientos para ahora despachar su responsabilidad con semejante simpleza.

Más les valdría a algunos economistas, sobre todo a los que por su posición más influencia tienen en nuestros destinos, un poco más de ciencia y un poco menos de fe.
Actualización: en este artículo de El País, Krugman también acusa a Paulson de actuar con lentitud y torpeza por razones ideológicas... da gusto que todo un premio Nobel le dé a uno la razón, ja, ja...

25/4/08

Preferiría no hacerlo...

Dicen que Franco afrontaba los problemas de una manera digamos, peculiar, como casi todo en tan pintoresco personaje. El caso es que "cerillita", como le llamaban en la mili por ser esmirriado y cabezón, hacía en la mesa dos montones con los temas pendientes: en el primero un cartel anunciaba "asuntos que el tiempo resolverá". En el otro la prédica era "asuntos que ni el tiempo logrará resolver". Ambos montones crecían hasta el día en que el buen padrecito el Zar decidía tirarlos a la papelera.

Tiene todos los visos de ser una invención, pero "si non é vero é ben trovato" y es muy descriptivo de ciertos rasgos de la personalidad del dictador. Del dictador y de todos los que vinieron detrás, al menos en lo que respecta al siempre abandonado sistema energético español y en especial el papel que juega la nuclear en él.

Pasa más o menos como con el agua, pues parece que nuestros próceres confíen más en las oraciones a San Isidro que en dar un carpetazo en la mesa, agarrar de las orejas a los reyezuelos de Taifas díscolos y ponerse a hacer lo que los que saben dicen que se tiene que hacer. En lo de la energía los que saben se han pasado mucho tiempo dándole vueltas al tema y casi todos defienden la nuclear con muy buenas razones. Digo yo que habrá que escucharlos, oiga. Ser ingeniero o físico es algo serio, son gente preparada, no enteradillos que mal aprobaron derecho y calientan un asiento azul por la tontería esa de que les ha votado mucha gente.

Así que en ésas estamos, con moratorias y dejarlo pasar y la culpa es del maestro armero y el que venga detrás que arree y aquí paz y después gloria. Mientras tanto nuestras centrales envejecen peor que Marujita Díaz, no se investiga y no se mejoran las instalaciones porque, para lo que me queda en el convento, me cago dentro.

Seamos serios. Digo serios, no como Jeremy Rifkin que aconseja que pongamos todos un generador eólico en el tejado con un gallo de fundición en la punta. No me joda, señor Rifkin, que se cabrea mi mujer.

Nadie discute que hay que potenciar el ahorro energético, la investigación en renovables, facilitar la instalación de solar en las comunidades de vecinos, etc... pero si se hacen cifras las cuentas no cuadran. Las renovables pueden ayudar y sería muy positiva la creación de una red de nodos autónomos interconectados. Pero los grandes consumidores (industrias, centros comerciales, etc...) seguirán necesitando una fuente potente y estable de energía. Y no están las cosas como para quemar carbón y fuel alegremente.

La nuclear podría ser una solución entre muchas. Transitoria, parcial, nadie dice que sea el futuro, pero puede ayudar a paliar algunos de nuestros problemas problemas: dependencia del exterior, elevados precios por la escasez de materia prima, emisiones a la atmósfera, etc... Respecto a lo de la peligrosidad, imploraría a los alegres opinadores a tiempo parcial, aspirantes a tertuliano y demás malas hierbas que se informen un poco. Que traten de entender qué es la radiación, cómo funcionan las centrales nucleares y las barrabasadas políticas que llevaron a desastres como el de Chernobyl. Que comprendan que en Francia tienen 59 centrales activas desde hace años y no les crece un tercer ojo en la frente ni otro extra en el culo. Sí, lo de los residuos es un problema, pero al menos sabemos dónde están y cómo protegerlos, no como los de las centrales térmicas que los lanzamos al aire como si fueran globos de colores.

Como siempre, sería necesario que nuestros gobernantes explicaran la situación a los ciudadanos. Estaría bien que nos trataran como si tuviéramos mediana inteligencia, ofeciéndonos información certera, ajustada, con la que crear una opinión que supere prejuicios y miedos. Como siempre, no lo harán. Seguirán con su baile del Chiki – Chiki, arriba y abajo, detrás y adelante, sí pero no, sólo la puntita, por favor, que tengo la regla. Así hasta que todos nos compremos un troncomóvil, que gasta menos gasolina y encima haces ejercicio.


P.S: Agradezco a Edgar Rovira el trabajo realizado en su último post, que ha ayudado a crear éste.

28/3/08

A LOS QUE NO CREEN EN NADA (O ESO DICEN)

Esto es una respuesta a un blogger que asegura no ha existido progreso ni mejora en la condición humana desde Atapuerca a nuestros días. Es tema que me enciende, así que no esperéis un lenguaje políticamente correcto. Hacía el hombre la pregunta (retórica) de si ha progresado la humanidad, si disfruta ahora de mayor libertad que en el pasado. Esta es mi respuesta:


Bien, la respuesta a tu pregunta es, rotundamente, SI.

Al grano. ¿Qué es el progreso? Según la RAE significa avance, perfeccionamiento.
¿Y qué coño se perfecciona? Nuestra forma de vida. La del ser humano.

El ser humano tiene una serie de necesidades y capacidades. Son biológicas, como comerse un buen cocido madrileño los domingos, salir a dar una carrerita al parque o meter mano a la parienta (y que ella te la meta a ti). Son sociales y emocionales, como el beso de tu pareja cuando llega a casa, el abrazo de tu padre cuando lo visitas, el “bien hecho” de tu jefe, la risa de los colegas en un bar. Son intelectuales, como leer un buen libro, investigar algo que desconocías o escribir tontunas en los blogs ajenos (y en el propio)

Progreso significa que esas necesidades sean cubiertas y esas capacidades desarrolladas mejor que ayer. Y como el hombre es un animal insatisfecho, voraz, siempre hay un escalón más que subir.

¿Tenemos mejor cubiertas nuestras necesidades, desarrollamos más nuestras capacidades hoy que 10.000, 1.000 o 100 años atrás? SI, sin duda. Quizá no toda la humanidad, pero una parte lo ha logrado. El hambre (principal preocupación de la mayoría de sociedades preindustriales y algunas actuales) no existe en muchos países. La esperanza de vida es el doble o más de lo que las sociedades de bandas recolectoras-cazadoras podían disfrutar (y los imperios preindustriales menos aún). Nos defendemos mejor de la enfermedad, la vejez y el dolor. Si consideras que eso no es progreso te pediría amablemente que fueras coherente y no compraras en los supermercados, que te armes de hacha de sílex y valor y caces un jabalí de vez en cuando. O que nunca vayas a un médico o a una farmacia y arrostraras las consecuencias.

También socialmente nuestra vida es más rica y amplia, tenemos acceso a muchos más ambientes, a otras culturas y sociedades. La vida del español medio en el siglo XV, por ejemplo, se limitaba a su aldea y las diez leguas a la redonda que podía recorrer sin excesivo riesgo. Su mundo eran cuatro casas y un horizonte muy cercano. Si consideras que no hemos progresado te pediría amablemente que fueras coherente y no te conectaras a internet, que no aprendas idiomas, que no viajes ni hables con extranjeros, que no veas la tele u oigas la radio, que trates sólo con tu grupo y desconfíes de todos los demás. O ya que dudas de la libertad que ofece nuestra sociedad, emigra a un país bajo una dictadura feroz, algo subsahariano y machetero, y respóndete si somos más libres ahora que en Atapuerca, joder. Pregúntale a tu madre si vivió mas libre su juventud bajo los alegres días del Generalísimo o ahora. La mía desde luego te podrá contar que le obligaron a llevar luto, que no pudo besar a mi padre hasta su boda, que no le permitieron seguir estudiando porque lo que tenía que hacer era casarse. Ahora que está en la universidad y en un grupo de teatro, vete a decirle que nada ha cambiado y todo es lo mismo, ya veras qué risa.

Por no hablar del conocimiento. Lo que intuían los genios del siglo X lo sabe más ampliamente y con mayor exactitud un niño de primaria. Hemos creado y desarrollado la ciencia, y ya sólo eso ha merecido la pena. Tradicionalistas intransigentes y postmodernos tontos del culo tratan de devaluar lo que quizá sea el mayor logro de la humanidad: el método para alcanzar el conocimiento más riguroso y contrastable posible. Me cago en sus balbuceos. Son muchos años de investigación, de esfuerzo, de PROGRESO como para soltar alegremente que nada vale nada y que todo es siempre lo mismo. Que lo diga Ishmael Beah (que no lo dice, sino todo lo contrario) tiene un pase. Que me lo digan niños lindos de papá con SUV y chanclas Camper me saca de quicio.

Así que SI. Tenemos más libertad, puesto que vivimos en sociedades que compatibilizan la máxima libertad individual con orden y paz. No es perfecto, claro que no, pero es MEJOR. Ya sé que esto no sucede en todos los sitios, que mucha gente vive ahora casi como en la edad media, pero la alternativa no es decir “qué mas da, si nada mejora” sino ayudar a que las mejoras se hagan realidad.

1/3/08

LA NIÑA

Diana tiene 29 años, ya no es una niña pero lo fue. Su familia, de mediano pasar, hizo posible que terminara una diplomatura. Costó, a Diana le gusta estudiar pero no es una superdotada, sólo una chica normal que tiene las cosas claras.

Convencida de que le ofrecería más oportunidades en el futuro, Diana decidió completar sus estudios trabajando en el extranjero. No fue fácil. Lejos de su familia, no le quedó más remedio que tirar de ahorros y trabajos accidentales con sueldos bajos y trato infame. A pesar de todo terminó un postgrado y supo, a pesar de todo, dejar en cada empresa por la que pasó buen recuerdo.

Diana comenzó trabajando de encuestadora a tiempo parcial, ganando el equivalente a cuatrocientos euros en negro. Diana ha sido recepcionista, teleoperadora, vendedora de seguros... de todo y casi nada bonito. Pero ahora es secretaria de dirección en una multinacional farmacéutica, gana un sueldo digno y está perfeccionando un tercer idioma. Ya está pensando en realizar un máster que le permita progresar en su carrera. También, medio en sueños, quiere crear su propia empresa y demostrarse hasta dónde puede llegar.

Diana, no hace falta decirlo, cumple las leyes de su país de acogida, se ha adaptado bien, tiene amigos y se ha casado con un nativo. Dentro de un tiempo le darán la nacionalidad.

O no. Porque Diana tiene un problema: nació en Buenos Aires. Y vive y trabaja aquí, en España.

Y todos sabemos lo que opina al respecto el señor Rajoy. Esta mujer, y la niña que fue, no es bien recibida por el señor Rajoy . Diana, que gracias a la regularización del 2005 pudo dejar de trabajar en negro, aportar su esfuerzo y pagar sus impuestos a este país; no es bienvenida por el señor Rajoy. Diana, que no gusta de costumbres tan españolas como el botellón, la juerga hasta las tantas o comprarse un coche más caro que el Mini full equipe de su compañera; no es bien vista por el señor Rajoy. Diana, que no ha estado un solo día en paro desde que se regularizó su situación, que paga religiosamente sus impuestos y que cree que sirven para algo - “no como allá en la Argentina, no sabés, allí nadie entiende dónde va la plata que te afanan” - no es apreciada por el señor Rajoy. Porque no es española, porque no va a misa de domingo, porque es una extraña que no conoce nuestra cultura ni nuestras leyes, porque ha sido, es o será una delincuente como todos esos que abarrotan nuestras cárceles. Por todo esto al señor Rajoy no le gusta esta niña. Aunque, reproduciendo las palabras del señor Rajoy:

“tenga una educación que sea tan buena como la mejor. Quiero que esa niña pueda pasearse por el mundo sin complejos, porque sabrá idiomas, y porque tendrá un título profesional que se cotice en todo el mundo. Que sea un heraldo de la libertad, de la tolerancia y de los derechos humanos, porque habrá crecido en libertad y no tendrá miedo de las ideas de los demás y habrá aprendido a respetar a todos los que respetan la ley.”

No, el señor Rajoy no quiere a Diana. Pero por suerte, y por mérito, sí es querida por sus amigos, valorada por su jefe, apreciada por sus compañeros y amada por su esposo. Ninguno le exigió que firmara un contrato, practicara nuestras costumbres o aprendiera leyes que ni los españoles aprendemos. No nos hizo falta. A ninguno. A vosotros tampoco.
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